La tecla del duende
No alcanzaron las sillas, y eran más de 40. No alcanzó el tiempo, y fue más de dos horas. En la Casa de la Prensa de Pinar del Río renació la tertulia de La Tecla como sitio para regalarse, cada tercer sábado, la suerte de las pequeñas cosas.
Así lo presentían la locutora María Antonia y su amiga Gina, que llegaron de primeras... Y los niños del proyecto Con Amor y Esperanza, guiados por los maestros Carrete, Coralina e Indira, que bailaron un punto cubano que hasta a Celina González hubiese estremecido.
Así lo sospechaban los ocurrentes capitalinos liderados por Matilde, que unieron empeños y bolsillos para burlar la distancia, y las «tres mosqueteras» de Holguín: Cary, Loyda y Ana Josefa, y la romántica pareja que remontó más de 160 kilómetros en bicicleta para llegar a la peña de Vueltabajo.
De igual modo debió intuirlo Néstor Montes de Oca, quien obsequió el sueño de su poesía, y Piloto, Témerez y otros fraternos anfitriones, y Nancy, de la editorial Loynaz.
Cómo no imaginar que se desataría la risa, si andaba por la casa ese erudito del Deporte y la picaresca que responde al apellido de Osaba, aunque su nombre completo, al decir del maestro Luis Sexto, es como un juego ido a extrainings. Y ya que hablo de estos avezados cronistas, en sus voces arribaron las anécdotas, la poesía propia y la de Jorge Luis Borges, y los libros: El Señor Pelotero y La vuelta en redondo.
La tertulia pinareña, prima hermana de la sanjuanera, también dio una vuelta en redondo: para encontrarse consigo misma en la esquina de un abrazo. Allí donde, como canta el dúo Ad Libitum, «hay gente así, tan necesaria».
Los matanceros, que se gastaron la buena broma de llamar a Pinar el sábado
y decir que los esperaran, que llegarían caminando, amanecieron el domingo con el ajetreo de su cumpleaños. En el Palacio de Junco, cada quien fue desgranando los planes para el 2013 y los pedacitos de alma que había dejado en la tertulia.
Ailyn rememoró las historias tecleras del Genio, pasando por su mítica despedida en Guaracabulla; Miriam regaló su inspiración; Yeny tomó apuntes periodísticos en su inquieta agenda y cada quien cumplió el acuerdo del mes anterior: «llevar algo de comer, algo de tomar o simplemente la boca para tomar y comer de lo que trajeran otros».
No faltó la evocación martiana y la chispa inocente de los niños. Estas décimas de Jesús Pérez Suárez, resumen el gozo en la apasionada tierra de Carilda:
Tradicional escenario/ la tertulia matancera/ tuvo su cita teclera/ en su nuevo aniversario./ Marcado en el calendario/ este domingo de enero/ planificó con esmero/ ese que llaman El Moro,/ duende guardián del tesoro/ de su nombre verdadero.
El ritmo de la poesía/ igual que el trino de un ave,/ esa que se empina y cabe/ en cualquier cofre del día,/ vuelve eterna sinfonía/ la copla fugaz del viento,/ y acorde con el momento/ la lírica de canciones/ encienden las emociones/ cual luces del firmamento.
Para hacer presente el cuento,/ un niño un cocuyo enciende/ y travieso como un duende/ se viste de fundamento./ El sol, peinetas de argento/ pone en el pelo nevado/ de aquellos que han superado/ los temores de su edad/ apostando a la amistad/ que en La Tecla han encontrado.
Este domingo, a las 2:00 p.m., en la sede de la Asociación Hermanos Saíz en Villa Clara, se unirán nuevamente los tecleros villaclareños. Tema: los reencuentros.