Algunas féminas se niegan a que se tome muestras de las células de su cuello del útero y dificultan el trabajo preventivo del Sistema Cubano de Salud Pregunte sin pena Sabías que...
La prueba citológica permite tomar muestras de las células del cuello del útero para analizar luego en busca de posibles enfermedades.
Una y otra vez la enfermera visita las casas de la comunidad en busca de aquellas mujeres en edad reproductiva a las que ya «les toca» hacerse la prueba citológica. Todos sus recursos comunicativos se agotan al hablar con ellas para crear conciencia, pero, en varios casos, la negativa permanece.Las féminas quizá ignoran que este es un derecho de salud por el que se lanzan enconadas campañas en otras partes del mundo pues la realización de esta prueba puede ser muy costosa, ya está restringida a un número muy pequeño de hospitales.
Sin embargo, en Cuba no ocurre ni lo uno ni lo otro. La ejecución de pruebas citológicas sistemáticas para prevenir el Cáncer Cérvico Uterino (CCU), forma parte del Programa Nacional de Salud desde hace más de tres décadas, y constituye un derecho de toda cubana entre 25 y 59 años de edad, período reproductivo en el que es mayor el riesgo de desarrollar este padecimiento como resultado de una neoplasia.
Tal servicio no solo es gratuito, sino que además se realiza en todos los consultorios del Médico de la Familia con las condiciones de higiene y privacidad adecuadas, y encima de eso el resultado es informado después a cada mujer en su propia casa, ya sea positivo o negativo.
Ni siquiera tenemos que estar al tanto de cuándo nos toca: la enfermera o una brigadista de la FMC nos avisan del momento, una y otra vez, hasta que acudimos al llamado, a veces más por librarnos de su insistencia que por comprender su alcance.
De ahí que para muchos sea inexplicable el alto número de mujeres que mueren aún en esta Isla por CCU, la alta incidencia de neoplasias, y la cifra aún mayor de las que padecen una infección del virus del papiloma humano, PVH, y no hacen nada para evitar sus estragos, preocupación expresada a Sexo Sentido por numerosos especialistas de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia, médicos de familia y activistas de salud de la Federación de Mujeres Cubanas.
Prevenir es la meta
La doctora y especialista de primer grado de Ginecobstetricia del Hospital Materno de Camagüey, Lesbia Palacios Martínez de Santelices, quien además atiende el programa de prevención del Cáncer Cérvico Uterino (CCU) en este territorio, es una de las que en repetidas ocasiones ha alertado a este diario por el rechazo que las féminas experimentan hacia la realización de la prueba citológica.
A juicio suyo, el factor determinante para que las pacientes asuman esta incorrecta actitud se localiza, principalmente, en la falta de conocimientos sobre los beneficios del examen.
«No hay conciencia. Las mujeres no conocen cuántos males pueden evitarse con esta prueba, incluso hasta la muerte», afirma. «Con la citología orgánica se puede detectar la presencia de varias ITS y los diferentes tipos de Neoplasia Intraepiteliar Cervical en cualquiera de sus grados (NIC I, II y III o afecciones benignas de cuello), antesala del CCU, las propias lesiones invasoras malignas (el cáncer) y hasta las infecciones cérvico–vaginales.
Sin embargo, varias encuestas de profesionales del ramo en la capital y otras provincias arrojan un elemento muy llamativo para el nivel de independencia que hemos alcanzado las mujeres en el país, y es la falta de prioridad que aún tiene para nosotras la propia salud, a la cual anteponemos las necesidades de la familia, el trabajo, los quehaceres del hogar y la superación.
Para diversas especialistas en enfermería entrevistadas por Sexo Sentido, este fenómeno es algo que resulta inevitable cuando la infraestructura cotidiana del barrio y los horarios rígidos no facilitan mucho las cosas.
A la hora de escoger entre una cola para adquirir alimentos, la atención de los hijos, un informe urgente o una visita preventiva al médico... difícilmente esto último tenga prioridad. Ocurre incluso dentro del propio personal del sistema de Salud, sostuvieron varias.
Por su parte Lesbia reflexiona: «Si bien quedó atrás el machismo y la vergüenza que antes limitaba a muchas mujeres, es preciso señalar que la familia aún las deja solas en este asunto.
«Es triste ver como esposos, hijos e hijas, amistades, vecinos, compañeros de trabajo... todo el mundo se entera de que la paciente está enferma justo cuando ya no hay tiempo para prevenir. Y esto ocurre, en gran medida, porque las lesiones precursoras del cáncer son provocadas por el Virus del Papiloma Humano (VPH) que puede transitar por el organismo silenciosamente, sin síntomas, por mucho tiempo.
«Generalmente las pacientes se preocupan por estudiarse cuando detectan señales preocupantes, ya sean los condilomas acuminados, la leucorrea (flujo vaginal), los dolores y sangramientos frecuentes o durante el contacto sexual, e incluso las sensaciones de ardor y secreción fétida sostenidas por meses.
«No pocas veces nos enfrentamos al diagnóstico cuando ya el problema resulta peligroso para la vida de la paciente. Sin embargo, este cuadro clínico puede cambiar con la sencilla realización de una prueba citológica a tiempo, realizada con sistematicidad, que ayuda a identificar y combatir tempranamente a los NIC y a sus malignas consecuencias».
ITS al acecho
Según alertan numerosos especialistas —y es tema frecuente en congresos relacionados con esta rama de la medicina—, asusta lo que está ocurriendo hoy con esas adolescentes que llegan a la consulta de Patología de Cuello en un estado alarmante, producido en la mayoría de los casos por una ITS mal atendida.
A los 25 años, edad mínima concebida para el programa nacional de detección de CCU, ya muchas jóvenes han experimentado su primera relación sexual, y en algunos casos se presentan además otros factores de riesgo, como la promiscuidad, ITS recurrentes o no curadas, el hábito de fumar, cervicitis mal atendidas, uso prolongado de tabletas anticonceptivas o dispositivos intrauterinos y hasta laceraciones o traumatismos debido a interrupciones de embarazos (legrados y regulaciones menstruales), además de posibles trastornos dejados por el parto y puerperio (período de cuarentena) en tan temprana edad.
«En estas adolescentes de mayor riesgo, el Virus del Papiloma Humano transita sin piedad, y si esperamos a los 25 años para la primera prueba citológica puede ser tarde para ellas. Algunas están enfermas sin saberlo.
«Por eso considero que ni el rango de edades para este medio de diagnóstico, ni el intervalo de tres años para su repetición pueden ser una camisa de fuerza», estima Lesbia.
Cada mujer es —en este como en otros aspectos de la sexualidad—, un mundo único: Si el personal de la Atención Primaria sabe que la joven tiene antecedentes y factores de riesgo latentes, tanto por su conducta como por su historia de salud, es prudente indicarle un examen fuera del programa de rutina, sembrarles esa conciencia, hasta que se genere en ellas la necesidad de visitar la consulta ginecológica, aun cuando se sientan perfectamente, para hacerles comprender el valor de este paso preventivo para su salud sexual, reproductiva y mental.
La prueba citológica permite tomar muestras de las células del cuello del útero para analizar luego en busca de posibles enfermedades