La capacidad y preparación del docente es elemental para lograr cualquier cambio que implique elevar la calidad en la educación cubana. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:42 pm
Daba clases en un preuniversitario y cuando se le planteó la necesidad de ir a la capital, no lo dudó. El año pasado impartió Matemática y Física en noveno grado y este curso tiene dos grupos, con 64 alumnos, de octavo grado.
Graduado como Licenciado en Matemática-Computación en el año 2000, en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Frank País García, de Santiago de Cuba, y de máster en Educación, este es el segundo año en que Amaury Guibert Quiala imparte clases en la capital.
Dice que el pasado año fue más difícil, porque dejó allá a la familia. Este curso su esposa también vino para La Habana. Ella es profesora de Inglés y están juntos en la villa. «Se nos ha respetado que somos un matrimonio de 13 años y convivimos juntos. Hay mucha sensibilidad para con nosotros. No me puedo quejar», refiere.
«Las condiciones de la villa son buenas, la alimentación, todo está bien. Y me he ido adaptando a la secundaria, que desde el punto de vista del contenido es menos complejo, pero son estudiantes más pequeños, los padres siempre están al tanto, es un trabajo diferente al que hacía en el preuniversitario.
«Tengo dos hijos, una niña de 11 años que está en sexto grado y un varón de seis, que está en primero. Se quedaron allá con los abuelos, que nos dan un gran apoyo, y nosotros estamos atentos desde acá. Todo va bien hasta el momento».
La Habana necesita de más maestros, y si bien este año ingresaron a la Universidad un amplio grupo de jóvenes que se graduarán dentro de cinco años, con ellos todavía no se cubrirá todo lo necesario. Por ello se mantiene un contingente de 3 069 profesores de otras provincias que residen en 13 villas habilitadas en la capital.
Cómo cubrir el déficit
El Ministerio de Educación da importantes pasos en la formación del futuro profesor con el objetivo de elevar la calidad de la clase. Sin embargo, el bajo porcentaje de estudiantes que ingresan a las carreras pedagógicas y el déficit de maestros acumulado, aunque no se comporta de manera uniforme en todos los territorios, demoran el proceso de perfeccionamiento de la enseñanza.
Entre los principales avances en la formación del personal docente, se destaca en primer lugar la reapertura de las escuelas pedagógicas, encargadas de formar maestros para las enseñanzas primaria, especial y preescolar. El país cuenta con 22 de estos centros con una matrícula actual de 22 283 estudiantes.
La primera graduación ocurrirá en el próximo mes de julio, luego de cuatro años de estudios intensivos, por lo cual el país contará con 4 500 nuevos maestros para esas enseñanzas, quienes podrán continuar estudios superiores en las Universidades de Ciencias Pedagógicas y alcanzar la licenciatura.
Por otra parte, en el caso de las 14 universidades de Ciencias Pedagógicas, así como las Facultades Pedagógicas de Artemisa, Mayabeque y la Isla de la Juventud, los futuros profesores para la Enseñanza Media y Media Superior se forman como especialistas en dos asignaturas —ya no son profesores generales integrales (PGI)— y permanecen dedicados solo a los estudios en los tres primeros años de la carrera, sin renunciar a las prácticas docentes en las escuelas, como vía de completar su formación, pero sin asumir aulas.
Ya no hay emergentes
La Doctora Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación, explicó en reciente encuentro con la prensa que ya no hay formación emergente de profesores, ni se piensa volver a ese sistema rápido de preparación, pero hay territorios que por el déficit de docentes tienen que recibir refuerzos de otras provincias y eso afecta el sistema de superación y recarga a quienes están en las aulas.
«Los maestros tienen un día completo para su preparación metodológica, que puede ser colectiva o individual, y también este tipo de ejercicio se realiza los sábados alternos. En la Secundaria Básica era muy difícil organizar esto cuando tenían que impartir todas las asignaturas, pero ahora son solo dos, en algunos casos una, y se puede crear ese espacio.
«Igualmente, estamos organizando el proceso para que el maestro de Primaria, de primer ciclo, disponga de 12 horas semanales, pues imparte todas las asignaturas. Que el maestro tiene que dedicar horas de su descanso a preparar clases, a estudiar, es cierto, pero eso le sucede a casi todos los profesionales que aman su trabajo, que quieren estar preparados, que son dedicados a su labor».
La Ministra destacó que provincias como Pinar del Río, Las Tunas, Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo, que disponen de una cobertura docente amplia, tienen un grupo de maestros y profesores con bajos resultados metodológicos realizando cursos de recalificación a tiempo completo.
