Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Enfermera!

La carta de Floro revela con humor y ternura la inmportancia de las enfermeras en los servicios de salud

Autor:

Jorge Alberto Piñero (JAPE)

Sé que muchos reconocen la frase del popular largometraje de dibujos animados Vampiros en La Habana, de nuestro querido caricaturista y realizador Juan Padrón; y aunque no hablaré del filme, y ni siquiera sobre el Día de la Enfermería en Cuba, que será el próximo 3 de junio, sí haré énfasis en lo necesaria e imprescindible que es la humana labor de una enfermera.

El tema lo trae a colación mi querido amigo Floro, que en su más reciente carta me habla sobre los percances que tuvo durante las semanas de reposo que estuvo en su morada:

«Estimado JAPE, ya estoy recuperado, pero realmente pasé varios días en cama a causa de una inesperada linfangitis y lo peor es que estaba solo en casa, como el título de la saga de filmes creadas por John Wilden Hughes Jr. Aunque mi restablecimiento físico no fue una comedia, como las nombradas películas, sí puedo decirle que hubo pasajes de hilarante humor que, sobre todo, me demostraron la importancia de una agradable compañía, y si además es una aguzada enfermera mucho mejor.

«Entre las medicinas que me recomendó el médico estaban los antibióticos que según el galeno debía tomar con algún jugo o refresco porque eran fuertes y podían provocarme una gastritis. Tomé al pie de la letra su recomendación y antes de cada ingestión de la pastilla preparaba una moderada
meriendita como un acto ritual que, además, llevaba implícita una marcada intención de gula, más que el hecho de cumplir con el plan de recuperar mi salud. Tan así fue que en más de una oportunidad solo ingerí la merienda y olvidé tomar la pastilla.

«En otra ocasión preparé todas las toallas y el nailon para poner fomento a mi pierna. Asumí la posición horizontal en el lecho y pasados varios minutos me llamó la atención de que no sentía la frialdad habitual que me causaba la compresa. Preocupado porque podía estar pasando por un momento de alarmante insensibilidad me incorporé y descubrí que todo estaba bien: el nailon, las toallas, incluso la pierna en el lugar idóneo, pero faltaba la bolsa de hielo.

«Es por eso querido cofrade que hago mención del trabajo de las enfermeras porque sé que nada de esto hubiera ocurrido si hubiera contado con la profesional presencia de una de estas laboriosas guardianas de la salud y la vida».

 

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