El primer domingo de diciembre podría convertirse en otra fecha clave para la Revolución Bolivariana. Si los debates mantienen su fluidez, el pueblo decidirá ese día si hay la reforma constitucional: un proyecto de cambios a la ley de leyes que, de aplicarse, adentrará al proceso en una etapa superior.
Sin carácter oficial aún, la fecha fue mencionada como propuesta por las autoridades del Consejo Nacional Electoral, al tiempo que el Parlamento daba el visto bueno, en segunda lectura, al documento.
La discusión más importante, sin embargo, es la que debe estar ocurriendo ahora mismo en las bases con el llamado «parlamentarismo de calle», de modo que sea la propia población la que analice, discuta los cambios, y sugiera.
Entre los propósitos que mueven este pedido de reforma a una treintena de artículos de la Constitución, descuella, precisamente, la necesidad de dar a la gente mayor protagonismo y poder de decisión, para que este paso permita a la Revolución entrar, como pretende, en lo que el presidente Hugo Chávez ha identificado como «socialismo del siglo XXI».
Por eso quiere otorgársele rango constitucional al Poder Popular, y que junto al Poder Municipal, el Estatal y el Nacional, aparezca desde ahora en la Carta Magna como un componente del denominado Poder Público.
Quien siga de cerca los acontecimientos podrá percatarse de que no es festinada, ni repentina esa aspiración de «certificar» a las masas como protagonistas del suceso social y político que tiene lugar en Venezuela.
Probablemente, la prueba más fehaciente del insoslayable y definitorio papel que está llamado a jugar el pueblo —en ese o cualquier proceso político y social— la dieron las mayorías con la devolución de Chávez al poder, el 13 de abril de 2002. Para muchos fue una lección reiterada: nada puede hacerse sin el pueblo.
Hace ya más de un año, la promulgación en Venezuela de la ley que dio surgimiento a los Consejos Comunales, desbrozó el camino para materializar eso que, ahora, se identifica como nueva «geometría del poder», presentada por Chávez como uno de los pilares del socialismo a que se aspira.
La facultad conferida a estos Consejos —electos por la comunidad— para decidir en aspectos tales como las inversiones locales y supervisarlas mediante una contraloría social, resulta un acontecimiento verdaderamente novedoso para Venezuela, y en casi toda América Latina.
Consejos obreros, campesinos y estudiantiles, según el proyecto de reforma constitucional, completarían la materialización de ese poder del pueblo que busca descentralizar y potenciar los gobiernos locales.
Se trata apenas de uno de los aspectos que confieren trascendencia a la reforma y cuya materialización, consecuentemente, será decidida por la población. La última palabra se dirá en el referendo.