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Amaneceres engañosos

Desconfiemos de los amaneceres apacibles, del villaclareño Emilio Comas Paret, es una breve novela que nos adentra en la historia de varios jóvenes citados para una misión internacionalista en 1976

 

Autor:

Luis Sexto

Desconfiemos de los amaneceres apacibles es un libro breve que comienza con la sorpresa de varios jóvenes citados para una misión internacionalista en 1976, e informa de cómo tres amigos aceptan, aunque la duda los turbe y el entrenamiento los enflaquezca, y la travesía marítima los maree hasta el asco.

Así llegan a Cabinda y soportan junto a las Fapla el cerco de tropas enemigas, y vencen, y luego el autor, el que recuerda y juzga, regresa a Cuba y brinda con la bebida que el padre había guardado para el rencuentro, en lo que  parece ser el fin de la historia.       

 Pero el escritor maduro que es Emilio Comas Paret (Caibarién, Las Villas, 1942) sorprende con  otro final: el final donde el regreso verdadero semeja un sueño, porque está la otra posibilidad: la de no haber vuelto y ser identificado por el número de una chapilla metida entre los dientes. Es como si el realismo mágico se apoderara de esa realidad que para sus participantes bajo la metralla y la muerte fue una especie de aquelarre impensable.

Nacido como testimonio, este libro confirma una vieja percepción: la distancia es el mejor mirador del pasado. El recuerdo inmediato no lo tiene todo en cuenta, porque lo enorme minimiza lo pequeño, y la misma época impide decir ciertos detalles, y antes de falsearlos, se omiten o se expresan blandamente. Por ello, conmovido y jubiloso constato lo atinado de dar testimonio muchos años después de ocurridos los hechos.

Con Desconfiemos de los amaneceres apacibles, Comas Paret mereció el premio Uneac de testimonio en 2011. Ante el tema bélico en África, cualquier lector exigente podría decir: otro libro sobre Angola. Y yo le diría, sí, otro libro, pero un libro distinto sobre Angola, un libro separado 35 años de las peripecias que rememora y testifica.

 Por la distancia temporal entre lo vivido y lo escrito, estas páginas no componen un cántico epopéyico. Ni son evocación triunfalista. Apartando las consignas del momento, la mano experta del escritor penetra en el fondo de la conciencia humana, y nos la evidencia frágil, temerosa, apegada a la vida, aunque sea capaz de sumarse a una causa y servirla hasta la muerte. Ese, ese  es el Hombre.

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