Marcados por un cúmulo de dolor infinito, pero con un deseo inmenso de poder disfrutar de un país sin guerra, el tercer grupo de víctimas del conflicto colombiano participó este jueves en La Habana en un encuentro con representantes del Gobierno de Colombia y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC-EP) quienes escucharon, con respeto, sus desgarradores relatos.
Tal y como ha sucedido con los grupos anteriores, los 12 afectados emitieron un comunicado conjunto donde reafirman que su presencia en la mesa de negociación obedece a la convicción, como víctimas, de apoyar sin vacilaciones el proceso de paz e instan a las partes a persistir hasta que se llegue a los acuerdos necesarios para este propósito.
«Desde nuestra heterogeneidad convergemos en la apuesta por un país sin guerra, donde no haya más muertes, como un imperativo inmediato», agrega el texto.
Distintivas en este grupo fueron las exposiciones de Alan Jara, gobernador del departamento del Meta; la del general de policía Luis Mendieta, ambos cautivos por varios años de las FARC-EP, y de la dirigente política de izquierda Aída Avella, sobreviviente de la masacre perpetrada por grupos paramilitares contra los integrantes del entonces partido político de izquierda, Unión Patriótica.
No obstante este fue un tercer grupo atípico no solo en la composición multicultural y política de sus integrantes, sino en que, a diferencia de los anteriores, no todos participaron en el encuentro con la prensa y otros declinaron hablar.
Pero el contraste principal en esta ocasión estuvo en la no existencia de un consenso para, en su declaración final, plasmar unánimemente la necesidad de un cese al fuego bilateral como lo hicieron sus antecesores.
«Hay diferentes criterios al respecto, pero en lo que sí hubo aceptación general fue en la necesidad de que en el país cesen las muertes. Los muertos nos duelen a todos. Por eso estamos acá, para que la paz llegue rápido», afirmó Avella, presentada como candidata a la vicepresidencia, en las elecciones de mayo último, por el partido Marcha Patriótica.
«Esperamos que en el proceso de paz, sobre todo, exista algo que todas las víctimas esperamos, la no repetición», expresó Avella. Esta es una oportunidad que «las futuras generaciones agradecerán».
Soraya Bayuelo participa en este grupo con voz pública y política para reclamar una reparación integral. «Todos somos responsables del paso que viene después de la firma de la paz. Nuestro eco es que haya una paz inmediata», urgió la periodista al pedir una reparación integral, transformadora y que se empiece ya a trabajar incluso desde los medios de comunicación.
Para el general Mendietta, los seis grupos de afectados por la guerra que participan en la mesa de La Habana, no representan al universo de los casi siete millones de víctimas de más de 50 años de conflicto. «Hay que escucharlos a todos, es decir hay que seguir escuchando desgracias. Por lo tanto, hay que conformar mesas municipales y departamentales con expertos para que atiendan a cada una de las víctimas», pidió el uniformado.
En ese mismo sentido Aída Avella lamentó que estos debates se realicen a puertas cerradas y no se le transmitan a su país los desgarradores relatos. Aún falta un gran número de afectados por ser escuchados. «Todos, los más de 46 millones de colombianos, somos víctimas de esta guerra», recalcó.
El grupo también pidió unánimemente al presidente Juan Manuel Santos protección debida e investigación para las amenazas que han recibido otros participantes tras viajar a Cuba para dar su testimonio.
Por su parte, la Conferencia Episcopal, el Centro de Pensamiento y Seguimiento de los diálogos de paz de la Universidad Nacional de Colombia y las Naciones Unidas, entidades encargadas de seleccionar y traer las víctimas a La Habana, también emitieron una declaración en la cual reconocen la disposición de las delegaciones del Gobierno de Colombia y de las FARC-EP de reconocer la responsabilidad por el dolor causado a los más de seis millones de víctimas.
Para este viernes está previsto que ambas delegaciones emitan una declaración que le pondrá punto final al ciclo 29 del actual proceso de paz.