Alumnas de la escuela preparatoria Rimal de la UNRWA en Gaza. Autor: AP Publicado: 28/08/2018 | 07:25 pm
Unos 750 000 niñas y niños palestinos no podrán asistir a clases en el curso escolar que está a punto de comenzar en septiembre.
Un soberbio gesto de Donald Trump borró de un plumazo los fondos anuales comprometidos por Estados Unidos para las escuelas administradas por Naciones Unidas para los hijos de los refugiados en varios países árabes y los territorios ocupados por Israel.
Ellos son los descendientes de los 700 000 palestinos expulsados de sus tierras, víctimas del terror y la limpieza étnica desatada por los líderes sionistas tras la proclamación del Estado de Israel en 1948.
Obligados al exilio en Jordania, Líbano y Siria o en los territorios que debían ser parte de su propio Estado, como Jerusalén Oriental y Cisjordania, sobreviven bajo un régimen de ocupación militar y apartheid político, y en Gaza, sitiada por aire, mar y tierra, sujetos a los arbitrios y desafueros del Gobierno israelí.
La UNRWA, sigla por su nombre en inglés de la Agencia de Naciones Unidas que atiende a los refugiados descendientes de las familias desterradas tras el nacimiento de Israel hace 70 años, aún no sabe si los menores en edad escolar podrán acudir a las aulas.
«En el momento presente, no estamos en condiciones de garantizar en nuestras 700 escuelas el comienzo de las clases a finales de mes, y no solo para los 270 000 estudiantes de Gaza, sino para los más de 500 000 que acuden a nuestros centros en toda la región», dijo hace dos semanas Chris Gunnes, portavoz en Jerusalén del organismo de la ONU.
Hasta ese momento la UNRWA intentaba reponerse del golpe asestado por el Gobierno de Trump, tras congelar en enero pasado una sexta parte de la aportación de Estados Unidos a ese organismo de la ONU.
Por su poderío económico y la responsabilidad asumida como potencia mundial para resolver un conflicto en el que es juez y parte, debido a su alianza estratégica con Israel, Washington figuró —hasta la llegada de Trump a la Casa Blanca— como primer contribuyente de la agencia para los refugiados palestinos, con 360 millones de dólares anuales, equivalente a una tercera parte de su presupuesto anual.
Ahora no hay dinero para pagar a los 22 000 maestros que imparten clases en las escuelas de la Agencia.
Según advirtió Gunnes, el gesto de Trump «ha generado no solo una crisis financiera, sino una crisis existencial».
Están en juego la vida de otras decenas de miles de empleados de UNRWA y el futuro de la nueva generación palestina.
El zarpazo de enero pareció un castigo al enérgico rechazo de la población palestina al traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén, que de hecho, reconoció como capital de Israel.
La Casa Blanca anunció el viernes último que decidió recortar más de 200 millones de dólares en ayuda a los palestinos y también redujo sus fondos para el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina.
A principios de este mes, Foreign Policy informó que Jared Kushner, el asesor principal y yerno del presidente estadounidense Donald Trump, ha estado presionando para que se elimine el estatuto de refugiado de millones de palestinos como parte de un aparente esfuerzo por cerrar la UNRWA.
La medida del viernes fue resultado, según el Departamento de Estado, de una revisión de la asistencia estadounidense a la Autoridad Palestina, ordenada por Trump en enero.
Los fondos suprimidos estaban dirigidos a programas de salud y educación, así como para el funcionamiento del Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Washington tenía previsto desembolsar 251 millones de dólares durante el año presupuestario actual, que finaliza el 30 de septiembre, pero en realidad ha gastado menos de la mitad.
A los ojos de la población palestina, Trump pretende doblegar su voluntad de lograr un Estado propio independiente, que garantice sus más elementales derechos, como la educación de sus hijos.