Yarisley Silva. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:42 pm
No recuerdo dónde escuché, o leí, que los países son su gente, no sus sitios ni monumentos, ni siquiera sus patrimonios o maravillas, sino su gente. Algo difícil de digerir cuando sueñas con la Torre Eiffel, la Muralla China o Ámsterdam.
Pero quizás la lectura deba transitar otros cauces. Puede que la idea sugiera que la verdadera esencia de cada nación radica en sus habitantes, que la magia de cada pueblo sale de los zapatos gastados, las mochilas a medio llenar y los apretones de mano.
Entonces, el lugar ideal sería aquel en donde confluyeran gentes de todos los rincones del orbe, para así reunir a cada río, a cada montaña, todas las historias en un mismo libro de Babel con sus decenas de idiomas aunados en un mismo deseo, una misma quimera. Ecuador, al menos por estos días, será ese sitio.
El XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, con sede desde mañana y hasta el próximo 13 de diciembre en Quito, tendrá parte de Cuba, y los cubanos que hasta allí lleven su tierra, tendrán algo del mundo. En nuestra delegación están representados todos los espacios y sectores, y claro está, el deporte no puede faltar.
La judoca Idalys Ortiz, el pelotero Alain Sánchez, la pertiguista Yarisley Silva y el pistolero Leuris Pupo, son los cuatro atletas que llevarán a la cita ecuatoriana la realidad de nuestro sistema deportivo, sus particularidades y diferencias, al tiempo que defenderán el proyecto socialista del mayor archipiélago caribeño como alternativa en la construcción de una nueva sociedad, presentando a la juventud como expresión de esa continuidad.
Saben que entre los temas a debatir destacan la necesidad de la unidad latinoamericana, el papel de los jóvenes en los movimientos progresistas, la lucha contra el bloqueo estadounidense impuesto a Cuba, el reclamo de justicia por los Cinco, así como el derecho de todas las juventudes del mundo a una educación pública, gratuita y de calidad.
«Esa mañana estaba entrenando como de costumbre en el campo de tiro y me asaltaron por sorpresa. Yo ya me olía algo, chico… tú sabes que las noticias se riegan, y me había enterado que era uno de los escogidos para representar al movimiento deportivo cubano en el Festival. Igual me emocioné. Me llevaron el diploma y sentí que había ganado una medalla, para qué decirte otra cosa», confiesa Pupo.
—¿Qué piensas dejar de tu país allá en Quito, qué imágenes quisieras que llenaran a los amigos de los cinco continentes?
—La verdad de los cubanos, cómo somos, lo que sentimos y por todo lo que hemos luchado. El día a día y la realidad de nuestro deporte, sin penas y con el mismo orgullo que nos invade al palpar nuestros logros con tanto esfuerzo y con tan pocos recursos.
Para Silva también es un salto sobre la varilla, una pelea sin Elena Isinvayeba ni Jennifer Surh, mas con el mismo arrojo que muestra cuando surca los cielos. Sostiene la garrocha y se sabe en la vanguardia, otra vez.
«Me siento muy feliz porque podré representar a mi país no solo en el ámbito deportivo, sino también en otra esfera desde la cual seguiré defendiendo nuestros principios. Será un gran honor debatir temas de importancia para Cuba y el mundo, aportar, dialogar, conocer, luchar por la unión y la integración de los pueblos de Latinoamérica».
Por su parte, el lanzador villaclareño Alain Sánchez ya tiene listo su repertorio, la zona de strike entre ceja y ceja. «Como joven y como deportista es un orgullo haber sido elegido para representar a mi Patria en esta fiesta de la juventud. Me sorprendió y me alegró mucho que mi equipo me eligiera para ser delegado directo, así que de cierta manera también iré en su nombre, como en el de Cuba entera.
«Asisto con tremendas expectativas, sueños, ilusiones, porque sé que me voy a encontrar con personas de cada parte del planeta. Lo primero será apoyar a nuestra Revolución, sus conquistas, repudiar todas las acciones que atentan contra nuestra soberanía y defender nuestro derecho de pensar y vivir como queramos.
«Un punto muy importante será el tema de los luchadores antiterroristas prisioneros del imperio, por lo que aprovecharemos el espacio para seguir abogando por su causa, hacer que se conozca aún más el caso y poner nuestro granito de arena para asegurar su retorno», concluyó.
Entonces, nada de Machu Picchu ni pirámides en Guiza, nada de una vuelta al mundo en 80 días. Solo gente, hileras de gente arrastrando su cultura, con el país a cuestas, mostrándose en el lugar y el momento precisos. Y Cuba ahí, con su bandera y todos sus sueños y verdades.