El sonambulismo es un trastorno del sueño que lleva a las personas a caminar, ingerir alimentos o realizar otras acciones mientras la mayor parte de su cerebro permanece dormido
Verdadera maestra de la vida no hay más que una, la experiencia; y tiene escuela abierta para todos.
Pedro Salinas
El sonambulismo es un trastorno del sueño que lleva a las personas a caminar, ingerir alimentos o realizar otras acciones mientras la mayor parte de su cerebro permanece dormido. Algunas parecen estar despiertas e incluso reaccionan cuando se les habla, pero su respuesta suele ser incoherente, porque no están en estado consciente o de cogito, como se decía en la antigua Grecia, sino en estado de cómputo, como si fueran autómatas programados.
Incluso durante la vigilia hacemos muchas cosas de las que no tenemos recuerdos conscientes, porque están muy incorporadas en la rutina diaria o porque «la cabeza» andaba bien perdida en las nubes mientras las ejecutábamos. Hasta que un estímulo superior nos saca de esa concentración o ensueño, de modo voluntario o involuntario.
Existen varios trastornos del sueño o parasomnias que afectan la salud y el rendimiento de quienes los padecen, como el terror nocturno y el hablar dormidos, y se han multiplicado tanto en la época moderna que se ha declarado un Día internacional del Sueño (14 de marzo) para divulgar el fenómeno y recabar fondos que contribuyan a acelerar su investigación y tratamiento.
Una de esas alteraciones en estudio es el sexomnio, también llamado sexo dormido o sexambulismo. Los sexomnes materializan sus fantasías eróticas a solas o con una pareja, y al despertar no recuerdan nada, lo cual perjudica no solo su descanso, sino también su salud sexual.
El fenómeno fue descrito por primera vez en 1996 en la Clínica del Sueño y Alerta del Toronto Western Hospital, en Canadá, por su director, el doctor Colin Saphiro. La Academia de Medicina del Sueño de Estados Unidos lo reconoció en 2005.
El trastorno tiene múltiples manifestaciones: masturbación, práctica coital, desnudismo y hasta descripciones verbales de lo que se ha hecho o haría en materia de sexo, sobre todo usando vocablos vulgares. Es curioso que algunas de esas personas se declaran incapaces de reproducir despiertas lo que hacen o dicen dormidas, porque en estado consciente sus fantasías son fuertemente reprimidas por la cultura y la educación moral recibida.
Cada vez son más los individuos que acuden a las clínicas del sueño para encontrar una salida a su trastorno, pero el registro es insuficiente. En cambio proliferan los sitios en Internet en los que la gente cuenta de forma anónima su experiencia y pide ayuda para no seguir expuesta a este controvertido malestar.
Por ahora se estima que los hombres padecen más de sexomnio que las mujeres, pero puede ser porque se exponen más a posibles focos desencadenantes: estrés excesivo, alcoholismo, sobreexigencia física al cuerpo, abuso de drogas… Otras hipótesis señalan que la prevalencia en ambos sexos debe ser similar porque el origen está en la fisiología del cerebro o en una condición hereditaria.
No hay nada conclusivo debido a que no existen suficientes resultados de estudios. De los debates en congresos y simposios virtuales se ha podido establecer al menos que el trastorno ocurre durante la fase más profunda del sueño, la llamada REM (movimiento rápido del ojo, por sus siglas en inglés), en la que los músculos deberían relajarse para recuperar energías, pero no es así en estos casos.
Las personas sexomnes actúan lo que sueñan, y no se enteran de lo que están haciendo hasta que alguien les alerta o detectan las evidencias en su cuerpo (moretones, arañazos, cansancio extremo, restos de semen u otros fluidos). El tratamiento es a base de ansiolíticos o tranquilizantes menores, pero también se sugiere terapia psicológica para enfrentar la vergüenza o angustia que causa este comportamiento.
El riesgo para la salud es elevado, ya que estas personas se exponen a tener sexo con extraños o realizan prácticas que no les interesarían de estar conscientes. Pero lo peor —cuentan decenas de cibernautas en los sitios visitados— es que se pierden la mejor parte del sexo: disfrutar al máximo cada fantasía y ver la cara de satisfacción de su pareja.