Nacida para agrupar una serie de publicaciones periódicas dirigidas a niños, adolescentes y jóvenes, la Casa Editoria Abril atesora una fructífera trayectoria en 35 años de existencia
Estoy casi segura de que algunas de las primeras páginas donde posé la mirada, incluso cuando mis ojos todavía no identificaban una letra del alfabeto, pertenecían a la revista Zunzún. Podría decirse que para esta redactora, como para otros muchos coetáneos, fue una suerte de pórtico, la entrada al mundo de la lectura, del conocimiento…
No sabía en aquel entonces lo que hoy: cada cuartilla, imagen e historia era el resultado de la voluntad, del deseo de hacer, del impulso incontenible de soñar con el porvenir. Porque desde su surgimiento, el 1ro. de julio de 1980, Abril ha logrado, con su labor, ser mucho más que un sello editorial y se ha convertido en un enorme laboratorio de ideas donde se piensa el joven de hoy y se proyecta el hombre del mañana.
En 35 años de existencia, la editorial atesora una fructífera trayectoria. Nacida para agrupar una serie de publicaciones periódicas dirigidas a niños, adolescentes y jóvenes —algunas de ellas emblemáticas—, acoge en su seno las revistas Pionero, Zunzún, Somos Jóvenes, Alma Máter, Juventud Técnica y El Caimán Barbudo; así como un proyecto para la producción de libros.
Como sello perteneciente a la Unión de Jóvenes Comunistas, Abril desarrolla, además, un trabajo dirigido a reflejar las prioridades de las organizaciones estudiantiles y juveniles que representa.
Contribuir a la formación de las noveles generaciones de cubanos y al enriquecimiento de la cultura política, ideológica, ética, histórica, científica y ecologista, resaltando nuestra identidad y el amor a la obra de la Revolución, son algunas de las premisas que distinguen su quehacer. Para ello, temas como la historia de Cuba, la lucha contra el bloqueo, los esfuerzos por la liberación de los Cinco, la prevención de las adicciones y la promoción de salud no han faltado en sus páginas.
Son muchos los nombres de grandes creadores y colaboradores que pasaron por esa institución, ya fuese desde el periodismo, la literatura, la gráfica o la historieta. Guillermo Cabrera Álvarez, Jorge Oliver, Juan Padrón —quien realizara la primera portada de la revista Zunzún con el personaje de Elpidio Valdés—, son algunos de los que estuvieron en la génesis de esa obra.
La Casa Editora Abril es fábrica, taller y escuela que ha forjado ilusiones y realidades. El concurso literario Premio Abril, convocado por el sello, es una de esas oportunidades que ha permitido moldear talentos y abrir caminos a los bisoños mediante la publicación de la obra inédita de autores noveles o consagrados, dedicada a los niños y jóvenes. Enrique Pérez Díaz, Celima Bernal y Ana María Valenzuela se hallan entre esos ejemplos.
A ese empeño también se suma el Premio Calendario, un galardón que otorga la Asociación Hermanos Saíz con apoyo de Abril, para reconocer y publicar las mejores obras presentadas por la vanguardia literaria juvenil en poesía, narrativa, literatura infantil, ensayo, teatro y ciencia ficción.
Innumerables satisfacciones asimismo acumula esta casa de todos. Zunzún y Pionero han sido merecedoras de Los Zapaticos de Rosa; Alma Máter y El Caimán Barbudo se alzaron con el Premio Nacional de Periodismo Cultural de la Uneac; mientras que la publicación Juventud Técnica fue distinguida en varias ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo Científico-Técnico Gilberto Caballero. Lauros de la crítica, la gráfica y la ilustración se incluyen entre los múltiples reconocimientos.
Sin dudas la pasión por los libros constituye uno de sus grandes pilares. Baste mencionar que el Departamento Editorial propone anualmente más de 50 títulos dirigidos a públicos diversos, con una selección en la que destacan varios que han posibilitado adentrarnos en la vida y obra del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz; de José Martí, Che Guevara...
Al decir de Javier Dueñas, director de esa institución, una de las fortalezas del colectivo es «su tradición de mirar la realidad sin perder la capacidad de asombro y abordar su complejidad cuidando de no caer en el lugar común, el aburrimiento o la simplificación».
No es un secreto que crear para los niños y jóvenes es, quizá, una de las faenas más complicadas y desafiantes que existen. La editora ha asumido el reto con la confianza de quien apuesta por el futuro, porque ellos saben que cuando hay voluntad, una flor puede hacer una primavera.