Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Por favor, ayudemos a la vacuna

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

Ahora que la normalidad vuelve poco a poco a nuestras vidas; ahora que la niñez retorna a las escuelas (al fin, mi gente...: ¡qué alivio!); ahora que podemos andar con cierta tranquilidad por las calles; ahora que Tropicana abrirá sus puertas («Ladies and
gentlemans, Damas y caballeros, tonight in Tropicana, esta noche en Tropicana, the must famous show in the world, el show más famoso del mundo: ¡a correr que se acaban las entradas!»), ahora que recuperamos el futuro y podemos sentarnos en una playa a mirar el mar, pues, entonces, ayudemos a las vacunas, por favor.

Desde este 15 de noviembre, el país entra en una nueva fase en la era COVID-19 y como seres recién nacidos, que apenas saben caminar, la entrada se hace firme con la bendición de millones de dosis
inoculadas en miles de vacunatorios de todo el país.

Basta hacer un ligero esfuerzo y recordar las semanas más recientes (pensar en los dolores y miedos que enfrentamos, en los enclaustramientos o en las amistades y familiares perdidos) para hacernos una pregunta: ¿deseamos el retorno de esos días negros? La respuesta es obvia, aunque muchas veces los hechos no confirman los deseos y la lógica de las responsabilidades.

El anuncio de una actividad festiva en los Jardines de La Tropical, un sitio emblemático de la capital cubana
y donde hace poco se dio entrada a casi 8 000 personas en violación de las medidas sanitarias, es un ejemplo de lo que puede suceder y también de lo que ocurre en otros lugares; quizá a menor escala, pero con los mismos peligros de por medio.

Personalmente, si algo inquieta en estos momentos son los constantes llamados a actuar con responsabilidad sin que en la práctica cotidiana esas
exhortaciones tengan un respaldo firme y sistemático para hacer cumplir las medidas de control. La buena voluntad siempre será bienvenida. Sin embargo, la vida ha demostrado más de una vez, en ocasiones de manera terrible, que no solo de conciencia viven las sociedades.

Las colas siguen en sus 15 y no solo por la escasez de productos. En las tardes, ya casi resulta usual ver alguna que otra muchachada y una numerosa «tembada» transitar con las mascarillas a punta de mentón. Mientras tanto, en determinados centros laborales los pasos podálicos desaparecieron o se encuentran arrinconados. ¿Qué harán si aparece la cepa Delta Plus?

De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud Pública, hasta el pasado 7 de noviembre en Cuba 7 779 265 cubanos habían concluido su esquema de vacuna, lo cual representa el 79,5 por ciento de la población. Esa cifra debe ascender cuando 1,6 millones de niños completen el suyo y culmine la administración de Soberana Plus a más de 45 mil adultos convalecientes y que recibieron el alta durante el mes de agosto.

Son datos halagüeños, aunque los números también indican una alerta y la necesidad de no desmontar en la práctica los protocolos de seguridad. Porque detrás del 79,5 por ciento vacunado existe un 40 aproximadamente que no ha completado el esquema.

Además, aún contamos con un sector poblacional que no ha podido recibir las tres dosis por ser alérgico al tiomersal. Se vacunará, pero sus integrantes todavía no están protegidos ante el virus. Mientras tanto, ¿qué haremos con esas personas? ¿Se les convocará al trabajo en igualdad de condiciones con aquellos que completaron las tres dosis en todas sus reglas?

La apertura de la frontera internacional es algo necesario desde el punto de vista económico y afectivo. Miles de familias esperan la llegada de sus seres queridos; pero ese acontecimiento aparece en medio de la cuarta ola mundial de COVID-19, que convirtió a Europa en el epicentro de la pandemia. Ese escenario, con las nuevas cepas por delante, constituye un nuevo desafío para Cuba.

Las exhortaciones a cuidarnos, por lo tanto, no pueden convertirse en una nube pasajera por estos cielos de otoño; sino en una tangible y deseable realidad. Porque, además de las vacunas, el virus tiene diversas curas y una de ellas, la que mejor pone el parche antes de que caiga la gotera, se llama responsabilidad.

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