Personalmente, para mi hoy ha sido un día sumamente feliz. La llegada a nuestra patria de los tres jóvenes cubanos que desde hacía años cumplían una injusta prisión en este país es más que motivo de regocijo. No recuerdo las veces que he escrito en periódicos o he hablado en programas de radio o televisión reclamando la libertad de estos compatriotas. Por fin el calvario de ellos y sus familiares ha terminado. Todos los homenajes merecen los que tanto se sacrificaron, los que, con la frente siempre en alto, se sentían orgullosos por el deber cumplido. Desde este Miami en el que vivo, les envío un fuerte abrazo a los cinco compatriotas y que disfruten del amor de su familia y su pueblo que los aplaude, los admira y los quiere.
Por decenas de años he esperado el momento en que los gobernantes cubanos y norteamericanos conversaran entre sí, con respeto mutuo, para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Hoy, por fin, llegó ese momento. Cuba, mi querida patria a la que tanto amo y los Estados Unidos, el país que tanto quiero por haber vivido en él la mayor parte de mi vida adulta, han llegado a un acuerdo histórico y eso me hace sumamente feliz. Esperemos que lo sucedido hoy no se quede solamente en el establecimiento de relaciones, sino que esto sea un primer paso hacia la eliminación total de la política agresiva que los Estados Unidos ha mantenido por más de cinco décadas contra Cuba.
Aunque no es de buen gusto citarse a uno mismo, me veo en la obligación de reproducir el último párrafo del artículo que publiqué en Juventud Rebelde el 20 de octubre de este año que decía: «Con editorial del New York Times o sin él, me parece que más temprano que tarde esa política va a ser eliminada, por ahora el Presidente Obama tiene la palabra, o se sienta con los dirigentes cubanos de igual a igual y la elimina o pasará a la historia como otro más que teniendo la oportunidad de eliminarla, no lo hizo. Por su legado histórico, por la imagen de este país y sobre todo por mi pueblo cubano, espero que el Presidente Obama opte por lo primero».
Gracias, Presidente Obama, por tener la valentía de levantar el teléfono y hablar directamente con el Presidente de los cubanos. Gracias por poner las relaciones entre ambos países sobre el camino correcto.