La mafia anticubana de Miami le ha hecho una petición a Barack Obama: que conceda perdón presidencial a Eduardo Arocena, autor de al menos dos asesinatos, de una treintena de atentados con bombas en Nueva York, Nueva Jersey y Florida, de introducir gérmenes y virus patógenos en Cuba para causar daños a la economía, animales y personas, entre ellos el que produjo la terrible epidemia del dengue hemorrágico.
Su hoja de servicios y delitos terroristas constan en expedientes del FBI (Buró Federal de Investigaciones) y fueron probados en el juicio llevado a cabo en la corte federal de Nueva York que lo procesó por 42 cargos de violación de leyes federales. En esas cuentas terroristas estaban la conspiración, la posesión y uso de explosivos y armas de fuego, la destrucción de propiedades tanto en territorio estadounidense como en el extranjero y la destrucción de propiedades de Gobiernos extranjeros en Estados Unidos.
Las misiones diplomáticas de Cuba y de la ex Unión Soviética ante la ONU estuvieron entre los blancos de los atentados con bombas, también el Centro Lincoln de Artes Escénicas estuvo entre los objetivos.
El tribunal neoyorquino encontró a Arocena culpable de 25 delitos, y en 1984 lo condenó de manera proporcional y justa en relación con los enormes crímenes que había cometido. Dos cadenas perpetuas.
El propio terrorista reconoció que él personalmente había construido la mayoría de los artefactos explosivos utilizados por su organización.
Eduardo Arocena, con el nombre clave de Omar, fundó Omega 7 el 11 de septiembre de 1974 —una de las organizaciones más violentas y criminales de la guerra contra Cuba y su pueblo, que desde el mismo triunfo de la Revolución fomentó la Agencia Central de Inteligencia con los contrarrevolucionarios de origen cubano—, aunque no fue esa su primera acción en el largo prontuario, pero la historia demuestra que la década de los 70 del pasado siglo fue especialmente relevante en las operaciones terroristas.
Destaca en ese expediente, el asesinato en plena calle de Nueva York del diplomático de la Misión de Cuba ante Naciones Unidas, Félix García Rodríguez, precisamente el 11 de septiembre de 1980. Félix había sido periodista de nuestro diario Juventud Rebelde.
El grupo dirigido por Arocena —originalmente integrado por siete individuos y que llegó a unos 20, la mayoría procedente de los mercenarios que invadieron Playa Girón en abril de 1961 y formaron parte de otras organizaciones terroristas de la contrarrevolución—, asesinó también a Eulalio José Negrín, un activo defensor de la Revolución Cubana en Unión City, estado de Nueva Jersey, quien fue tiroteado a la vista de su pequeño hijo el 25 de noviembre de 1979.
Pedro Remón, cómplice de Luis Posada Carriles en el intento de realizar una masacre en el Paraninfo de la Universidad de Panamá para asesinar al Presidente Fidel Castro, era el matón principal de Omega 7, y también se le sindicó como el asesino de Carlos Muñiz Varela en Puerto Rico. Otros socios principales de Arocena son Andrés García y Eduardo Fernández Losada.
Entre los intentos de asesinatos de Omega 7 estuvieron operaciones en 1980 para atentar contra el entonces embajador de Cuba en la ONU, Raúl Roa Kourí y el jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, Ramón Sánchez Parodi.
El nombre de Arocena se vincula también al de Orlando Bosch, otro asesino múltiple, quien junto con Posada Carriles organizó el alevoso crimen cometido en Barbados contra una nave de Cubana de Aviación en pleno vuelo. Operaciones de terror y odio fueron conducidas por Arocena entre 1975 y 1983 —año en que fue detenido en Miami, el 22 de julio.
A la misión de Omega 7 de introducir gérmenes en Cuba se debe el mortal dengue hemorrágico, epidemia que se desató en 1981 y que causó la muerte a 101 niños y en total a 158 personas y contagió a más de 344 000 cubanos. Según declaró Luis Negrón, quien dirige la campaña que pretende presionar a Obama para el otorgamiento del perdón, «Arocena es un héroe que en ese momento tenía las mismas intenciones que Estados Unidos, de liberar a Cuba del comunismo».
¿Vendrá el perdón?