El tema de los maduradores resulta recurrente, a tal extremo, que muchos consumidores decidieron, sabiamente, comprar frutas y plátanos de freír solo verdes, por temor a que estén madurados «a la cañona».
Desde estas páginas hemos denunciado la dañina práctica. El uso de sustancias químicas nocivas, para madurar de una manera anárquica, sin ningún fundamento técnico, deviene un riesgo para la salud del consumidor.
Esas sustancias son capaces de contaminar a las personas a través de los alimentos, por las vías respiratorias, el contacto con la piel y las mucosas. Concentraciones inadecuadas de ellas pueden ocasionar una intoxicación aguda. A quienes crean que son inocuas, debe hablárseles de otra característica suya, más demoledora: también poseen un efecto acumulativo en el organismo.
Aunque no haya síntomas, pasado un tiempo —años incluso— existe la posibilidad de que provoquen enfermedades. No resulta casual que el personal que por su trabajo manipula productos químicos, esté bajo la vigilancia del sistema de Salud y sea sometido a un chequeo periódico.
Es importante que abordemos cómo en este proceder de madurar «a la cañona» influye, indirectamente, la funesta predilección por cosechar las frutas y plátanos de freír tiernos, es decir, en un momento en que carecen de su madurez fisiológica.
Desgraciadamente también se ha generalizado esa costumbre. En opinión del Doctor en Ciencias Sergio Rodríguez, director del Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT), la recogida de las cosechas de frutas y el plátano macho adelantadas afecta su calidad, disminuye los rendimientos y demora su ciclo de maduración.
Para ilustrar sobre el asunto esgrimió estos tres ejemplos: la frutabomba, si se cosecha cuando tiene ya tres franjas amarillas, a los cuatro o cinco días tiene la madurez requerida para consumir, mientras que recogida tierna demora 15 días. El plátano fruta o el macho, totalmente hecho, madura entre los cinco y seis días; acopiado sin llegar a esa condición, una quincena. Y el aguacate, queda listo para ingerir en unas 72 horas, pero sin estar en su punto óptimo de desarrollo demora hasta seis días.
La génesis de «la moda» de recoger las cosechas antes del tiempo previsto —causante de la disminución de los rendimientos en más de un 30 por ciento— se afianza, la inmensa mayoría de las veces, en la premura por obtener ganancias más rápidas.
La recogida de las frutas y plátanos tiernos, sin haber terminado su ciclo fisiológico, ocasiona un daño irreversible, porque cuando se le acelera después la maduración pierden el sabor que los caracteriza y hasta su típico olor. Y tal realidad no solo la perciben, sino que la sufren los consumidores.
Y esto ocurre a pesar de que el INIVIT, en su programa de capacitación a los productores de todo el país, insiste en la necesidad de abolir el método, conveniente solo a quienes echan mano a sustancias químicas improcedentes para «madurar» bien y velozmente sus bolsillos.