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Chávez llega y hace la diferencia

A la llegada del presidente venezolano a La Habana para participar en la Cumbre de los NOAL y en la reunión del Grupo de los 15, concita la mayor atención de la prensa por su seguridad, la denuncia a los desmanes del Imperio y la disposición solidaria

Autor:

Juana Carrasco Martín

No hay dudas, concita la mayor atención. Los periodistas se acercaron raudos a los televisores en la Sala de Prensa para no perderse ni una sola imagen ni una sola palabra de Hugo Chávez, el presidente venezolano, mientras se escuchaban voces que en la losa del aeropuerto internacional José Martí le hacían el reclamo en directo: «Presidente, por favor, la prensa». Chávez les vocea con las manos dispuestas para hacer bocina: «Hola, ¿qué fue?».

Acababa de llegar, una vez más, a La Habana. El abrazo cálido y fraterno con Carlos Lage, vicepresidente cubano; la conversación con el coronel Guerrero Ramos, jefe de la Guardia, y con otros miembros de esa unidad militar que le rinde honores.

Los periodistas insisten, una madrileña le pide un saludo y raudo advierte: «Un saludo primero para Cuba, para Fidel», y lo acompaña con la broma: «¿How are you Fidel? ¿Cómo estás? Yo voy a verlo ahora mismo». Solo entonces le dice a la colega «Saludos a la Sexta (emisora de radio española), a España y a todos los pueblos del mundo».

Y muestra su satisfacción por esta Cumbre del Sur, la que dice «es la más importante a la que yo haya asistido en mis ocho años como presidente»; pero no adelanta nada de las propuestas que puede traer Venezuela, aunque sí que tienen muchas semanas de trabajo, que la cooperación Sur-Sur está en marcha y que el imperio norteamericano está en decadencia.

Sobre el Movimiento de los No Alineados tiene una idea bien precisa: «Hay que darle un nuevo rostro, un nuevo cuerpo, una nueva alma a ese grupo tan importante que representa la esperanza del planeta Tierra, de ese mundo distinto, de ese mundo nuevo».

Una especial seguridad emana de ese diálogo con los periodistas que le rodean en el aeropuerto, cuando en sus comentarios sobre los No Alineados hace la valoración de que lo más importante es que Cuba asume la Presidencia de tres años «con el liderazgo de Fidel, con la fortaleza de Fidel».

La Sala del Centro de Prensa Internacional sigue siendo un hervidero. Los periodistas, arremolinados junto a los televisores, no pierden una sola palabra, en un silencio nada habitual en este local, y Chávez sigue desgranando sus reflexiones sobre Fidel:

«Ahora físicamente se parece al Quijote. Allá va Don Quijote en Rocinante; pero este Don Quijote es victorioso, es invencible».

Le apura ir en busca del amigo, aunque tiene tiempo para hacer la denuncia imprescindible cuando dice que le negaron la visa a su seguridad y a sus médicos para ir a la ONU. «Pero yo voy, aunque sea solo. Y como Fidel, montado en Rocinante».

Y parte raudo en el auto engalanado con las banderas de sus queridas Venezuela y Cuba.

Pocas horas después está hablando ante el Grupo de los 15, a cuyas reuniones nunca ha faltado desde que lidera como Presidente a los venezolanos. Allí ratifica las ideas en versos de Mario Benedetti. El Sur también existe… y hace un anuncio para que a nadie le quepan dudas de que viene también a hablar por el Quijote victorioso e invencible: Fidel me dio su tiempo adicional, como no podía venir, así que está autorizado para hablar con el tiempo de los dos, frente al Norte que ordena, desde aquí abajo, cerca de las raíces, con el Sur que existe.

Trae el Canto General de este Sur, hablando en español frente al Yes, Sir que se escucha en no pocas partes de este mundo complejo, difícil, pero donde el consenso de Washington, asegura, está muerto.

No hay dudas, Chávez es de los que hacen la diferencia.

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