A las 5 am del cinco de junio , y por los Cinco, un grupo de hermanos peruanos coronó el Sexemayo. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 21/09/2017 | 05:01 pm
«Subimos una montaña, llevamos una bandera… pero la lucha sigue», Santiago Vega.
Subir una montaña, tocar las nubes, gritar desde lo alto y que las voces se propaguen, que encuentren oídos... ya los jóvenes cubanos escalan nuestras alturas para desde allí exigir la libertad inmediata de nuestros cinco antiterroristas, encarcelados desde hace justamente hoy 12 años. Todas esas cimas, unidas a las conquistadas por amigos solidarios en el resto del mundo, servirán para contar la historia de amor y sacrificios de Gerardo Hernández, René González, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino. El mundo tendrá que escuchar.
Las fatigas, las caídas que encuentran una mano extendida, ese frasco de agua salvador que va de un lado a otro, la frase de ánimo para el compañero extenuado, seguro matizarán cada paso. No importa cuántos metros haya que ascender, la certeza de que desde arriba el reclamo será gigante es más poderosa y habrá que vencer todos los obstáculos.
Otros subieron antes por los Cinco, plantaron banderas, exigieron al presidente de EE.UU. la libertad inmediata de estos hombres… y la belleza del gesto se ha multiplicado. Habrá que llegar hasta el cielo si es preciso, para contar la verdad silenciada y prohibida.
La genesis inspiradora
El 10 de enero de 2010, los argentinos Santiago Vega, Alcides y Aldo Bonavitta y Pablo Fernández, cada uno en su posición, amasaron el sueño de conquistar el Techo de América. A 6 959 metros sobre el nivel del mar su hazaña no era para vanagloria personal: cada paso estuvo dedicado a los Cinco. En lo alto desplegaron la bandera con el logo de la causa diseñado por Gerardo, y enviaron un mensaje al presidente de EE.UU inscrito en una tela que allí quedó como testigo: «Obama, libera a los Cinco ya».
Aquella noticia le dio la vuelta al mundo y, aunque ellos todavía hoy se sorprenden con el modo en que se ha replicado su actuación solidaria, lo cierto es que encendieron una llama que hoy recorre, con el mismo objetivo, los más disímiles puntos geográficos del planeta.
Cada quien ha escalado su altura, pero la exigencia es la misma. Desde el Líbano hasta el País Vasco, los nobles motivos de los argentinos solidarios han sido el ejemplo.
Cada quien ha hecho un sacrificio personal y colectivo por los Cinco, y con ello se honra la deuda de amor con Gerardo, René, Antonio, Fernando y Ramón, tras las rejas por obra y gracia de los macabros ardides de un proceso judicial amañado, con marcados tintes políticos.
«Es más, el día que “hicimos cumbre”, hubo un momento en que mi cuerpo me dijo “¡basta!”, ya no podía seguir por el frío (casi 30º bajo cero) y por el cansancio. Pero en ese momento lo único que pensé fue que Gerardo, Antonio, Ramón, René o Fernando darían la vida por estar ahí por lo menos 15 minutos muriéndose de frío. Eso fue sinceramente lo que me llevó a la cumbre», reveló Alcides, hace unos meses, cuando contó los detalles del ascenso al Aconcagua.
Santiago, por su parte, mencionó la sensación de llevar en cada paso todo un peso… «no lo hacíamos por nosotros, sino por muchos más: los Cinco Héroes, sus familias y el pueblo cubano», apuntó entonces.
La ruta de la verdad
Cuando JR indagó por algunas de las experiencias que siguieron el camino trazado desde Neuquén, en la Patagonia argentina, no fue sorpresa descubrir el reconocimiento a esa hazaña primigenia.
«Los buenos ejemplos se emulan, este es el caso de los escaladores del Aconcagua… Visto el esfuerzo sobrehumano de esa experiencia, acordamos en nuestra organización (Casa de la Amistad peruano-cubana de la Región Cajamarca Perú- CAPC-R.CAJ), esforzarnos por subir el cerro más alto de nuestra jurisdicción», escribió el Doctor Wilfredo Saavedra, presidente de esa asociación de amistad, en representación de sus compatriotas.
Así ocurrió: a las cinco de la mañana del día 5 de junio, y por los Cinco, un grupo de peruanos ascendió 3 800 metros hasta la cima del Sexemayo. Se trató de un compromiso humano, aseguró Saavedra.
Asimismo lo hicieron los jóvenes ecuatorianos, quienes subieron el volcán Cayambe y en mayo el Chimborazo, uno de los más altos de la Cordillera Andina, a 6 310 metros de altura.
