Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Comunidad precavida vale por dos 

Las comunidades rurales de Argelia y La Victoria en Isla de la Juventud demuestran que las buenas prácticas comunitarias mantienen alejada a la COVID-19

 

Autor:

Roberto Díaz Martorell

NUEVA GERONA, Isla de la Juventud. — El Consejo Popular Argelia- Victoria en este Municipio Especial no reporta casos confirmados de la COVID-19 hasta la fecha, y por sus acciones diarias esperan no reportar ninguno jamás, un ejemplo de eficiencia que pudiera repetirse en cualquier lugar de Cuba.

A más de 40 kilómetros de Nueva Gerona, ciudad cabecera de Isla de la Juventud, el aroma de la campiña, ahora mezclado con hipoclorito, es lo único que se siente —y se ve— en las calles de esas dos comunidades rurales, donde la gran mayoría de sus residentes permanecen en casa por consenso colectivo.

 «Aquí nadie sale ni a la bodega», dice Madelín Ceveira Ferrales, delegada y presidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios de Argelia. «Un pequeño grupo lleva los productos a las casas y atiende a los ancianos, para que todos estén tranquilos en sus hogares», refirió.

La estrategia consiste en llevar todo lo necesario en materia de alimentación, aseo y productos industriales hasta las puertas de las casas con un carretón de caballos y cada persona compra lo que quiere en dependencia de la oferta.

 El médico, la enfermera y la delegada realizan a diario las pesquisas, no solo en el centro de la comunidad, sino también en el resto de las viviendas de campesinos y productores de zonas a las que a veces es muy difícil de acceder.

Representantes del Inder en la comunidad se encargan de abastecer a los ancianos incluidos en el Sistema de Atención a la Familia, a quienes llevan almuerzo, comida y otros recursos que se distribuyen desde la bodega, la farmacia o el punto de venta de la cooperativa, donde los productores locales garantizan viandas, vegetales y granos.

 Nadie puede entrar al vecindario, los carros que no están oficialmente encargados de la distribución se quedan fuera del perímetro residencial. Ni los autos de las autoridades locales ni los de la prensa entran. Hay que caminar después de una exquisita desinfección de manos y calzado con hipoclorito.

 Juana Irene Reyes Fonseca, una de las vecinas de Argelia, agradece ese proceder. A sus años y con la salud de sus riñones debilitada, se sienta en el portal de la casa a disfrutar del aire fresco y esperar que sus compatriotas le acerquen los servicios.

 Disciplina, orden, compromiso con la salud comunitaria, comprensión de la situación epidemiológica del país y voluntad para mantenerse sanos son las únicas percepciones que el visitante al Consejo Popular Argelia- Victoria puede respirar —repito, y hasta ver— en esas comunidades rurales pineras. Buenas prácticas que vale la pena replicar en el resto del país.

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