Cazadores de sombras, porque esa es la denominación que asume una milenaria raza, cuyos miembros son mitad humanos y mitad ángeles
Llegó a la televisión después de probar fortuna infructuosamente en el cine. Ni siquiera le ayudó el hecho —o tal vez justo por ello— de haber nacido inspirada en la exitosa saga de libros escritos por Cassandra Clare bajo el título de Shadowhunters. Justo así, Cazadores de sombras, se ha nombrado la película de Harald Zwart (2013) y la serie, cuyas temporadas transmite por estos días la Televisión Cubana.
Cazadores de sombras, porque esa es la denominación que asume una milenaria raza, cuyos miembros son mitad humanos y mitad ángeles, venidos a este mundo para luchar contra los demonios que pretenden fulminar a la humanidad. A tan selecto club pertenece Clary Fray, la protagonista de esta historia; un hecho que no alcanza a descubrir hasta el momento en que está celebrando su cumpleaños 18.
Con tal argumento, la película terminó siendo un fiasco en la taquilla. Las razones fueron muchas, pero al parecer la primera desilusión estuvo en que los espectadores corrieron hasta las salas oscuras en busca de la reproducción fiel del texto que tanto los había atrapado, algo que no ocurrió de ese modo. Más bien hallaron actores y personajes forzados, conflictos dramáticos en el aire, tramas insustanciales...
Sin embargo, el hecho indiscutible de que las novelas de Cassandra Clare sean tan «seriéfilas» explica el motivo por el cual la cadena Freeform y Constantin Film, apostaran por este proyecto, dejando claro desde el principio que estamos ante una «adaptación ligera», para evitar la decepción de los amantes de los libros.
De cualquier modo, en esta ficción televisiva el punto de partida es el mismo y los personajes también, aunque las acciones y el desarrollo no se guíen totalmente por el original que les dio vida. La versión de Shadowhunters inicia también el día del cumpleaños de Clary Fray (Katherine Mcnamara), quien decide visitar un club nocturno junto a su mejor amigo, Simon Lewis (Alberto Rosende). Sorpresivamente se convierte en testigo de un asesinato a manos de un grupo de jóvenes, los llamados cazadores de sombras, que le harán saber que no únicamente ella, sino además su madre, pertenecen a ese linaje. Al volver a casa, Clary descubre que la autora de sus días ha sido secuestrada y acude a Jace Wayland (Dominic Sherwood), otro miembro de esa estirpe, para encontrarla.
Sucede que, a veces, como se trata de uno de esos dramatizados destinados al auditorio juvenil, sus creadores (en este caso el autor es Ed Decter) tienden a subestimar dicho público, considerando que les importuna ponerse a pensar, a reflexionar, y que solo les interesa refrescar, desconectar. Por tal razón, en este tipo de serie, por lo general, la trama se torna bastante simple, con abundantes destellos de luces y personajes poco profundos, e interpretados por bellezas y «bellezos» que con frecuencia se limitan a poner poses y caritas cada vez que la cámara les enfoca.
Por todo lo anterior no es difícil concluir que lo único que persiguen los ideólogos de Cazadores de sombras es entretener a su auditorio meta, lo cual también pudiera resultar válido, por supuesto, aunque a uno le da «cosas» ver cómo se desaprovechan oportunidades para introducir temas más complejos relacionados con las tantas inquietudes que siempre tiene ese grupo etáreo.
Lo innegable es que nos enfrentamos a una serie ligera y tremendamente animada, cuyos episodios transcurren con la velocidad de la luz y hasta simpática por momentos. Porque, por lo demás, el argumento de Cazadores de sombras no es nada del otro mundo, debido a que los guionistas decidieron dejar a un lado no pocas tramas del original, aunque sí reforzaron la acción con el fin de que no se eche de menos aquello a lo que Cassandra Clare le otorga mucha importancia en sus historias.
Otra cosa distinta sucedió con el desarrollo y las relaciones entre personajes en Cazadores…, que constituyen uno de los puntos más fuertes dentro de la obra de la afamada escritora. Ello explica el porqué los diálogos que se escuchan en ocasiones no funcionan y las escenas son poco creíbles.
En cuanto a las actuaciones, la mayoría de los intérpretes no llegan a comprender del todo sus respectivos papeles. Clary Fray en ningún momento logra convertirse en ese personaje femenino fuerte e imparable que se espera en este tipo de producciones; ese lugar lo ocupa en todo caso Isabelle Lightwood (Emeraude Toubia), cazadora y hermana de Alec (Matthew Daddario). Distinto a como se muestra en la saga literaria (una muchacha común), esta Clary es una especie de entaconada top model que se la pasa coqueteando y/o sufriendo.
Jace Wayland, en tanto, a pesar de que posee un peso dramático destacado, su intérprete, Sherwood, no consigue estar a la altura. En verdad, de entre los actores que representan roles principales es Alberto Rosende quien logra entregarnos un Simon Lewis más verosímil y orgánico.
Siendo del todo justos, hay aspectos de Cazadores de sombras que se han ido componiendo sobre la marcha, como el uso de los efectos especiales que, sobre todo al principio, lucieron poco afortunados de acuerdo con el nivel que alcanzan puestas como estas; algo compresible, si se toma en consideración que después del fracaso de la película, la adaptación televisiva no pudo disfrutar de altos presupuestos, como sí lo tienen sus iguales.
Con todo y lo anterior, la serie cumple con su encargo de hacer pasar un buen rato, y para la mayoría de los televidentes eso es más que suficiente.
En Cazadores de sombras la mayoría de los personajes provienen de la obra original: Clary, Jace, Alec, Simon, Isabelle, Magnus... Sin embargo, algunos fueron creados especialmente para esta ficción, al estilo de Lydia Branwell, interpretada por Stephanie Bennett, en un papel de protagonista invitada. De acuerdo con Cassandra Clare y Ed Decter, su personaje fue ideado para ayudar a incorporar «los Acuerdos y el papel que las familias originales juegan en la historia de los cazadores de sombras».
Stephanie Bennett como Lydia Branwell.
Aunque la mayoría de las series dirigidas a jóvenes y adolescentes no buscan mucho más que entretener, existen muy honrosas excepciones, que han llegado a convertirse en clásicos, sobre todo por su forma distinta de entender y representar estas edades en televisión. En ese caso se hallan las británicas Skins, Misfits y My Mad Fat Diary; así como la noruega Skam. MTV, un canal destinado especialmente a lo musical, ha entregado, joyitas como Awkward y Faking It, mientras que Netflix, el gigante de la TV por Internet, llamó mucho la atención en 2017 debido a la original Por trece razones.
Otras series al estilo de Dawson creek, Buffy, cazavampiros, Veronica Mars, Felicity, One Tree Hill, The O.C. o Gossip Girl se volvieron fenómenos culturales.