OSLO, abril 16.— El terrorista noruego, Anders Behring Breivik, autor de la masacre de 77 personas el pasado verano rechazó hoy en su juicio la culpabilidad por tales sucesos, mientras lloró emocionado por un video suyo de propaganda presentado por la Fiscalía.
Reconozco los hechos, pero no la culpabilidad. Actué en defensa propia, dijo el extremista antiislámico en el proceso legal iniciado este lunes en su contra bajo cargos de terrorismo y homicidio premeditado.
Negado a arrepentirse por los asesinatos, Breivik es enjuiciado por la matanza de 69 personas en el campamento juvenil del Partido Laborista Noruego, y por la muerte de otras ocho víctimas, tras la explosión de una bomba en el complejo gubernamental de Oslo, horas antes.
De acuerdo con su versión, la matanza fue «una acción contra los traidores del Estado que acometen la destrucción cultural del grupo nórdico» y por tanto considera que tal acto fue cometido para «defender a la población étnica noruega».
Estos acontecimientos tienen una dimensión nunca antes vista en nuestra historia moderna, reconoció por su parte la fiscal Inga Bejer Engh, al repasar con una breve descripción el trágico final de las 77 vidas tomadas por el ultraderechista escandinavo.
Sin embargo, la nota de la jornada la ofreció un hasta entonces impasible Breivik, al llorar cuando se mostró en la sala un video suyo de propaganda de apenas 12 minutos de duración que difundió el día de los atentados, cometidos el pasado 22 de julio.
Con el rostro visiblemente enrojecido por la emoción, Breivik derramó lágrimas durante la proyección en pantalla grande de su película presentada como evidencia por la Fiscalía y que incluye mayormente fotos y dibujos de integristas musulmanes.
La Justicia noruega tendrá unas 10 semanas de audiencias para determinar -a raíz de polémicos informes psiquiátricos y encontradas opiniones médicas- si el criminal nórdico está cuerdo o demente, si va a una cárcel o directo al manicomio.
Ello se debe a que un primer reporte de salud mental declaraba a Breivik como esquizofrénico paranoide, mientras un segundo estudio lo certificaba como cuerdo y por tanto, responsable de sus actos ante la ley.
En ese sentido, el ultraderechista insiste en su estabilidad mental y reclama que sus ataques deben ser juzgados como un acto político y no como la obra de un psicópata.
El extremista escandinavo se considera un cruzado en su lucha particular contra organizaciones que apoyan y respaldan la ideología multicultural.
«No reconozco a los tribunales noruegos. Ustedes recibieron su mandato de partidos políticos que sostienen el multiculturalismo», afirmó el terrorista en una clara arremetida contra la política migratoria del gobernante Partido Laborista, la cual Breivik estima como muy suave con los inmigrantes.