Los demás no lo notaron igual, pero ella se sentía una diosa. Conforme, más bien feliz, con su cuerpo. La mujer de 31 años abordó un tren completamente desnuda en Chicago, Estados Unidos. Pero, contrario a lo que esperaba, nadie se puso de rodillas, ni lanzó loas a su cuerpo; los pasajeros hicieron algo más práctico: llamaron al 911. Ella pretendía, como «diosa del tren», que todos se bajaran mientras ella se dirigía a la cabina del conductor, no se sabe con qué intenciones. Como era de esperarse, sus pensamientos y los de la policía no coincidieron y ahora está bajo atención psiquiátrica.