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Esgrima con aires olímpicos

El Campeonato Panamericano de Esgrima fue un medidor para identificar algunos de los atletas del continente que pudieran participar en los III Juegos Olímpicos de la Juventud, en octubre de 2018, Buenos Aires

Autor:

Julieta García Ríos

Más allá de los potentes estadounidenses, quienes arrasaron con buena parte de los premios, el Campeonato Panamericano de Esgrima efectuado recientemente en La Habana fue un medidor para identificar algunos de los atletas del continente que pudieran participar en los III Juegos Olímpicos de la Juventud, a realizarse del 1ro. al 12 de octubre de 2018, en Buenos Aires.

Es ese el criterio del argentino Víctor Sergio Groupierre, vicepresidente de la Confederación Panamericana de Esgrima y máximo representante de esa disciplina en la nación sudamericana, quien en La Habana estuvo al frente de las cuestiones técnicas del certamen.

Groupierre ha contribuido en gran medida al desarrollo de la esgrima en su país y en 1999 fue distinguido por el Comité Olímpico Internacional como uno de los seis dirigentes deportivos del siglo XX en Argentina.

«El Campeonato de La Habana —nos comenta sus impresiones— fue una prueba en que atletas y entrenadores pudieron medir sus posibilidades. Claro, para asistir a la III edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud, estos esgrimistas deben clasificar en el Campeonato del Mundo de cadetes, el próximo año. Solo Argentina, por ser país organizador, tiene asegurado un representante en cada arma».

—¿Cómo describe a los tiradores más jóvenes?

—El joven, por lo general, es muy impetuoso o se «apichona» en el momento de competir. En los cadetes se ve claramente. Hay chicos que no superan la presión del evento y se retraen, mientras hay otros que brillan.

—Por cierto, hubo varias sorpresas en el Panamericano de La Habana...

—La sablista puertoriqueña Aydill Marie Colón, subcampeona juvenil, fue una de las sorpresas. Si bien no tiene el físico más adecuado, es muy técnica.

«En el caso nuestro, Lucio Pérez Ondarts solo tiene 15 años, pero el tipo se divierte. Sin experiencia internacional, vino y sacó una medalla de plata en espada entre cadetes. Ya tiene edad para asistir a los Juegos Olímpicos de la Juventud.

«Igual pasó con el cubano Yordano Súarez, quien en la espada alcanzó dos medallas: de bronce, en la categoría cadete, y plata, en la juvenil».

—En América desde hace años se ve un despegue de Estados Unidos en esta disciplina…

—Estados Unidos es otra cosa. Primero por un tema demográfico, también de desarrollo y de dinero. Anualmente realizan dos campeonatos nacionales, uno de invierno y otro de verano. Son eventos en los que participan alrededor de 5 000 tiradores de todas las categorías. Estos certámenes se desarrollan en centros de convenciones, con unas 50 pistas. Están en otra galaxia. Detrás de ellos, en un segundo nivel, estarían los atletas de Canadá, México, Venezuela, Brasil, Chile, Argentina y Cuba. Y en un tercero quedan los restantes países del área.

—¿Qué otras peculiaridades marcan la esgrima de la región?

—Hoy en día todas las escuelas tienden a ser clásicas. Otro detalle importante es que, salvo Cuba, Argentina, Chile o Brasil donde los entrenadores son nacionales, en el resto de los países predominan los del exterior. En Estados Unidos vemos que los entrenadores son rusos, polacos… Importan a los mejores.

—Sin embargo, en el área también hay muchos entrenadores cubanos…

—Sí, países como Puerto Rico, Panamá, Venezuela, México y Colombia tienen convenios de Cooperación Deportiva y se benefician con entrenadores cubanos.

—¿Cómo vio el nivel de los jóvenes esgrimistas de Cuba?

—Conozco bien a los tiradores cubanos, desde los tiempos en que yo era competidor. Y ustedes en las pistas son guerreros y cualquier falla técnica la superan con su combatividad. Por razones económicas, tienen restricciones de participación en competencias internacionales, pero cuentan con una escuela muy técnica y se aprecia buen nivel de entrenamiento interno. Hace poco en Vancouver, Canadá, el espadista Yunior Reytor alcanzó el segundo puesto en la Copa del Mundo, y ahora se encuentra en el lugar 18 del ranking mundial. Eso muestra el alto nivel de Cuba. Si salieran más, volverían a tener las posiciones privilegiadas de los 90 y principios de este siglo.

Como muestra de la admiración de su familia y de él hacia los atletas cubanos, Groupierre confiesa, poco antes de despedirse, que su nieto se llama Iván por el saltador y campeón olímpico Iván Pedroso, un grande entre los grandes.

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