Desde esa elevación y luego del esfuerzo, los integrantes del Movimiento Cultura Rebelde, Fabián y Manolo Paredes y Hugo Rafael Iturralde, enviaron un abrazo solidario a Gerardo, Antonio, Fernando, Ramón y René.
Por la misma ruta de la verdad y sin importar la distancia geográfica, el 9 de julio también fue domada por la solidaridad la cumbre más alta del Oriente Medio, el imponente Kornet El-Sawda, a 3 089 metros sobre el nivel del mar. Hasta su cúspide llegaron miembros del Comité de solidaridad por los Cinco en el Líbano. Allí, con los últimos resoplos de aliento, hombres y mujeres bajaron los retratos de los Cinco y los plantaron en la nieve junto a banderas cubanas y libanesas, y el mensaje para el presidente Obama.
Mientras, el Pico Auñamendi (pico de Anie) a 2 504 metros sobre el nivel del mar, en Los Pirineos, fue escalado por Cubako Etxea, Comité Local de la Asociación de Amistad Francia-Cuba radicada en Baiona (País Vasco del lado francés). La fecha escogida fue el 13 de agosto.
Algunos de los amigos del mundo que han hecho suya la lucha por la libertad de los Cinco también mencionaron una frase meridiana del titular del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, que define las esencias abrazadas hoy también por los jóvenes escaladores cubanos, como antes lo hicieran con su ascenso al pico Turquino un grupo de periodistas y estudiantes del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI).
«Es necesario escalar montañas para gritar a los cuatro vientos la verdad de los Cinco. Habrá que superar cordilleras, físicas y morales, vencer empinadas cuestas donde golpean el viento y la nieve, para que otros descubran una historia silenciada, prohibida», expresó Alarcón durante la ceremonia de condecoración con la Distinción Félix Elmuza a los periodistas José Manzaneda, de España, y Pablo Fernández y Santiago Vega, de Argentina, en abril de 2010.
Las muestras de compromiso son inconmensurables por y para estos hombres, quienes con cada día en prisión nos han dado una lección de dignidad, de amor. Y después de llegar a las cumbres, de tocar las nubes, del grito en lo alto, que encontró oídos receptivos e inspiró a nuevos escaladores, lo más importante es que la lucha sigue y no concluirá hasta que Gerardo, René, Antonio, Fernando y Ramón regresen con los suyos.
Kornet El-Sawda: para ser libres como el viento
William es hijo de Anwar Yassine, prisionero liberado después de 17 años de las cárceles sionistas y miembro del Comité Libanés Pro-Liberación de los Cinco. Con un año y medio no entiende mucho, pero estuvo muy cerca de la primera cima de su vida. Ya se encargarán sus padres de contarle que casi subió la montaña más alta del Oriente Medio en solidaridad con los Cinco. Quedan las fotos y de seguro se sentirá orgulloso.
En una de las primeras madrugadas de junio inició el ascenso de los 25 participantes en esa expedición. Subieron uniformados con pulóveres y gorras con el logo y la foto de los Cinco, y cargaron grandes retratos de los antiterroristas injustamente encarcelados en EE.UU. El grupo más reducido que llegó a la cima elevó pancartas en idiomas árabe y español con el reclamo de libertad inmediata y las banderas de Cuba, del Líbano y de los Cinco. No tuvieron miedo, a pesar de ser esa cumbre estratégica, en un país blanco continuo de agresiones y ataques aéreos. Ya en lo alto sintieron una emoción difícil de describir. Todo quedó plantado en la nieve de la imponente ladera.
Luego, en la reserva forestal libanesa Al-lazzab Al-lazzab, el grupo sembró cinco cedros con los nombres de quienes han soportado tanta ignominia.
Yo llevaba a Gerardo
Cuando Wafy Ibrahim, coordinadora del Comité Libanés de Solidaridad por la Libertad de los Cinco, revivía las emociones de la subida al Kornet El-Sawda, eran las tres de la madrugada del miércoles último. Acababa de redactar la Declaración de Beirut, un documento que está siendo firmado entre las fuerzas amigas de Cuba en ese país. Debía estar en su oficina a las 9 a.m., pero «volvió a escalar» junto a su hija y esposo, para contárselo a los lectores de JR. Fue difícil llegar…
«Subiendo, lloré de cansancio y desespero. A veces parecía que no íbamos a llegar nunca. Sin embargo, ni me pasó por la mente quedarme en el camino. Es que llevaba la foto de Gerardo, víctima de la injusticia más grande, y tenía que llegar con él hasta la cima para retarla. Quería sentir que su voz, que reclama a Adriana, había alcanzado el cielo. Lo mismo por sus cuatro hermanos y por Olga, que no ha podido volver a ver a René».
