WASHINGTON, mayo 24.— El presidente Donald Trump canceló el jueves la cumbre prevista con el líder de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong Un, en una repentina decisión que sorprendió a su aliado sudcoreano, Moon Jae-in, principal arquitecto del proceso de distensión que apuntaba a desnuclearizar la península.
Trump dejó entrever su cambio de rumbo la víspera, con el pretexto del regreso de Pyongyang al uso de un lenguaje hostil hacia Estados Unidos.
En realidad, todo indica que fue la exigencia previa de un desarme nuclear incondicional —tal como Washington le requirió al líder libio Muammar al-Khadafi—- aconsejada por su extremista consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, lo que hizo fracasar las tratativas en curso.
«La absurda “solución libia” de Bolton es una luz roja en las conversaciones sobre la cumbre de Corea del Norte con Estados Unidos y Corea del Sur», anticipó dos días atrás Woo Sang-ho, legislador del gobernante Partido Democrático de Moon.
Trump y Kim tenían previsto reunirse el 12 de junio en Singapur, en lo que habría sido el primer encuentro entre un presidente estadounidense en funciones y un líder norcoreano.
En opinión del prestigioso diario The Hill, que se edita en Washington, «la cancelación repentina es un gran revés para Trump, quien convirtió la diplomacia nuclear con Pyongyang en su principal objetivo de política exterior».
El Presidente —subrayó la publicación allegada a medios legislativos— estaba ansioso por tener la reunión, la que reconocía abiertamente pudiera granjearle un añorado Premio Nobel de la Paz.
«Siento que es inapropiado, en este momento, tener esta reunión largamente planificada», le escribió Trump a Kim en una carta que Washington publicó el jueves.
Más tarde, al hablar en la Casa Blanca, Trump regresó al viejo tono belicoso, enfatizando que el ejército estadounidense está «listo si es necesario» para tomar medidas contra Corea del Norte si se involucra en un «acto tonto o imprudente», y que Corea del Sur y Japón están dispuestos a asumir los costos.
Trump alegó que «este es un gran revés para Corea del Norte y de hecho un revés para el mundo», y recordó que Estados Unidos continuará imponiendo duras sanciones económicas contra la nación asiática.