CARACAS.— ¿El presidente Hugo Chávez Frías tiene un proyecto de desarrollo de país? El 60,7 por ciento de los venezolanos considera que sí. ¿Se preocupa por los pobres? El 67,3 por ciento asiente. ¿Sus propuestas incluyen a toda la ciudadanía? Sí, dice el 58,7 por ciento de la población. ¿Representa mejor internacionalmente a Venezuela? Sí, expone el 61,2 por ciento.
Son cuatro de las preguntas básicas realizadas por la encuestadora Consultores 30-11, que presentó la víspera el más reciente sondeo sobre las tendencias del electorado con vistas a los comicios presidenciales del próximo 7 de octubre.
Su contendiente derechista, Henrique Capriles Radonski, no corre igual suerte. En la inmensa mayoría de las preguntas de arriba —y otras más— el experimento de la reacción mundial apenas se levanta con veintitantos puntos porcentuales.
Más: el 67,3 por ciento de los venezolanos considera que el líder revolucionario es un hombre sincero, franco. Que dice lo que piensa. Que habla con la verdad en la mano. Es decir, que es un tipo recto, diáfano; que actúa y habla como lo que es. Que no se anda por las ramas, ni pinta musarañas.
Alrededor del 25 por ciento de los votantes cree lo mismo de Capriles Radonski. Y es lógico: más/menos esa es la cifra considerada aquí como el núcleo duro de la oposición. El que nunca cambiará. El que siempre adversará al proyecto bolivariano.
En cuanto a intención de votos, si la elección se hubiera realizado este domingo, el 56,8 por ciento de las personas mayores de 18 años de edad con derecho al voto le hubieran dado el suyo a Chávez. Solo el 27,1 por ciento hubiera marcado sobre el nombre de Capriles Radonski.
Más aún: el 66,1 por ciento de los venezolanos evalúa de positiva la gestión del mandatario. Según expertos, este índice es más revelador que la «intención de votos», pues si bien esta variable refleja cierta preferencia política, en la «evaluación de gestión» prima lo más conveniente para el proyecto de vida personal y social del votante; es decir: pragmatismo sobre agrado. Y se sabe que no solo de pan vive el hombre; pero sin pan, tampoco se puede vivir —o al menos casabe.
Otra encuestadora, Hinterlaces, afirmó el fin de semana que sus últimos datos firmes —del 18 de abril— daban al estadista una intención de votos del 53 por ciento; pero en sus mediciones más recientes —aún no totalmente procesadas— la brecha estaba aumentando a un ritmo de dos a tres puntos.
Por el mismo rumbo anda la casa GIS XXI (Grupo de Investigación Social Siglo XXI), cuyo estudio más fresco indica una ventaja de más de 36 puntos para Chávez (57 por ciento para el bolivariano y 21 por ciento para el ultraderechista).
Con mayor o menor diferencia, estos y otros estudios coinciden en la ventaja abrumadora del presidente Chávez. Y como quedan poco menos de cinco meses para los comicios presidenciales, consideran que la tendencia es definitiva, a menos que ocurra un evento imprevisible, de proporciones incalculables.
Son apenas tres ejemplos. La lista es larga. Hay más encuestadoras. Esto de los sondeos no es mero ejercicio académico. Es un negocio. Y son empresas por lo general muy serias.
Las dirigen doctores, profesores universitarios y expertos de alto nivel, algunos entrenados en las más prestigiosas, exigentes y rentables firmas especializadas a nivel mundial. E independientemente de las preferencias políticas de sus dueños, directivos, técnicos y operarios, su mejor carta de presentación es la seriedad. Se están jugando sus ingresos. Y ya sabemos que —a veces— la billetera manda más que el corazón.
Debo confesar que en lo personal, y por mis intercambios con colegas de medios nacionales e internacionales aquí, todos esperábamos asistir en el proceso eleccionario de Venezuela a una furibunda «guerra de encuestas». No ha sido así.
La oposición, a lo que más llega, es a decir que las firmas de sondeos son unas mercenarias. No lo creo.
La verdad verdadera es que todas dan amplia ventaja al revolucionario. Y tantas encuestas, no puedan estar equivocadas.