La bromhidrosis, también conocido como osmidrosis, este mal olor corporal es un trastorno que afecta a millones de personas, y es muy común entre los adolescentes durante la pubertad. Autor: LAZ Publicado: 21/02/2018 | 03:46 pm
Le cuesta levantarse en las mañanas para ir a la escuela. Prefiere no ir porque las burlas de los demás lo agobian. Le dicen la Mofeta, y ya los alumnos de otros grados lo llaman por ese sobrenombre.
Eduardo Miguel, para colmo, es tímido, y no le ha dicho a Irene que le agrada conversar con ella y que quisiera invitarla a salir. «Hace tiempo que ya le huyo, aunque ella me habla de estudiar juntos. Parece que yo también le gusto, pero trato de no estar cerca de ella tanto tiempo, porque no creas que es mentira... casi siempre huelo mal».
No deja de bañarse y su madre me asegura que su ropa siempre está limpia. Han probado varias líneas de desodorante, con alcohol y sin alcohol. «La verdad que el Obao es el mejor, pero no siempre encuentro el que mejor me asienta. Para colmo, soy muy velludo, no sé si afeitarme para que el sudor no se sienta tan fuerte».
Según el Glosario Multilingüe de Términos Médicos de Infomed, la Red de Salud de Cuba, la bromhidrosis se refiere a la secreción de sudor corporal desagradable y penetrante que se vuelve fétida por la descomposición de las bacterias. En gran medida, está determinado por la secreción de las glándulas apocrinas, aunque también puede originarse por otras causas.
También conocido como osmidrosis, este mal olor corporal es un trastorno que afecta a millones de personas, y es muy común entre los adolescentes durante la pubertad. No obstante, también pueden padecerlo las personas con sobrepeso y obesas, aquellos que incluyen picante y especias en su dieta y, en algunos casos, quienes fueron diagnosticadas con diabetes.
¿Hueles tú o huelo yo?
Lamentablemente algunos adolescentes y adultos en general no se percatan de su mal olor porque se acostumbran a él, y el rechazo de los demás en su entorno es lo que se convierte para ellos en la causa de tristezas, depresión y aislamiento.
La bromhidrosis puede ser muy angustiosa cuando la vida de la persona que la sufre se ve afectada en su interacción con los demás, y en la realización de sus actividades cotidianas.
La piel, afirman los especialistas, posee estructuras cuya misión es producir grasa, sudor y cabello, y sus olores asociados. Las glándulas sudoríparas ecrinas siempre están activas, desde el nacimiento, y las apocrinas, localizadas en las axilas y en las zonas genitales, se activan durante la pubertad cuando la testosterona comienza a producirse y es responsable de este y otros cambios en nuestro organismo.
Entonces el mal olor de nuestro hijo o hija es la señal de que está dejando de ser un niño o niña. Ese olor a sudor, nada agradable, es uno de los primeros síntomas de su arribo a la pubertad, ante el cual hay que tomarse en serio las normas higiénicas elementales.
Sugieren los dermatólogos en general el baño diario, con abundante agua y jabón, sobre todo en las zonas en las que estas glándulas se encuentran, así como el correcto secado del cuerpo después.
La ropa que se usa debe estar limpia, y cambiarse todos los días, en especial si no es de tejidos naturales, algodón y lino, por ejemplo, por los que el sudor pasa fácilmente.
El uso del desodorante es esencial, pues puede bloquear la producción de sudor en la axila. En ocasiones, determinado producto no nos asienta, y es necesario probar con otros, hasta encontrar el que es más compatible con nuestro organismo.
Medidas tan simples como estas, que en algunos casos no pocos adolescentes no toman en cuenta, pueden ser la solución del problema. De lo contrario, debe acudirse al médico para detectar posibles enfermedades, poco frecuentes, que tienen como síntoma un mal olor corporal difícil de eliminar.
El mal olor en los pies es muy común, y ya no solo en adolescentes. No siempre se debe a la formación de hongos, aunque es un factor asociado al uso de medias y zapatos cerrados la mayor parte del tiempo, lo cual dificulta que se evapore el sudor.
Lavarse bien los pies, secarlos cuidadosamente y, además, aplicar talco secante o antimicótico, puede reducir en gran medida este «problema».
¿Más sudor de la cuenta?
Acudir al médico es recomendable cuando se suda demasiado durante la noche o durante el día sin ninguna razón aparente, como haber corrido, haber caminado muy rápido o haber practicado algún deporte. También un signo de alerta puede ser sentir los llamados «sudores fríos», o si se percibe que el olor corporal que liberamos es diferente.
Trastornos renales o hepáticos, e incluso la diabetes, pueden originar olores en nuestro cuerpo que pueden ser el detonante para un diagnóstico oportuno, junto a otros síntomas.
Si se padece de hiperhidrosis, es decir, de una excesiva sudoración, esta puede relacionarse con el hipertiroidismo o con la menopausia.
Los doctores R. A. Benson, R. Palin, P. J. E. Holt, I. M. Loftus explican en su artículo referido a la hiperhidrosis, publicado en la sección de Dermatología, en Infomed, que esta puede ser primaria o secundaria.
«Se caracteriza la hiperhidrosis primaria por una sudoración excesiva que supera la que se necesita para la termorregulación normal. A menudo, esta enfermedad no se denuncia por vergüenza, mientras que su tratamiento se ve obstaculizado por la escasez de evidencia y la falta de guías clínicas.
«La ansiedad, dada por las situaciones y relaciones sociales y los problemas de la vida diaria, por ejemplo, la incapacidad para mantener en la mano un lapicero en el trabajo pueden afectar la calidad de vida.
«Los indicios de que un paciente tiene hiperhidrosis secundaria son la sudoración generalizada, predominantemente nocturna, el uso de fármacos con efectos secundarios relacionados, antecedente de uso de drogas ilícitas, pérdida de peso, palpitaciones o sensación de malestar sistémico.
«Para descartar otras enfermedades se debe realizar un hemograma, pruebas de función renal y hepática, pruebas de función tiroidea y glucemia al azar, entre otras. Ante la sospecha de alguna de estas causas, los pacientes deben ser estudiados y remitidos al especialista correspondiente».
Para casos muy severos, en algunos centros hospitalarios y con el personal capacitado para ello, se ponen a prueba tratamientos como las inyecciones de la toxina botulínica (Botox) en la piel cerca de la axila, la extracción quirúrgica de algunas glándulas sudoríparas en la axila o la destrucción de los nervios que controlan el sudor en la axila.