«Lo fundamental es la preparación de los docentes; de ello dependen los resultados de todos los procesos que realicemos en las escuelas, pero si no contamos con los necesarios, la labor se hace muy compleja», puntualizó. Y precisó que La Habana tiene la peor cobertura docente del país, y también con dificultades se encuentran Matanzas, Artemisa, Mayabeque, Camagüey y Ciego de Ávila.
Los maestros que se necesitan
La Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de la capital, tenía en 2010 una matrícula de 70 estudiantes. La situación ha ido mejorando y hoy tiene más de 500 cursando 12 especialidades. «Es un despegue —afirmó la Ministra—, aunque no estamos satisfechos, pues son muchos más los que necesita la capital, pero hay que reconocer el trabajo de captación que el centro está realizando en los preuniversitarios, cuyos resultados ya se hacen ver».
La titular destacó que el Instituto Superior Pedagógico para la Enseñanza Técnica Profesional Héctor Pineda Zaldívar (Ispetp), único de su tipo en el país y ubicado también en La Habana, no tuvo durante años curso regular diurno. Hoy cuenta con casi 200 estudiantes en siete carreras.
«Hay otras provincias con mejores resultados, que siempre han mantenido un buen ingreso, y una buena graduación; esas exhiben una situación más favorable. Pero no volveremos a la formación emergente —enfatizó— porque sería atrasar mucho de lo que hemos avanzado. Hubo momentos muy complejos —recordó—, en los que tuvimos que llevar a las aulas estudiantes de primer año de los Pedagógicos, quienes pasaban una habilitación y los poníamos a asumir un aula.
«Hoy no es así, pero la situación ha sido muy compleja, y todavía no se notan todos los resultados, porque no es de hoy para mañana; pero estamos avanzando, sobre todo con la próxima graduación de las Escuelas de Formación Pedagógica con maestros para las escuelas primarias, especiales y el grado preescolar».
De manera especial Ena Elsa se refirió a la nueva estrategia del Ministerio de Educación para formar maestros en la especialidad de Inglés.
«La enseñanza del idioma se comenzaba en el cuarto grado de la enseñanza primaria, y este curso escolar lo adelantamos al tercer grado. Tenemos un déficit grande de maestros, fundamentalmente en la capital.
«Este curso abrimos la especialidad de Inglés en las Escuelas Pedagógicas, porque el nivel más desfavorecido es la Primaria. En el caso de la Secundaria lo que hacemos es que los profesores dan clases un semestre en un centro y otro semestre en otro, y nos apoyamos con la televisión. En el Preuniversitario —apuntó—, la situación es más ventajosa.
«Los resultados serán dentro de cuatro cursos, porque no queremos acelerar los procesos. Debemos formar bien a estos maestros para la Primaria.
«Otra idea que estamos desarrollando es capacitar a los docentes que tenemos en las aulas, pues el Inglés que se imparte en ese nivel de enseñanza es muy elemental. Pueden asumirlo también quienes imparten otras asignaturas, y de ese modo los superamos en un idioma extranjero.
«Hemos preparado algunos materiales digitales y esperamos ayudarlos para que se adentren en el dominio del idioma», destacó.
«Todo proyecto de perfeccionamiento del sistema nacional de enseñanza pone en el centro al maestro. Su capacidad y preparación es elemental para lograr cualquier cambio que implique elevar la calidad».
Dignificar una profesión hermosa
Por todo lo anterior resulta aleccionador conversar con un profesor como Amaury Guibert Quiala. Sobre todo cuando se le pregunta qué piensa con respecto a los estudiantes capitalinos que no quieren ser maestros, y sobre los padres que rechazan esa opción para sus hijos.
«Aquí hay otros intereses de trabajo, otras profesiones, no pocas veces más tentadoras desde el punto de vista de los ingresos, como el trabajo por cuenta propia. Aquí en la escuela estamos realizando un trabajo vocacional, para que se interesen en las carreras pedagógicas, para que las conozcan y, a través de círculos de interés, se acerquen al mundo de la Pedagogía. Por ello hay que saber combinar el reconocimiento moral y material para esta profesión.
«Y a los padres, hay que explicarles que la educación es algo que ayuda al avance de la sociedad, y que es muy agradable luego ver los resultados, cuando uno encuentra a quienes fueron sus alumnos desempeñándose en diversos puestos de trabajo.
«Esta es una profesión hermosa; y ese amor y comprensión debemos sembrarlo en primer lugar nosotros, los maestros, en nuestros estudiantes, para que sigan ese camino que tanto necesita el país».
«Esta es una profesión hermosa; y ese amor y comprensión debemos sembrarlo en primer lugar nosotros», dice Amaury Guibert Quiala.
La Habana necesita de más maestros, y si bien este año ingresaron a la Universidad un amplio grupo de jóvenes que se graduarán dentro de cinco años, todavía con ellos no se cubrirá todo lo necesario.