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Un chat sobre el polvo del Sahara

Comienzan a abundar los memes y las fotos sobre el muy llevado y traído fenómeno, y con ello, la curiosidad

Autor:

Iris Oropesa Mecías

¡Ay!, Dios mío, aparte de la Covid-19 y la cuarentena, ¿ahora también polvo de no sé dónde?». Así se quejaba, en estos tiempos de chat y mensajería, mi amiga Suset, estresada por tener que pasar su embarazo en aislamiento y saturada de noticias negativas. Junto a su queja, un emoticón de carita asustada sonaba en mi teléfono.

Su preocupación es compartida por decenas de personas que en este mes de junio han publicado en sus redes sociales imágenes de su ciudad bajo una densa bruma amarillenta. Descubramos juntos las respuestas básicas y un poquito más de lo que se ha estudiado de este interesante fenómeno.

¿Ay, Kéjeso?

El portal Atlantic Oceanographic and Meteorological Laboratory sostiene que la Capa de Aire Sahariana (SAL, por sus siglas en inglés) es una masa de aire muy seca y cargada de polvo que se forma sobre el desierto del Sahara a finales de la primavera, durante el verano y temprano en el otoño, y se mueve usualmente hacia el océano Atlántico Norte cada 3-5 días.

Los brotes de SAL generalmente tienen un espesor de tres kilómetros y se elevan aproximadamente a 1,5 kilómetros sobre el océano. Estas masas se convierten en un fenómeno transoceánico debido a la presencia de vientos alisios en ciertas épocas del año, principalmente entre junio y agosto. Al ser impulsadas, pueden cruzar el Atlántico y recorrer más de 10 000 kilómetros hacia la región de América.

¿Los Plus?

Este fenómeno no tiene solo impactos negativos, como se suele pensar si no se maneja suficiente información. De hecho, una de las grandes utilidades de este tipo de nubes es que suelen dificultar la formación de huracanes o los debilitan, al coincidir.

Como bien explica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, los sistemas tropicales necesitan varias condiciones para su formación, entre ellas, la temperatura del agua y la humedad de la atmósfera.

La densa y seca capa de polvo del Sahara incide precisamente en esto: disminuye la humedad atmosférica. Por eso, aunque el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos y otros similares han proyectado para este 2020 una temporada ciclónica intensa, se cree que si más nubes de este tipo se trasladan en momentos coincidentes, la formación de huracanes intensos podría verse debilitada.

El desierto del Sahara es uno de los lugares más secos del mundo y cubre el 25 por ciento del continente africano, lo que implica que tiene casi el mismo tamaño que China. Su arena absorbe durante las largas jornadas de cada día el calor que irradia después en grandes cantidades a la atmósfera. De ahí que las nubes que llegan a nuestra región sean muy secas.

Otras «ventajas» de estas capas de polvo son que suelen transportar sustancias minerales que nutren los suelos fertilizándolos, sobre todo en una etapa del año en que las lluvias pueden empezar a escasear en la región de América. Las nubes transportan específicamente partículas minerales como hierro, calcio, fósforo, silicio y mercurio. También mueven microrganismos como virus, bacterias y hongos, y diminutos ácaros patógenos y contaminantes orgánicos que acompañan a esos minerales y suelen jugar un papel nocivo, por otro lado.

Asimismo, este polvo actúa como un asombroso efecto de enfriamiento en esta región del planeta. Una noticia siempre buena si se piensa en el azote del cambio climático y el efecto invernadero.

El polvo contribuye al enfriamiento porque, suspendido en la atmósfera, realiza un efecto de apantallamiento, reflejando la luz solar hacia el espacio. Como explica el investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales catalán, Antoni Rosell, además, «al depositarse en los océanos, los nutrientes que aporta permiten fertilizar el mar y contribuyen a una mayor productividad de algas, que absorben el CO2 de la atmósfera».

El polvo enrareció el cielo cubano por estos días. Foto: Tomada de Facebook

Los contras

Una de las razones por las que, precisamente, en este año la capa ha tenido un protagonismo noticioso mayor está relacionada con que la afección por la COVID-19 es de tipo respiratorio, y este fenómeno tiene consecuencias para ese sistema del organismo. En el tema del impacto sobre nuestra salud, lo esencial es el asunto del tamaño de las partículas que transporta esta masa.

Las partículas en suspensión (PM) se clasifican según su tamaño. Las PM gruesas, las más grandes, miden de 2,5 a diez micrómetros (de 25 a cien veces más pequeñas que un cabello humano) y son normalmente de origen natural como las que vienen del desierto. Las partículas finas, las más pequeñas, son las llamadas PM2.5, de menos de 2,5 micrómetros, la presencia de las cuales se atribuye principalmente a procesos de combustión del tráfico rodado.

Según la Organización Mundial de la Salud, las partículas que no son procesables para el cuerpo humano son aquellas que superan los diez micrones por metro cúbico, mientras las que trae esta nube, según los monitoreos disponibles, son las PM2.5, o sea, miden menos de 2.5 micrones.

Aun así, las micropartículas suelen alojarse en el aparato respiratorio, causando enfermedades menores como asma, alergias y algunos síntomas molestos: sensación arenosa en los ojos y escozor o resequez en la piel.

Un estudio reciente estima resultados más serios. Según datos de la Organización Meteorológica Mundial, las partículas de polvo causaron solo en 2014 unas 400 000 muertes prematuras por enfermedad cardiopulmonar en la población de más de 30 años de edad.

Sin embargo, como todo fenómeno natural, estas capas de polvo parecen encerrar no solo cosas negativas, sino también una combinación de aportes y cambios a nivel atmosférico que estimulan la mente científica al descubrimiento, como un diamante que necesita ser pulido y cada vez mejor estudiado, más allá del temor y los memes de fastidio.

Recomendaciones para «desempolvarse»

Entrevistada por el Observatorio del Tiempo, el Clima y la Salud, la doctora Mirta Álvarez Castellón, presidenta de la Sociedad Cubana de Alergia y Asma, recomienda no alarmarnos, sino informarnos y protegernos ante lo que está ocurriendo.

Igualmente, aconseja disminuir la exposición al polvo, que puede lograrse permaneciendo en los hogares, siempre que sea posible, y evitar realizar ejercicios físicos al aire libre en los días de máxima presencia del polvo.

Aclara que los pacientes con alguna condición previa de enfermedad respiratoria y alergia deben ser rigurosos con el tratamiento preventivo indicado por su médico. Si utilizan su medicación de control, asegura la doctora, como los esteroides inhalados Beclometasona o Fluticasona, estarán más protegidos.

También explica que el uso de la mascarilla facial o nasobuco, en estos momentos resulta esencial para el control de la pandemia y también para protegerse del polvo, al igual que el uso de espejuelos, barreras para el contacto del polvo con los ojos, la nariz y la boca.

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