A principios de este mes Washington aprobó la venta de armas a Taiwán. La República Popular China consideró la medida una violación de los acuerdos firmados con EE.UU. sobre el respeto a su integridad territorial y sus asuntos internos y, por otra parte, advirtió sobre las graves consecuencias en la cooperación bilateral. Lo sospechoso de esta decisión estadounidense, pendiente de aprobación presidencial desde tiempos de W. Bush, es que tiene lugar justo cuando Beijing y Taipei muestran prometedores avances en su diálogo. ¿Qué raro, no?
A pesar del costo político para los vínculos con China, y a poco menos de un mes de la visita de Barack Obama a esa nación, el Departamento de Defensa de EE.UU. anunció la aprobación del suministro por parte de la empresa Lockheed Martin Corp. de misiles Patriot III a Taiwán, dentro de un paquete global valorado en 6 500 millones de dólares. Los Patriot, de los más avanzados de su clase, son capaces de interceptar otros misiles de corto y medio alcance.
Supuestamente, con estos nuevos equipos Taipei reforzaría sus defensas. ¿Pero para qué, si ahora dialogan, firman acuerdos de cooperación económica y buscan un acercamiento?
El camino hacia un desarrollo pacífico emprendido a ambos lados del Estrecho, especialmente después de la llegada al poder de Ma Ying-jeou, del partido nacionalista (KMT), en marzo de 2008, parece no ser bien visto en la Casa Blanca, si no, ¿qué sentido tiene este ruido, justo ahora?
La paz no forma parte de las prioridades del mayor imperio del mundo, aunque a su presidente le den un premio por adelantado. Pero, incluso para esta cuestión, pesó más el interés por llenar las arcas del complejo militar industrial, que las implicaciones en las relaciones chino-estadounidenses. ¿Mucha crisis?
«Nos oponemos tajantemente a la venta de armas por parte de Estados Unidos a Taiwán, y esta posición es clara y constante. Hemos trasladado nuestras serias protestas a la parte estadounidense, y hemos urgido a que reconozca el grave daño causado», apuntó Jiang Yu, portavoz de la Cancillería china cuando trascendió la noticia, prueba inequívoca de enrarecimiento de las relaciones.
Por su parte, el vicealmirante chino Yang Yi denunció que algunas compañías que venden armamento a Taiwán también quieren suministrar aviones y otros equipos a China, y los calificó como creadores de problemas, según la agencia China News.
Si bien EE.UU. rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en 1979 para establecerlas con China, está obligado por ley a ayudar a la isla a «defenderse» a partir del Acta de Relaciones con Taiwán, aprobada, curiosamente, ese mismo año. Desde entonces continúa siendo principal aliado de la isla secesionista.
Ahora todos los esfuerzos se concentran en Haití. Washington, a través de una poderosísima maquinaria mediática, se erige como «el gran salvador», e incluso omite la valiosa y necesaria ayuda de otros países. Ocupan las ruinas. Encañonan. Después de la urgencia, habrá que seguir de cerca sus siguientes pasos. En lo que respecta a China, el 2010 inició con muy mala sombra. Pero tampoco sorprende. El doble rasero en sus relaciones internacionales es parte de su naturaleza imperial. China, Cuba y el resto de las naciones lo saben. La venta de armas a Taiwán es solo una prueba más. Quizá la punta del iceberg con el que podríamos chocar en los próximos 12 meses.