La tecla del duende
Si el título de esta columna no te dice mucho, no te asombres. Gilberto E. Rodríguez (1908-1989) es uno de esos soldados desconocidos de la poesía y el periodismo que hizo, de su vida, letras, y apenas tiene parcela en el recuerdo. Declarado por las autoridades y el pueblo de Las Tunas como escritor del siglo XX en esa tierra, son pocos los que conocen de su extensa e intensa obra, desperdigada en periódicos, libros, revistas, hojas inéditas... El también poeta Agel Fernández Granado preparó una antología del ilustre tunero, aún en espera ver la luz. De Inquieto oficio, llegan los versos de hoy...
Soneto al labrador. ¡Enséñame el milagro del racimo/ y el limpio mineral del agua pura,/ amigo labrador que en la espesura/ siembras el fruto que en mi boca exprimo!// ¡Deja arrimarme a ti como me arrimo/ al amor que ahora tiene mi ventura,/ y enséñame a leer en la escritura/ que han dejado tus manos en el limo!// ¡Déjame ver la estrella de tu frente/ mientras echas al surco la simiente/ que habrá de germinar lozana y fuerte…/ enséñame el secreto de la poda,/ para dejar sobre la tierra toda,/ un poco de mi vida y de mi muerte! (1980)
Poema por tu desdén. Puede que la luz no sea/ luz en la sombra encendida,/ que la razón de la vida/ carezca de panacea.// Puede que el aire que crea/ y da oxígeno a la flor/ no tenga voz ni color…/ pero la paz que persigo/ en mis ensueños contigo/ tiene raíces de amor.
Puede que nunca me quieras/ ni que escuches mi querella,/ que no me brindes la huella/ de tus 20 primaveras.// Puede que nunca a mis eras/ te acerques para sentir/ mi sentimiento latir…/ pero la ilusión suprema/ de la pasión que me quema/ es quererte hasta morir.
Puede que rías leyendo/ el poema que te escribo,/ que no creas que recibo/ tu displicencia sufriendo.// Puede que sigas viviendo/ sin darme tu pensamiento,/ que la verdad que presiento/ crucifique mi fervor/ como al sueño el surtidor/ aciclonado del viento.
Puede ser que nada, nada,/ tenga yo en tu corazón,/ que hasta mi pobre canción/ se quede sin tu mirada.// Puede que sigas callada/ sin oír lo que te pido/ amoroso y conmovido,/ pero en mi pecho cautiva/ te llevaré mientras viva/ como un tesoro escondido.
Pero si perdido estoy/ «en callejón sin salida»,/ porque tú casi ofendida/ desprecias lo que te doy,/ olvidando lo que soy/ frente a tu cruel albedrío,/ exclamo como un impío/ sin esperar que me quieras:/ ¡tengo ganas de que mueras/ para volver a ser mío! (1940)
Este sábado, a las 2:00 p.m., se unirán los duendes en Ciego de Ávila y La Habana. Los avileños, en el Museo de Artes Decorativas, con «las canciones de Baracaldo». Los capitalinos, en la Facultad de Comunicación (G, e/21 y 23, Vedado). Tema: comidas y bebidas predilectas.
Yoel VG: Ojalá mis sueños de todas las noches fueran a tu lado. Ana Ivis
Cecilia y santiagueros: Antes y después de la ráfaga, siempre alumbrará nuestro abrazo.