Narianna Portuondo, integrante del conjunto ganador de la medalla de plata en sable femenino. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:51 pm
La representación cubana al Campeonato Panamericano de Esgrima en las categorías cadete y juvenil, con dos medallas de plata e igual número de bronce cerró en un certamen que sus organizadores reconocieron por el alto nivel de convocatoria, al reunir en La Habana a 489 atletas de 22 naciones.
Entre los cubanos impresionante fue la actuación del espadista Yordano Suárez, quien abrió el medallero con una presea de bronce entre cadetes y, luego con un día de descanso por medio, mejoró el resultado y se convirtió en subcampeón panamericano entre los juveniles, categoría con mayor nivel técnico.
A sus 16 años, Yordano participó por primera vez en un certamen internacional. Mucho influyó en sus triunfos la actitud con que tomó el Campeonato. Se le vio optimista, seguro y hasta me pareció exagerada su confianza cuando, tras quedar tercero entre cadetes, aseguró que el domingo trataría de cambiar el color de la medalla, lo que finalmente logró.
A él lo respaldan una buena técnica, condiciones físicas y, sobre todo, una preparación de puntería, pues estuvo en un concentrado de 45 días con los estelares espadistas de la selección nacional que conduce Jaine Hernández, entre quienes se encuentra Yunior Reytor, recientemente subtitular en la Copa del Mundo en Vancouver, Canadá, y primero en el ranking de América.
Otras figuras que brillaron fueron las sablistas juveniles Leidis Veranes, Narianna Portuondo, Yanet Batista y Sulema Vinent, quienes en el concurso individual lograron ubicarse en los puestos 5, 7, 14 y 18, respectivamente, para avizorar lo que juntas y más seguras alcanzarían: la medalla de plata por equipos, solo superadas por las favoritas mexicanas.
También por Cuba, Hansel Rodríguez Martínez se colgó un metal bronceado en el sable entre juveniles.
El Panamericano demostró que el nivel técnico y la preparación física de nuestros atletas andan bien; pero sigue faltándoles el roce internacional, ese que da experiencia para no titubear cuando se lleva ventaja, o de mantener el aplomo para sacar un combate difícil toque a toque.