La Dra Ana Teresita Ariosa enfatizó en la importancia de detectar las posibles enfermedades oftalmológicas en los niños entre seis y ocho años de edad. Autor: Marina Menéndez Quintero Publicado: 21/09/2017 | 07:01 pm
Cada vez más, procurar financiamiento de organismos e instituciones fuera de fronteras se convierte en paliativo para el desarrollo científico en los países del llamado Tercer Mundo. Cuba suma la agravante del bloqueo, que entre junio de 2015 y 2016 afectó en 82 millones 723 mil 876, 18 dólares al área de la salud: un daño solo contrarrestado por el esfuerzo que el Estado cubano dedica a esa esfera.
Es en ese contexto que cobran importancia iniciativas como la que acaba de materializarse en la capital, por iniciativa de la Facultad Miguel Enríquez en coordinación con la Universidad Católica de Murcia, para adiestrar a los profesionales cubanos en la conformación y correcta presentación ante organismos e instituciones internacionales de proyectos útiles a nuestra sociedad.
Manejo y gestión de proyectos de investigación y cooperación en salud es el nombre del diplomado, que capacitó a una veintena de investigadores y médicos para estar en condiciones de planificar proyectos que logren un financiamiento externo.
El Doctor Alberto Juan Dorta Contreras, jefe del Laboratorio central de líquido encéfalo raquídeo —el único de su tipo en el país— y coordinador por la parte cubana del diplomado, explicó a JR que con el adiestramiento, nuestros profesionales estarán más capacitados para «competir» en la búsqueda de soportes que hagan posibles sus proyectos.
«Hay cosas que a un médico no se le enseña en su carrera, como la bioestadística, vital en proyectos de ciencias aplicadas», abunda.
Pedro Luis Veliz Martínez, director del Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud y miembro del jurado que evaluó los trabajos finales, comentó a este diario que los proyectos científicos y de colaboración constituyen una de las vías de financiamiento que reciben el Ministerio de Salud Pública y el Estado cubanos y, por su intermedio, el pueblo. Por tanto, su elaboración para el desarrollo de la ciencia siempre es bienvenida, habida cuenta de que somos un país asediado por la política de cerco de Estados Unidos.
Pedro Luis Veliz Martínez, director del Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud, y el Doctor Alberto Juan Dorta Contreras (al centro), formaron parte del jurado. Foto: Marina Menéndez Quintero
Aprender a hacer proyectos de cooperación, por ejemplo, con la Unión Europea, que ahora abre sus puertas —luego del levantamiento de la intervencionista Posición Común—, garantiza que un grupo de recursos puedan entrar y revertirse en la investigación y el avance científico que la nación necesita para su desarrollo.
Según Veliz Martínez, la de la Facultad Miguel Enríquez constituyó la primera ocasión en que se imparte un semi-nario de esta naturaleza en el país. «Ellos han aprendido a hacer proyectos económicos en función de la ciencia», afirmó acerca de los egresados.
En la presentación de los trabajos finales hubo proyectos tan útiles como el que propone la doctora especialista en Oftalmología Ana Teresita Ariosa, destinado a brindar una atención que permita detectar posibles afecciones en la vista en niños entre los seis y ocho años, periodo en que los exámenes oftalmológicos no se hacen sistemáticamente, como sí ocurre en los menores que asisten a los círculos infantiles.
Interesantes proyectos resultaron del diplomado. Foto: Marina Menéndez Quintero
A veces, explicó, la detección de cualquier patología oftalmológica ocurre solo si el maestro se da cuenta de que existe alguna incorrección en la visualización por parte del menor. Su propósito es la apertura de una consulta especializada para los infantes de esas edades en el policlínico Plaza.
Otros trabajos interesantes versaron sobre la posibilidad de llevar los tratamientos contra el reuma a las localidades de los pacientes mediante el uso de las nuevas tecnologías, de manera que sea atendida su dolencia en la atención primaria y evitarles recorrer largas distancias.
El beneficio social del propósito puede evaluarse mejor cuando se sabe que las enfermedades reumáticas clasifican entre los padecimientos crónicos no transmisibles y representan entre el 40 y el 45 por ciento de ellas, según afirmó el doctor José Martínez Larralde.