Un cohete israelí impacta un puente en la autopista que une a Beirut con Damasco. Foto: AP BEIRUT, julio 14.— Ajeno a las críticas internacionales, Israel incrementó este viernes su ofensiva contra el Líbano con nuevos ataques aéreos, que costaron la vida a cinco civiles, con lo que la cifra de personas muertas por la agresión ya suman las 60, reportó DPA.
Además, aviones de guerra israelíes dispararon contra un cuartel general de la milicia chiita Hizbolá (Partido de Dios) y la vivienda de su líder, el jeque Hassán Nasrallah, quien no se encontraba allí.
Previamente, el gobierno israelí había amenazado con matar a Nasrallah, cuya organización capturó a dos soldados sionistas y ultimó a otros ocho en la zona fronteriza entre Líbano e Israel el miércoles.
Por quinta vez en las últimas 24 horas, el aeropuerto internacional de Beirut fue blanco de los ataques, que causaron daños en pistas de aterrizaje, un tanque de combustible y un hangar.
También los suburbios en el sur de Beirut, considerados la sede de Hizbolá, sufrieron bombardeos. Los estallidos y los disparos desataron el pánico en las calles de la capital libanesa, mientras sus habitantes procuraban ponerse a resguardo. Mujeres, niños y personas mayores buscaron refugio en escuelas beirutíes.
Una familia siria se apresta a abandonar la capital libanesa. Foto: AP Según Reuters, miles de libaneses inundaron la frontera con Siria el viernes para escapar de los bombardeos israelíes. Unas 17 000 personas salieron hacia el vecino país, dijeron funcionarios locales, quienes añadieron que la mayoría eran libaneses del sur y constructores sirios, que constituyen la columna vertebral de la infraestructura de Líbano.
Respecto a los efectos de la agresión, el primer ministro libanés, Fouad Siniora, dijo que el país está «en pedazos», y apuntó que la intervención israelí es «desproporcionada», por lo que solicitó el «cese el fuego inmediato».
«Vamos hacia una guerra abierta con los israelíes», dijo por su parte el líder de Hizbolá, Hassán Nasrallah. «Si su gobierno (el de Israel) quiere una guerra abierta, entonces la tendrán».
Este viernes, Hizbolá volvió a lanzar numerosos misiles Katiusha contra el norte de Israel. Según fuentes militares sionistas, desde el comienzo de los ataques, hace dos días, al menos 700 proyectiles han caído en el Estado judío.
Un barco de guerra israelí fue alcanzado por misiles ante las costas del Líbano, y sufrió daños más severos que lo reconocido por el ejército sionista, que además busca a cuatro soldados desaparecidos tras el ataque, informó el canal de televisión árabe Al Jazeera.
Entretanto, el embajador libanés ante la ONU, Nuhad Mahmud, acusó a Israel de querer poner de rodillas a su país, mientras que el representante sionista, Dan Gillerman, explicó la ofensiva militar indicando que se trataba de una respuesta a los ataques de Hizbolá.
«Usted sabe que nosotros (Israel) estamos actuando correctamente. Cuando ganemos, Líbano será al final el principal beneficiado», respondió cínicamente.
El debate finalizó sin resolución alguna, y únicamente con una declaración de prensa informal, en la que el Consejo de Seguridad de la ONU dio su beneplácito al envío de un equipo negociador a la región.
Mientras la destrucción se abate sobre el país de los cedros, el presidente estadounidense, George W. Bush, rechazó los pedidos del Líbano de influir para un cese el fuego, y solo dijo que Israel debería intentar limitar las víctimas civiles en los ataques a su vecino.
«El presidente no va a tomar decisiones militares por Israel», expresó el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, citado por AP.
Según un comunicado de la oficina del primer ministro libanés, el presidente Bush había afirmado su «disposición a presionar a Israel para limitar los daños al Líbano como resultado de su actual acción militar y no dañar a civiles y a personas inocentes».
Sin embargo, Snow dijo que no fue así. Bush solo «reiteró su posición» de que Israel debería limitar el impacto sobre los civiles, expresó.