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Volverá el cine pobre a Gibara

Lanzan convocatoria al XII Festival Internacional de Cine Pobre de esa ciudad holguinera

Autor:

Héctor Carballo Hechavarría

HOLGUÍN.— Como un justo llamado a la reconquista de la saga y de una plaza dentro del panorama cultural nacional acaba de trascender en esta ciudad la convocatoria al XII Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara.

Este evento, por encima de su mera notoriedad como certamen cinematográfico, logró sentar novedosas pautas en las maneras de apreciar el cine de bajo presupuesto, sin renunciar a los más auténticos y universales valores del séptimo arte.

«Ansiamos echarle a andar con la misma energía, frescura, poder de convocatoria y la espiritualidad con que lo soñó su creador», había expresado Jorge Perugorría Rodríguez meses atrás, cuando asumió como director del evento. El actor reconoció que se trata de una empresa que halló puerto seguro sobre todo gracias a las excepcionales cualidades de una personalidad como Humberto Solás.

«Nuestra aspiración, por ahora, es retomar el Festival, llenarlo nuevamente de vida en Gibara y tratar de encaminarlo por el rumbo y con el sentido que él quería y nos enseñó a todos», ratificó el protagonista del clásico Fresa y Chocolate (1993), también de Miel para Oshún (2001) y Barrio Cuba (2005), filmes en los cuales actuó precisamente bajo la dirección de aquel maestro.

En rueda de prensa efectuada en el café cinematográfico Las Tres Lucías, de la ciudad de los parques, Perugorría extendió la invitación del comité organizador no solo a los cineastas del mundo, sino a todos los actores, artistas, pintores y escritores, «quienes coincidan en la justeza de redimir una fiesta de las artes por la cual, sabemos, existen muchísimas personas que sienten la misma ilusión que los gibareños», agregó.

Recordó que como una de las intenciones primigenias del Festival, Humberto logró aunar voluntades en favor de un espacio, en primera instancia, donde se propiciaran el intercambio entre profesionales y aficionados y la promoción de las creaciones de los jóvenes realizadores cinematográficos del país, propósitos que mantienen plena vigencia.

Y se trata de que, sin subestimar algunas otras razones de índole organizativa, económica o de liderazgo, que desaguaron en el notable declive del evento durante sus últimas ediciones —incluidas su forzada convocatoria bianual y sus desacertadas sesiones en otras ciudades del país— lo que no puede obviarse tampoco es el dramático impacto que significó para este Festival la repentina desaparición física, en 2008, del director de Cecilia (1981) y de El siglo de las luces (1991), para colmo, el mismo año del paso avasallador del huracán Ike sobre Gibara.

Presente también en el encuentro con la prensa, Roberto Smith de Castro, presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), reconoció las limitaciones que inevitablemente padeció el presupuesto del Festival en su etapa más reciente, no obstante la voluntad para conservar su secuencia anual, o para extenderlo por un margen de tiempo que favoreciera mejor tanto la exposición de las propuestas cinematográficas como los intercambios teóricos y con la comunidad.

Atemperado al nuevo escenario socioeconómico del país y la manifiesta conformidad de las instituciones culturales de la provincia y de la nación para respaldar la realización de un programa de tamaña envergadura fuera de la capital, no es ocioso puntualizar que la principal vía de financiamiento para este tipo de evento lo constituye la adquisición de las credenciales por los participantes.

Smith de Castro defendió la perdurabilidad en el tiempo de la magia del cine como espectáculo a sala oscura, a pesar del impetuoso desarrollo de las nuevas tecnologías, y ponderó algunas inversiones constructivas que tienen lugar en la ciudad de Holguín con la finalidad de reanimar emblemáticas instalaciones, entre estas el cine Frexes.

De hecho, la ciudad de Gibara, Monumento Nacional, se encuentra también en mejores condiciones de infraestructura para asumir el desafío. Algunas de estas realidades tienen que ver al menos con la existencia de dos nuevos hoteles en ese pintoresco asentamiento costero, unido a la aceptable conservación de la sala Jibá, al margen de la compleja situación que rodea a la mayoría de las salas cinematográficas del país.

Según publica el sitio oficial en Internet, la XII edición del Festival Internacional de Cine Pobre se efectuará del 20 al 24 de abril del venidero año, en saludo a los 200 años de la fundación de la Villa Blanca de Gibara, que se cumplen el 16 de enero de 2017, y abarcará, a la par de sus tradicionales foros teóricos y muestras cinematográficas, los concursos en las categorías de largometraje, corto de ficción, documental, animación y ópera prima.

De sus anfitriones holguineros, cuyo proverbial talento y dedicación en estas lides está más que probado, no dependerá únicamente el retorno del cine pobre a su espacio vital. El pretexto es sublime: honrar el magisterio de Humberto Solás, un referente obligado para las presentes y futuras generaciones de cineastas e intelectuales.

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