Ponte en el lugar de la otra persona: ¿qué sentirías si te esconden algo así para manipular tu permanencia? ¿Se puede ser feliz con quien te oculta una condición de vida o muerte?
La Mentira puede correr cien años; la Verdad en un día la alcanza.
Proverbio popular
Cada cierto tiempo escribe a Sexo sentido alguna persona que tras recibir el diagnóstico de positividad al VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), duda en contárselo a su pareja, tanto si es una relación de muchos años como si están apenas en la etapa de conocerse, porque temen que esa dificil confesión destape otros asuntos, como una reciente infidelidad o una vida sexual previa muy descuidada.
Si en el vínculo actual se han protegido desde el principio en todas las prácticas de riesgo y tienes certeza de que la otra persona es seronegativa porque también se hizo pruebas hace poco, valora cuánto tiempo más te conviene callarte, hasta ordenar en tu cabeza los elementos que quieres ventilar y las alternativas a sus posibles reacciones.
De todas formas, piensa que tu estado de ánimo puede traicionarte, sobre todo si la noticia es fresca y estás aún procesándola. Como tu pareja pudiera preocuparse al desconocer las causas de ese malestar, valora: ¿Es justo hacerle pasar por esa situación? ¿Resistirá el vínculo una prueba tan subjetiva? ¿Qué te impide desahogarte con el ser que elegiste para compartir tus intimidades más preciadas?
Está demostrado, por estudios en varios países, que si la pareja se involucra en los cuidados de la persona con VIH, esta logra más adherencia al tratamiento, se alimenta y descansa mejor, su sistema inmunológico está más protegido y su calidad de vida es superior, por tanto aumenta la esperanza en años con buenas condiciones físicas y mentales. En cambio, esconder la situación genera distancia sicológica, provoca intranquilidad y pone en riesgo la salud de ambos.
El Código Penal prevé sanciones de privación de libertad, multa o ambas por incurrir en propagación de epidemias para individuos que, conscientes de su estado de salud, eligen tener contacto físico con varias personas para contagiarles a propósito el virus o enfermedad que portan.
Tener sexo de forma responsable no tipifica como delito, ni compartir el espacio con otra gente sin revelar detalles de tu estado de salud. Solo tienes obligación de informar a las autoridades encargadas de velar por la bioseguridad en tu centro laboral si tu labor entraña un riesgo demostrable de contagiar a alguien, para que tomen medidas adecuadas.
La decisión de hablar con las parejas sexuales sigue el mismo patrón ético. Si tienes contactos ocasionales y no es tu voluntad pregonar tu estado, al menos protégete en cada encuentro, además para evitar reinfectarte porque eso agravaría tu situación. Con tu relación estable, dilatar la verdad puede ser una mala opción en lo afectivo, sin descontar su riesgo al estar en contacto con tu sangre, semen, líquido preeyaculatorio o fluidos vaginales.
Busca opinión en la familia o con amistades de mayor confianza, asiste a una consejería Cara a cara, llama a la línea ayuda nacional (78303156) o a la de tu provincia, pero al final elige tú cuándo y cómo contarlo, y hazlo con madurez, asumiendo tu responsabilidad en el asunto.
Ponte en el lugar de la otra persona: ¿qué sentirías si te esconden algo así para manipular tu permanencia? ¿Se puede ser feliz con quien te oculta una condición de vida o muerte? Si descubre un día tus medicamentos, ¿no pensará que es algo nuevo, fruto de un engaño?
Las parejas serodiscordantes funcionan bien si el riesgo se asume con consentimiento informado y ambos se encargan de tomar precauciones. Si tu pareja pesca una gripe, una bacteria, cualquier enfermedad contagiosa, ¿cómo vas a decirle que no te conviene estar cerca para ayudarle, si supuestamente tú eres una persona sana? Si te propone dejar de usar condón para hacer crecer la familia, ¿cómo vas a explicarle que necesitarán chequeos, medicamentos, un plan de parto inusual y mucho cuidado durante la lactancia…?
Han pasado más de 30 años del inicio de la epidemia y ya la gente no mira al VIH-sida con los viejos estigmas. Pero es muy mal visto que tu pareja se tome el trabajo de engañarte, no ya con otros cuerpos, sino con su propia salud, de la que no puedes desligarte. Eso habla mucho (y mal) de la fe en el amor mutuo, y de la integridad con que quieren manejar las dificultades de la vida.
Es preferible dialogar, poner las cosas en balanza y actuar a tiempo. El amor no tiene garantía de perpetuidad ni cuando es transparente, imagínate su fragilidad cuando se basa en un secreto tan poderoso.