No hay día que no trate de aprender algo nuevo Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 19/05/2020 | 12:46 pm
Cuando el juez dictó sentencia, aquel joven sintió un balón clavado en su garganta. En cancha de la vida había cometido una falta en 2012 que no pasó desapercibida para la justicia, pero él, crecido en el barrio habanero de Luyanó, donde la calle era como la defensa a presión en el juego de baloncesto, sabía que tarde o temprano sus tiros volverían a entrar por el aro.
Con nombre bíblico y energías de guerrero africano, Rainel Isaía Panfet cumplió su promesa de retornar a lo que más disfruta dentro del tabloncillo: dirigir equipos. Primero asumió las riendas de Capitalinas en la Liga Superior femenina de 2013 y las llevó al bronce. En la temporada siguiente las autoridades del baloncesto en La Habana le dijeron: toma a los varones, ahora.
Panfet quería lo mismo, redimirse. Mostrarse como el hombre que siempre quiso ser. Un ganador, en el deporte y la vida. Guió al Tren Azul a su último oro en LSB, tras inaudito paso invicto durante la fase preliminar y doblegando a los Búfalos en un play off extendido a seis juegos.
Por esos duelos entre Ciego de Ávila y Capitalinos comenzamos un diálogo virtual, poco después de concluir uno de los cursos online con grandes técnicos de baloncesto, que le sirven de superación durante el aislamiento social en El Salvador, donde Panfet continúa su exitosa carrera como director técnico de baloncesto.
«Comencé a estudiar las pugnas deportivas entre los dos equipos mucho antes de dirigir Capitalinos. Observaba juegos entre ellos, liga tras liga, y trataba de entender por qué los Búfalos ganaban con tanta comodidad».
«También tenía la ventaja de haber visto desarrollarse a casi todos los jugadores de Capitalinos desde la EIDE y conocía sus potencialidades y calidad humana.
«Me propuse fortalecer mentalmente al grupo. Tuve la suerte de contar con Danay Sánchez Kessel, una psicóloga estupenda que me ayudó muchísimo.
«La otra parte psicológica la aplicaba yo mismo con los conocimientos adquiridos en la escuela superior de la vida. Toda la preparación tuvo carga emocional y altísima adrenalina, que sirvieron para solucionar situaciones de juego a las que no habían encontrado respuestas exitosas en torneos anteriores.
«Traté de que mis atletas percibieran los partidos contra los Búfalos como uno más. Muchas veces la presión la metemos los propios entrenadores. La competencia es para aplicar lo entrenado, no para experimentar. Capitalinos creció en autoconfianza, en respeto mutuo y trabajo en equipo dentro y fuera de la cancha», recuerda el joven técnico.
A Ciego de Ávila le ganaron en diez de 11 juegos durante la fase regular en tres ligas seguidas, no hay un saldo mejor que ese en la historia entre ambos elencos, según los números del estadístico Benigno Daquinta, y en postemporada el balance fue de 4-6 con un play off para cada bando.
-Y desde el punto de vista táctico, ¿qué hicieron?
-Nosotros trabajamos mucho en la defensa, fundamentalmente en las posiciones donde ellos eran más poderosos (base, delantero pequeño y centro) con Yasser Rodríguez, William Granda y Yoan Luis Haití. Todas las estrategias defensivas tenían variantes para reforzar el marcaje sobre ellos, según fuera la situación del partido.
«Sin dudas, mi mayor orgullo es el buen sabor que dejó aquella versión de Capitalinos. Fue fruto del trabajo fuerte, sistemático, con disciplina. Esa es mi filosofía, no hay otra para alcanzar buenos resultados.
«Logramos que la gente fuera a vernos jugar. Todos los miembros de la nómina recibían oportunidad en cancha y se entregaban al ciento por ciento. Funcionamos como grupo».
-Después formaste parte del colectivo técnico del equipo Cuba…
-Fui asistente de la selección nacional, una experiencia hermosa en mi carrera como entrenador. Le agradezco la oportunidad a Daniel Scott, quien confió en mí.
-Muchos pensaron, incluso, que ibas a ser su remplazo como DT del conjunto cubano…
-Cuando José Pepe Ramírez dejó de ser el comisionado nacional no me llamaron más a la selección, ni me dieron explicaciones sobre esa decisión. Dejé de estar en los planes.
-Hay quien ha dicho que pesó mucho el que no tuvieras un título universitario…
-No sé, nadie se sentó conmigo a explicarme. Eso se rumoró, pero oficialmente sigo esperando. Te cuento una anécdota:
«Cuando logramos el campeonato tuve un encuentro inolvidable con Rey Vicente Anglada. Sin saber que yo estaba presente, elogió el trabajo del entrenador que había ganado invicto esa Liga Superior. Uno de los presentes, le dijo: ahí lo tienes, y señaló para mí. Rey mostró su admiración por el resultado tan convincente y me preguntó: ¿Y te dieron el equipo Cuba?. Le respondí que No, porque no era licenciado. Ripostó sorprendido: Yo tampoco lo soy…
«Dos veces la presidencia del Inder había emitido autorizaciones para que yo trabajara en centros de alto rendimiento».
