El ajedrez a la ciega formó parte, el pasado 22 de enero de 2025, del mayor evento cultural y literario acogido por la BNCJM. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 12/04/2025 | 07:14 pm
Cada vez más marcado por la espectacularidad, el deporte contemporáneo ha consolidado ciertas modalidades que deleitan de manera sistemática a millones de aficionados. Desde las definiciones por penales en el fútbol, las carreras del hectómetro en el atletismo, los duelos de home run derby en el béisbol hasta los relevos combinados en la natación; estas pruebas-vedettes no han dejado de seducir a la comunidad deportiva por su carácter sensacional y desafiante.
En el caso del juego ciencia, tal vez pocas prácticas generan una expectación tan rotunda como el ajedrez a la ciega en la que dos trebejistas se enfrentan sin visualizar el tablero. Proeza inaudita del pensamiento abstracto, el blindfold chess exige una capacidad poco común de cálculo estratégico, solamente desarrollada por un puñado de grandes maestros. Harto provechoso si se le administra en términos razonables, el ajedrez de memoria ha perdurado en la larga duración histórica más allá de estigmas o recelos.
Aunque el ajedrez a la ciega se le identificaba desde el siglo XVIII como una suerte de enfrentamiento hándicap —en el que el jugador más dotado se le privaba del acceso visual al tablero para equiparar fuerzas—, con el decurso de las décadas fue mereciendo un interés sostenido de la prensa y los aficionados. Hasta las postrimerías del siglo XX en que pudo consolidar un circuito competitivo propio, el blindfold chess ha contado con prestigiosos exponentes entre la élite ajedrecística.
Al arribar Jaque perpetuo a su décima entrega, qué mejor oportunidad que profundizar las expresiones más abarcadoras e inauditas del juego ciencia. Entre ellas, el ajedrez a la ciega sigue desconcertando a amateurs y especialistas que continúan admirando la capacidad sin límites de las mentes prodigiosas.
De Luisiana para el mundo
Con la fama literaria póstuma que mereció la literatura de Edgar Allan Poe entre los escritores franceses, podría compararse la fuerza con la que irrumpió el trebejista Paul Charles Morphy en las principales capitales europeas. Luego de haber derrotado en la década de 1850 a los jugadores más fuertes de su época, Morphy fue aclamado en múltiples ocasiones como «campeón del mundo», si bien existe un consenso historiográfico que el primero que alcanzó esa condición fue William Steinitz en 1886.
Además de sus porfías competitivas, Morphy plasmó su superioridad ante sus virtuosos concurrentes en sesiones simultáneas, donde el estadounidense sacó la mejor parte, como la que disputó en Londres en 1859 ante cinco de los mejores trebejistas del planeta —el francés Jules Arnous de Rivière, el húngaro Johann Löwethal y los británicos Henry Bird, Samuel Boden y Thomas Barnes—, en la que obtuvo un saldo favorable de dos victorias, par de tablas y una derrota.
Una de las escenas que más ha perdurado en el imaginario ajedrecístico es aquella que recrea al genial estadounidense enfrentando a ocho contrincantes a la ciega en el parisino, Café La Régence. Reproducida hasta la saciedad en los principales medios europeos desde que el semanario Le Monde Illustré la diera a conocer el 16 de octubre de 1858, la imagen de Morphy jugando de espaldas a sus rivales en la meca de los trebejos parisinos, no deja de impresionar a los lectores del presente.
Curiosamente, uno de los cotejos más célebres disputados por Morphy en la capital francesa, se desarrolló el 21 de octubre de 1858 en la Sala Le Peletier de la Ópera de París, durante una puesta en escena de la tragedia lírica Norma. En efecto, durante la representación de la pieza dramática de Vicenzo Bellini, el estadounidense enfrentó sin visualizar el tablero al duque de Brunswick y al conde Isoard de Vauvenargues, en la célebre Partida de la Ópera que posee extraordinarios valores didácticos para los trebejistas principiantes, en temas estratégicos como el desarrollo de las piezas y el ataque coordinado al rey.
Otra maravilla trasatlántica
Los miembros del club de ajedrez de Brooklyn que sufragaron el viaje interoceánico de Harry Nelson Pillsbury para que compitiera en Hastings 1895, no previeron que estaba a punto de gestarse una de las mayores sorpresas deportivas de la historia. Ciertamente, en el primer torneo internacional acogido por el balneario británico —cuya celebridad en el juego ciencia es equiparable a la de Wimbledon en el tenis de campo—, pocos habían vaticinado la victoria del estadounidense teniendo en cuenta la participación en Hastings del vigente campeón Emanuel Lasker, del ex monarca William Steinitz, de los retadores a la corona mundial Mijail Chigorin e Isidor Gunsberg, y de los miembros establecidos de la élite ajedrecística —y futuros aspirantes al título universal—, Siegbert Tarrasch, Carl Schlechter y David Janowski.
