La verdad se nos levanta ante los ojos: hay que reimplantar la disciplina laboral, rescatarla de los aspavientos de la indisciplina. Pero la indisciplina no supone solo un fenómeno, una manifestación de desorden. Tiene sus causas. De modo que para proscribirla, corregirla, necesitamos tener en cuenta principalmente el origen del relajamiento. El médico que solo ataca los síntomas, para aliviarlos, no cura la enfermedad. Esa es la terapéutica de la aspirina.
Estimado Sr. Presidente:
Y de ladrones, que no de rameras, se habla bastante hoy en el Estado judío. Ah, y de guerras fracasadas, y de renuncias.
«Cuanto más cerca, más lejos. Cuanto más lejos, más cerca». Ese acertijo, de apariencia dócil e inofensiva como los unicornios, me acompañó toda mi infancia. Su respuesta era obvia, pero la mansedad de la inocencia, como a muchos, nos impidió entender el profundo significado de ese juego del idioma llegado hasta nosotros por tradición hispana.
Pues sí, es Sarkozy, el de la «mano dura» contra la delincuencia y la inmigración, quien representará a la oficialista Unión por un Movimiento Popular (UMP) en la liza electoral del próximo 22 de abril. Ese día disputará la presidencia de la República con la socialista Segolene Royal, a la que ya se iguala en las encuestas.
Ocurrió, entonces. Como indicaban las filtraciones deliberadas de la Casa Blanca sobre «la nueva estrategia» en Iraq que W. Bush proclamó en su discurso del miércoles 10, se enviarán más tropas estadounidenses al país ocupado. En realidad, ese «aumento» —como se lo denomina para no utilizar la palabra «escalada», que carga con desagradables reverberaciones vietnamitas— estaba en marcha antes de su anuncio: tropas de la 82ª división aerotransportada llegaron a Bagdad ese mismo miércoles y otros 800 de sus efectivos se sumaron el jueves. Contemporáneamente, una encuesta revelaba que el 61 por ciento de los norteamericanos consultados —contra el 36— se opone a semejante «ampliación» (Angus Reid Global Monitor, 10-1-07). Según la Constitución de EE.UU., Bush preside «un gobierno del pueblo para el pueblo».
La del 9 de enero pasado hubiera podido ser una peregrinación más. De esas que se conciben para cumplir con una efeméride, aunque apenas estemos convencidos del legado que nos dejó la persona en cuestión, como si prefiriéramos honrar más a los huesos que a la obra. Pero esta, que ya es una tradición en el Longina, el festival nacional de la trova joven, fue otra cosa. Y es que el aporte del autor de Santa Cecilia, Las flores del Edén, Adriana, Aurora...no solo consistió en lograr una envidiable alianza con las musas, al punto de que su lírica se convirtiera en la poesía cantada de muchos, sino en ser capaz de enamorar a los villaclareños de la trova, porque, sin duda, Corona los hizo aferrarse a ella como el tornillo a la tuerca; bendijo un matrimonio entre trovadores y auditorio que ha perdurado a pesar de algunas «infidelidades». Es la única explicación que encuentro para entender lo que ocurrió con la trova y sobre todo con los jóvenes durante casi una semana en Santa Clara.
Ficción, sí, pero no de la más pura. Si las leyes se aplicaran sin dobles raseros en este mundo, la trama de El juicio de Tony Blair tendría toda la lógica de un suceso real.
En este comentario no voy a anegar mi juicio en el pozo ciego de quienes despotrican del reguetón a la menor oportunidad, ni mucho menos caeré en el círculo vicioso de intentar hallar un punto de equilibrio entre sus presuntas virtudes y sus supuestos defectos.
Primero creí que era exageración de mi amiga. Luego su rostro, mezcla de perplejidad con cierta rabia antigua, me llevaron a creerle. Cuando el ginecólogo anunció la llegada de su primer hijo, corrió a encargarle una cuna a un carpintero.