Wafy, ya en lo alto, volvió a llorar, pero de alegría por haberlo conseguido; al resto de los amigos también se les nubló la mirada.
«Sentimos (arriba) que algo nos empujaba a volar adonde estaban ellos para sacarlos de sus celdas. Yo personalmente me sentí más cerquita de Dios y le pedí a todo pecho la liberación de nuestros cinco hermanos. Fue una locura de sensaciones, como si los hubiéramos liberado ya, como si al bajar, ellos estuvieran esperándonos libres como el viento».
Y el sol salió para saludarlos
El día 13 de agosto inició temprano para los 27 voluntarios de Cubako Etxea, Comité Local de la Asociación de Amistad Francia-Cuba (País Vasco). Según contó Alain Camou, su secretario, la madrugada fue difícil al pie del Pico Auñamendi por el frío y la lluvia. Amaneció nublado, pero ello no impidió que iniciaran el ascenso mientras el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y René González, vivían su día de cumpleaños. A ellos especialmente estuvo dedicado cada paso.
«Después de una larga travesía por el bosque, llegamos a una primera meseta, con mucho ganado y unas chabolas de pastores. El círculo formado por las montañas es grandioso», comenta Alain en su mensaje.
«Pasando por la última chabola del cap de la baitch (cabeza de la vaca), la subida cambió totalmente de aspecto. El declive se hizo mucho más importante y el terreno únicamente constituido por rocas. Para orientarse, solo algunos amontonamientos de piedras indican el camino a seguir. Por suerte, no había neblina».
Después de cuatro horas alcanzaron la cima y el sol salió para saludar al grupo. Entonces desplegaron la banderola con el mensaje de exigencia para la Casa Blanca. Se leyeron fragmentos de un discurso de Alarcón y una carta de Tony. También distribuyeron, entre otros montañistas, tarjetas con información sobre los Cinco. Después vino el descenso. Estuvieron muy satisfechos de haber cumplido.
«Todos se comprometieron a seguir luchando hasta la liberación de los Cinco», aseguró Alain. Finalmente se despidieron con un vibrante: ¡Hasta la victoria, siempre!
A los Cinco no se les podía fallar
Aunque antes de las cumbres por los Cinco —los volcanes Cayambe (5 700 m)y el Chimborazo (6 310 m)—, ya habían ascendido otras, los escaladores reconocieron que habían tenido que entrenarse fuerte para esa empresa solidaria.
Según comentaron Manolo, Fabián y Hugo Rafael, ellos tenían conocimientos del caso de los Cinco a partir de su militancia en el Movimiento Cultura Rebelde (1994), una organización social con fuertes vínculos con el Movimiento ecuatoriano de amistad y solidaridad con Cuba.
«Hacer alta montaña por los Cinco, fue una alegría, un compromiso, entrenamos fuertemente para intentar atacar las cumbres… sabíamos que podíamos generar a su vez la motivación de jóvenes deportistas en otros países y provocar un movimiento continental de montañistas que fuera una denuncia. Además, queríamos mostrar que la alta montaña no es propiedad de los anglosajones. También en Los Andes desde épocas precolombinas hemos subido a las nieves eternas para reconocernos como humanos», escribieron.
— ¿Qué sintieron al ascender por los Cinco?
«Compromiso, el reto de la cumbre. Pensábamos en los Cinco y a ellos no se les podía fallar. Luego, nos sentimos acompañados, porque nuestro esfuerzo dejó de ser visto como una locura para vislumbrar una posibilidad, y luego como una acción válida para llamar la atención en torno al caso. Los compañeros del Movimiento de amistad con Cuba nos acompañaron a las faldas del Cayambe y el periodista de Prensa Latina divulgó el ascenso, lo cual sentimos como motivación.»
— ¿Cuál es papel de los jóvenes en la lucha?
«Estamos seguros que las nuevas generaciones evidencian el movimiento dialéctico de la vida. Sus puntos de reflexión abren nuevos caminos, la presión ejercida por los jóvenes que les antecedieron, choca y provoca nuevas realidades. La juventud de hoy sufre mucho por el llamado mercado, por la desolación, pero al mismo tiempo tiene banderas que les permiten ser dignos de la especie humana. El medio ambiente, los derechos de las minorías, la búsqueda de la justicia social, el equilibrio del consumo, las nuevas formas de administración de las sociedades son retos que merecen toda su energía. También es necesario aumentar y estrechar las comunicaciones entre nosotros, avanzar en un movimiento de alta montaña continental, con las banderas de la justicia y de la vida.