La noticia, no por esperada dada su prolongada enfermedad, conmueve: Luis Miranda, quien fuera el presidente de Casa de las Américas de Nueva York desde 1987, falleció el martes 13 en el hospital St. Vincents, de Manhattan.
Nacido en La Habana en 1928, Luis emigró a Estados Unidos en 1948, y fue parte de una generación de hombres y mujeres que siempre tuvieron presente a su querida Cuba, contribuyeron decididamente a su libertad durante la lucha contra la tiranía batistiana, y luego se irguieron en la salvaguarda de la Revolución frente a las amenazas de las administraciones estadounidenses y los ataques y agresiones de los grupos terroristas anticubanos.
Fue un verdadero luchador en defensa de Cuba, su independencia y soberanía, como destacan los mensajes que han estado llegando a Juventud Rebelde, y que rinden homenaje a su permanente lucha a favor de su Patria, donde es su deseo expreso que reposen sus restos.
De su valentía y decisión hablan las agresiones de las que fue víctima en más de una ocasión por su permanente actividad a favor de Cuba y su Revolución, desde los años en que se comprometiera en Nueva York con el Movimiento 26 de Julio hasta el último momento de su vida.
Una entrevista que le hiciera en 2003 el colega Hedelberto López Blanch, revela que durante una marcha hasta el Pentágono, a finales de la década de los 70, fue reprimido por la policía a caballo, provocándole una lesión en la columna vertebral; en 1978 le dispararon cuando salía de una reunión en la Casa de las Américas y lo hirieron en la cadera; luego fue apuñalado en 1982 cuando recién había salido de la Misión diplomática cubana ante la ONU.
Similares ataques y agresiones se produjeron contra la Casa de las Américas, por parte de terroristas que hoy andan en libertad y protegidos por las calles de Estados Unidos, como son los hermanos Novo Sampoll y otros: hubo bombas o intentos frustrados de plantar artefactos explosivos en los años 60, durante la celebración del 26 de julio de 1978, hasta completar unos 70 ataques terroristas de diversa índole.
Ninguna de esas acciones delictivas anticubanas aplacaron la bravura, dignidad, lealtad revolucionaria y patriotismo del amigo y compañero Luis Miranda.