-Supongamos que te llamen para formar parte nuevamente del grupo de entrenadores del equipo Cuba. ¿Aceptarías?
-Por el baloncesto de mi país lo dejo todo. Salgo inmediatamente para La Habana.
-¿Cómo llegaste a dirigir equipos de baloncesto?
-Yo no fui un gran atleta, aunque jugué en un Torneo Nacional de Ascenso con Metropolitanos. Desde la etapa juvenil dirigí niños en varios campeonatos provinciales.
«Tuve el privilegio de coincidir con muy buenos entrenadores, desde Bárbara Bécquer y Amarilis González hasta Pepito Ramírez, el último con quien compartir cancha en Cuba. También les agradezco mucho en mi formación a Armando Acosta, Alberto Castillo, Eduardo Moya, Miguel Calderón y Alberto Zabala. Cada uno aportó a lo que soy, tanto en metodologías, como en conducción de procesos y demás aspectos imprescindibles para dirigir en este deporte».
-¿Te resultó más difícil dirigir varones o mujeres?
(En El Salvador, Panfet dirigió también a su pareja, la basquetbolista cubana Arlenis Romero. Cuenta que siempre primaron los límites entre la vida personal y el trabajo. Con ella tiene una hija de 14 meses, a la que considera su mejor trofeo en la vida)
-La Liga Superior dista mucho de lo que alguna vez fue, ¿qué sugieres para elevar su nivel?
-Es necesario concentrar más la calidad, cuatro o seis equipos resulta ideal en las condiciones actuales; aumentar la cantidad de partidos y disminuir el tiempo de preparación; contribuir a la superación de los entrenadores con conceptos actualizados del baloncesto, y un elemento esencial es el estímulo a los atletas, no hablo de sumas cuantiosas de dinero como en otras ligas, sino de proporcionarles los recursos necesarios para que se puedan dedicar al juego y no tener la mente en urgencias materiales de ellos y sus familias.
-Cuba sigue sin un despegue de sus resultados a nivel internacional. A veces, se comportan con mucha inestabilidad dentro de un mismo juego o de un día para otro. ¿A qué puede obedecer eso?
-Los cuerpos técnicos necesitan disponer de información avanzada, se requiere de tecnología para hacer, incluso, valoraciones de datos y comportamientos en tiempo real. Hay que saber alinear los egos de nuestros jugadores, pues algunos son estrellas en diferentes escenarios y resulta complicado que cada uno asuma la función que le toca dentro del grupo en un corto periodo de concentración.
-Parecía que la política de contratación iba a ayudar a revertir el panorama de la selección, pero no ha sido así… ¿Cómo valoras ese tema?
-El proceso de fichajes de nuestros jugadores en circuitos profesionales es lento. Hay clubes que muestran interés, pero se desesperan con los mecanismos y acuden entonces a mercados más ágiles. Es lamentable porque tenemos atletas talentosos y con buena proyección.
-¿Hasta dónde podrían llegar Javier Jústiz y Jasiel Rivero, actualmente fichados en la Liga española?
-Son dos muchachos muy talentosos, disciplinados, voluntariosos, pueden llegar muy lejos. Depende de todas las puertas que les abran.
-¿Y qué otros atletas contratados por la Federación Cubana te llaman la atención?
-Según he visto, Karel Guzmán y Yoanky Mencia deben seguir creciendo dentro de la Liga Argentina y su juventud los pudiera llevar a Europa en un futuro no muy lejano.
-Si a ellos se pudieran sumar cubanos que juegan por su cuenta en circuitos de lujo, el salto sería mucho mayor...
-Si ellos fueran elegibles, se lograría armar un equipo muy competitivo. Podemos decir que un alto porcentaje de su formación deportiva es cubana y muchos están dispuestos a representar a nuestro país.
Hace tres años, Panfet aterrizó en El Salvador con una mochila colmada de frustraciones y expectativas. No lo habían llamado más a la selección nacional y tuvo que concertar por su cuenta el contrato, después que las negociaciones del club Santa Tecla con las autoridades cubanas de baloncesto se habían congelado.
«Los directivos del club habían hecho la gestión con la Comisión Nacional, pero les dijeron que no podía ser en ese momento porque había altas posibilidades de que fuera el DT de la selección. Cuando pasó un tiempo prudencial sin respuesta, decidí asumir las conversaciones con el Santa Tecla, comenzamos los trámites legales y en mayo de 2017 viajé».
En su experiencia con equipos profesionales salvadoreños ha trabajado, igual que en Cuba, con mujeres y hombres. Con ellas ha alzado cuatro copas en seis torneos y al frente de los varones lleva de tres-dos. Ni un día ha dejado de superarse, pues es una liga en ascenso, abierta al mercado internacional, por lo que han llegado técnicos de nivel y la competencia exige actualización permanente.
-¿Extrañas Cuba?