Los que soñamos por la oreja
Desde niño, de mi madre (Elga Triana Acevedo) aprendí que en la vida uno puede caerse una o varias veces, pero que lo importante es tener la fuerza para levantarse. En correspondencia con semejante actitud, si hay dos seres en la Tierra a quienes admiro por la capacidad que poseen para recuperarse ante las adversidades, esas son mi querida vieja y Danays Bautista. He tenido la suerte de conocer a esta última casi desde que era una niña y he podido asistir en calidad de testigo a su proceso evolutivo como artista.
El grado de madurez alcanzado por Danays como vocalista se percibe nítidamente en su debut fonográfico, un álbum de producción independiente y que, a tono con las características de ser testimonio de una grabación en vivo durante un concierto de la cantante, lleva por título Live. Acerca de esta producción, realizada gracias a los esfuerzos mancomunados entre la Fundación Orange y la SGAE, su protagonista ha afirmado algo que me parece fundamental para comprender por dónde va la historia del material: «Este disco es como otra oportunidad que se me da, no solo de estar viva, sino de generar vida.»
Contentivo de nueve cortes, la idea fundamental del CD es ofrecer un repaso, lo más ecuménico posible, acerca del devenir de la cancionística cubana. Por ello, a lo largo de la grabación, encontramos piezas firmadas por distintos tipos de autores (desde una Margarita Lecuona hasta un Vanito Brown, antes Caballero) y escritas, además, en fechas muy disímiles. A la característica anterior, se añade como un segundo signo distintivo del fonograma, la fuerte presencia del elemento jazzístico en el acompañamiento de los temas. En esto último resulta fundamental la nómina de sobresalientes instrumentistas que respaldan a Danays, a saber, el pianista Luis Guerra, Reinier Elizarde, «el Negrón», en el contrabajo; el saxofonista Rafael Águila, Michael Olivera como baterista y el percusionista Yuvisney Aguilar, todos con sólidas y harto reconocidas carreras en el universo del jazz contemporáneo.
La portada musical del disco es la pieza denominada A la insensatez, uno de los momentos que más disfruto del álbum, tanto por la interpretación de Danays como por el trabajo pianístico llevado a cabo por Luis Guerra. El arreglo del tema es sencilla y llanamente impecable. Algo similar tendría que decir en relación con Tengo, toda una lección de buen canto por parte de Bautista y donde el pianista se prodiga en un mayor número de compases en su solo.
Por su parte, Cemento, ladrillo y arena, ese clásico de José Antonio Méndez, es de los cortes que transmite a plenitud eso que se identifica como cubanía en nuestra música.
En el caso de una pieza como Siempre te vas, original de Eduardo Ramos y que se conociera en el decenio de los 70 de la anterior centuria en la interpretación de Pablo Milanés, es interesante que aquí Danays y los músicos que la respaldan asumen la misma orquestación con la que originalmente se difundiera el tema.
Ahora bien, si me preguntasen cuál es para mi gusto el momento más afortunado de todo el disco, sin la menor duda respondería que la versión efectuada acerca de Guaguancó para Daniela, original de Luis Alberto Barbería. Aquí, tanto la vocalista como la banda acompañante se lucen en transmitir eso de lo que tanto se habla y que en no pocas ocasiones se torna inasible, me refiero a la identidad que tenemos como cubanos. Cuando uno escucha en conjunto la grabación, se da cuenta de que en este corte es en el que cantante e instrumentistas disfrutan y gozan más lo que están haciendo sobre el escenario. La elegante y sabrosa «guapería» habanera que Danays le pone a su interpretación, en correspondencia con el hecho de ser una rumba y para recordarnos su parentesco familiar con los célebres rumberos de Los Aspirinas, hacen de esta versión la mejor que he escuchado en torno a la composición de Barbería.
Por último, creo importante resaltar que un CD como este de Danays Bautista, deviene estupendo ejemplo para comprender cómo se producen en la actualidad dentro de la música facturada por nuestros compatriotas (ya sea en Cuba o en el extranjero), los procesos de nacionalización de lo global y globalización de lo nacional, en lo que constituye una contribución al doble movimiento de diferenciación y universalización de la presente cultura cubana.