El auto empleado por el comando revolucionario que ajustició en Holguín al esbirro Fermín Cowley Gallego, el 23 de noviembre de 1957, entre las muestras de la sala. Autor: Héctor Carballo Hechavarría Publicado: 21/09/2017 | 05:10 pm
HOLGUÍN.— Una nueva instalación museológica abrió sus puertas en esta ciudad con la inauguración de la Sala de Historia de la Lucha Clandestina, dedicada a fomentar el estudio y conservación de la memoria sobre la participación del pueblo holguinero en las luchas insurreccionales, desde la etapa colonial hasta el triunfo revolucionario de 1959.
Constituida como una dependencia del Museo de Historia provincial, la referida institución dispone de una sala para conferencias y otra expositiva, entre cuyas muestras figuran fotografías, pancartas y objetos ilustrativos del papel desempeñado por la lucha en la clandestinidad en el derrocamiento de la dictadura batistiana.
Entre las piezas que mayor curiosidad despiertan figuran manoplas, garrotes, un tirabuzón y un soplete, empleados por los sicarios de la tiranía para torturar y asesinar a miembros del Movimiento 26 de Julio y de otras organizaciones políticas, o con el objetivo de amedrentar y reprimir a la población.
Como antigua sede de la ferretería Cuban Air, dentro del inmueble se conserva el auto Chevrolet utilizado por el comando revolucionario que ajustició, el 23 de noviembre de 1957, en ese mismo lugar, al coronel Fermín Cowley Gallego, ejecutor principal de las tristemente célebres Pascuas Sangrientas.
El crimen cometido contra los expedicionarios del yate Corynthia; la confección en Gibara de los brazaletes del M-26-7 y la participación de seis holguineros en los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en julio de 1953, son otros sucesos de los reseñados en la sala.
En la apertura, el general de brigada (r) William Gálvez Rodríguez, combatiente de la lucha clandestina en Holguín, subrayó la importancia de que las nuevas generaciones puedan contar con esta institución patrimonial, porque «un pueblo sin historia es un pueblo sin memorias», aseveró Gálvez.
En un aparte con JR, Evelín Hernández Cobas, del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, solicitó, a través de las páginas de nuestro diario, la contribución de la población con esta sala, haciéndole llegar documentos y piezas que contribuyan a su enriquecimiento patrimonial.