Lo que ha ocurrido en Europa, el norte de África, Asia y el Medio Oriente, en los últimos 24 años es algo poco menos que infernal. Las guerras se han encadenado unas con otras. Desde enero de 1991, en que dio comienzo la llamada Guerra del Golfo, hasta el día de hoy, no ha habido un momento de paz en esas regiones. Es como si el diablo en persona hubiese establecido el centro de su infierno por aquellas zonas.
Decenas de miles de personas perdieron la vida en la guerra de Estados Unidos y algunos aliados contra Iraq, que comenzó en enero de 1991. A este conflicto le siguió la Guerra en los Balcanes —o, como también algunos las conocen, Guerras Yugoslavas—, que sucedió entre 1991 y 2001 y que dejó más de 140 000 muertos. De Europa, las guerras se trasladaron para Asia, con el conflicto contra Afganistán y después contra Iraq, por segunda vez, para desde allí trasladarlas hasta el norte de África, y ahora terminar en Ucrania, la Franja de Gaza, Siria e Iraq, por tercera vez.
Personalmente, no creo en la existencia del diablo, pero sí creo que algo con características diabólicas se ha desatado en los últimos años por aquellos lugares tan alejados de nosotros. Son muchos millones de seres humanos los que han perdido la vida, los que han visto sus viviendas destrozadas por las bombas, los que han tenido que irse de sus pueblos y ciudades para ir a vivir en la miseria de los campos de refugiados.
Ahora, cuando apenas los israelíes pararon de arrasar a los palestinos, los aviones y los barcos norteamericanos comenzaron una carnicería en Iraq y Siria con la intención de acabar con la avanzada de los yihadistas del llamado Estado Islámico.
Este grupo de extremistas islámicos, que comenzó como parte de la organización terrorista Al Qaeda en Siria, desde comienzos de año ha ido subiendo como la espuma y se extendió hasta Iraq, donde ha llegado a controlar casi un tercio del país. Los objetivos de estos extremistas —y los han hecho saber de un modo más que claro— es establecer un Califato musulmán donde se impongan las leyes que ellos mismos consideren las más puras del Islam, en donde no exista ni el más mínimo espacio ni para una idea ligeramente diferente o moderada.
De su actuación no se escapa nadie, ya que no solo se ha visto cómo decapitan a ciudadanos indefensos de Occidente, sino que han masacrado a miles de musulmanes moderados que se han negado a profesar sus interpretaciones radicales sobre esa religión, o a aceptar sus despiadados métodos.
Cuando tanto los europeos como los norteamericanos empezaron a ayudar con dinero y armas a los grupos que en Siria luchaban por derrocar al Gobierno de ese país, uno de los más beneficiados fue el Frente al Nusra, que es como se llama Al Qaeda en Siria. De ese Frente se independizó este grupo del llamado Estado Islámico. Ya independientes, comenzaron a avanzar sobre los territorios sunitas del norte de Iraq, tomando ciudades y aldeas con relativa facilidad, ya que el ejército iraquí, entrenado por Estados Unidos para mantener el orden en aquel país, huía despavorido ante los militantes islámicos que recibieron apoyo de los sunitas de aquellas tierras. Aunque el respaldo popular que recibieron al comienzo de su avanzada ya no es el mismo, se conoce que muchos oficiales del antiguo régimen de Saddam Hussein están dirigiendo parte de las tropas de los yihadistas islámicos.
No hay duda del poder que han llegado a adquirir estos terroristas. En lo que va de año, han acumulado una gran cantidad de recursos monetarios, los cuales han adquirido asaltando bancos, extorsionando a comerciantes, secuestrando personas, cobrando impuestos y vendiendo petróleo en el mercado negro. Según oficiales de inteligencia de Estados Unidos, este grupo posee más dinero y recursos materiales que «cualquier otro grupo de terroristas en la historia».
Supuestamente, hasta el momento, controlan más de diez campos petroleros al norte de Siria y venden este producto a un precio muy inferior al precio del mercado internacional.
Por su agresividad, este grupo se ha convertido en un verdadero peligro no solo para sirios e iraquíes, sino para cualquier nación, ya que están haciendo metástasis en otras partes. Con los recursos que posee, tiene capacidad para hacer acciones terroristas en cualquier lugar del planeta. Es por eso que Estados Unidos se ha vuelto a poner el traje de «policía del mundo», creando una coalición para tratar de aniquilarlos.
Creo que cualquier persona civilizada ve la necesidad de controlar y destruir a esta banda de terroristas y asesinos, pero existen formas legales de hacerlo. Por ejemplo, Iraq le pidió ayuda a los norteamericanos y estos comenzaron a bombardear a los yihadistas, pero ¿con qué legalidad están los aviones de Estados Unidos tirando bombas sobre Siria? ¿No hubiera sido más respetable, legal y aceptable ante la comunidad internacional haberlo hecho con un mandato de la ONU o con permiso del Gobierno sirio? ¿Por qué este gran país sigue actuando de esa forma?
*Periodista cubano radicado en Miami