Pese a su muerte prematura en 1906, Pillsbury deleitó a sus contemporáneos por su prodigiosa capacidad cerebral, digna de Funes el memorioso, la cautivadora narración de Jorge Luis Borges. En efecto, en una misma sesión que combinaba el ajedrez, el juego de damas y el whist, el nacido en Somerville fue capaz de enfrentar con los ojos vendados a una veintena de contrincantes.
En lo concerniente al blindfold chess, Harry Pillsbury en Hanover 1902 realizó una proeza individual no apta para mentes comunes: a la vez que alcanzó el subtítulo en el apartado de élite, disputó en su jornada de asueto una simultánea a la ciega de 21 tableros frente a los animadores del Hanover Hauptturnier, el grupo compuesto por aspirantes a maestros que contendían por clasificarse al cuadro principal del certamen. Entre los rivales de Pillsbury en la urbe sajona se encontraba Ossip Bernstein, futuro gran maestro y campeón de Rusia en la propia década.
Concierto de genios
La Côte d’Azur en Francia, enclavada en el departamento de los Alpes Marítimos, genera cada año la atracción mundial dada la sucesión de eventos deportivos y culturales como el Festival de Cannes, el torneo de tenis Monte-Carlo Masters y el Carnaval de Niza. En esa región meridional francesa surgió en 1992, el Amber Rapid & Blindfold Chess Tournament, la más notable competición de ajedrez a la ciega de todos los tiempos.
Patrocinado por el empresario holandés Joop van Oosterom, el Torneo de Amber premiaba los mejores resultados integrales en las modalidades rápida y a la ciega. Aunque mantuvo las acciones de mecenazgo de este torneo durante dos décadas, el nombre de Van Oosterom es recordado con cierto recelo por determinados miembros de la comunidad ajedrecística, al convertirse en 2005 en el 18vo. campeón del mundo de Ajedrez por Correspondencia gracias a la «ayuda» del prodigio neerlandés Jeroen Piket.
Desde la época que Alekhine implantó su segundo récord de simultáneas a la ciega en Chicago 1933 —es el vigente campeón del mundo—, los principales exponentes del ajedrez han combinado de manera satisfactoria la práctica del blindfold chess con el ajedrez standard. De esta manera, no sorprende que en Amber se haya dado la presencia sistemática de los mejores exponentes del juego ciencia, incluyendo a Judith Polgar, Alexander Morozevich, Vishy Anand, Levon Aronian, Vassily Ivanchuk y Vladimir Kramnik. Fue precisamente Kramnik el mayor ganador de estas lides, al celebrar nueve veces la victoria en el torneo a la ciega y al consumar, en media docena de ocasiones, el palmarés combinado.
Trebejos y cultura
Durante la 33ra. Feria Internacional del Libro 2025, la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) fue sede —entre otros acontecimientos de relevancia literaria y editorial—, del espacio «Ajedrez a la ciega: un desafío para el intelecto». Como parte de un proyecto desarrollado en la BNCJM que articula la promoción cultural con el juego ciencia —del cual han sido fruto los Topes por Equipos Paul Morphy in memoriam—, en «Ajedrez a la ciega» se expuso la vigencia histórica y la pertinencia formativa de esta enjundiosa práctica.
Con el respaldo imprescindible de los profesionales del Centro de Estudios ISLA, el espacio ajedrecístico convocado en la 33ra. FIL puso en evidencia cuán importante es el acceso a las fuentes primarias del conocimiento para captar en la complejidad evolutiva la dimensión deportiva-sicológica del blindfold chess. Como parte de una dinámica que conjuga la exposición de saberes con el ejercicio competitivo —sello de distinción de otras acciones del programa cultural de la BNCJM, como el espacio Redes sociales y ajedrez—, se llevaron a cabo en esa jornada de cierre de la Feria dos partidas de exhibición entre los esforzados trebejistas Yandy Rojas Barrios y Frank Torres Valdés. Con el aporte de un tablero inteligente cedido por la Federación Cubana de Ajedrez para la transmisión online de los cotejos, y ante la presencia de apreciados colegas del ISLA como la Gran Maestra Vivian Ramón Pita, el Árbitro de la FIDE Silvio Alberto García y el periodista Danilo Buela Valdespino, «Ajedrez a la ciega» patentizó cómo es posible captar nuevos públicos para nuestras instituciones culturales, y refrendó cuánta profesionalidad demandan las acciones de extensión bibliotecaria.
Más allá del sensacionalismo a ultranza o el desgaste físico y mental que padecen los atletas de alto rendimiento, el ajedrez a la ciega no es incompatible con la atracción generada por la práctica deportiva en tiempos de la explosión digital y las transmisiones streaming. Ya sea con la pasión de Morphy, el virtuosismo de Pillsbury o la precisión de Alekhine, los gestores del blindfold chess son competidores admirables que sostienen un combate a ultranza ante las presuntas barreras de la mente.
El ajedrez a la ciega formó parte, el pasado 22 de enero de 2025, del mayor evento cultural y literario acogido por la BNCJM. Foto: Cortesía de Marlon de Jesús Blanco