Los que soñamos por la oreja
Me parece que fue ayer cuando en los 80, gran parte de los amantes del rock y el metal quedamos sorprendidos al conocer el trabajo guitarrístico de Yngwie Malmsteen. A partir de entonces, comencé a prestar atención a lo que sucedía en la escena musical de Suecia. Hoy quiero referirme a varias propuestas sonoras procedentes de aquel frío país y que a mí en lo particular me han impactado.
Empiezo por Beardfish, una banda que a través de su trayectoria desde 2001 se ha caracterizado por los vínculos con la sonoridad setentera, con influencias que van de Yes a Gentle Giant, o de personalidades como Ian Anderson y Frank Zappa. Una de sus más recientes producciones fonográficas, el álbum titulado Mammoth, publicado a través del sello Incide Out Music en 2011, es una muestra de que estos suecos siempre están intentando renovar su propuesta.
A diferencia de otros discos suyos, como por ejemplo Från En Plats Du Ej Kan Se, The Sane Day y Destined Solitaire, en Mammoth se aprecia un endurecimiento del sonido y una aproximación a pasajes de corte jazzístico (sobre todo, por el uso del saxofón), al estilo de lo hecho por sus coetáneos de Kayak. Así, las piezas The Platform, And The Stone Said: If I Could Speak, Tightrope, Green Waves, Outside / Inside, Akakabotu y Without Saying Anything, son muestras de cambios de ritmos, potentes riffs e improvisaciones desbordadas de talento, en señal de que Beardfish sabe reinventarse.
Un nombre también de obligatoria alusión en la escena de rock y metal de Suecia es Jens Johansson, tecladista procedente de una familia musical, en la que sobresalen su padre Jan (eminente pianista de jazz) y su hermano Anders, afamado baterista. En el caso de Jens, su figura captó la atención de los fans desde que debutase en 1982, como integrante de la banda Silver Mountain. Ahora bien, su popularidad internacional se da cuando se une a Yngwie Malmsteen en el recordado grupo Rising Force y participa en los álbumes Rising Force, Marching Out, Trilogy y Odissey, trabajos que sientan pauta en el devenir del metal neoclásico.
Tras dicha experiencia, Jens se involucra en otros prestigiosos proyectos, como los efectuados con el cantante Ronnie James Dio, el notable bajista Jonas Hellborg y la banda de power metal Stratovarius. En la condición de solista, uno de sus CD que más disfruto es Fission, clase magistral de cómo usar los super veloces arpegios y las escalas clásicas de teclados en el contexto metalero, con espacio para la experimentación. Respaldado por su hermano Anders en el drum, Mike Stern y Shawn Lane en las guitarras, los nueve temas de este disco de Johansson me hacen escucharlo una y otra vez, con énfasis en los cortes Phase camouflage, Acrostic shibboleth y Race condition, en los que no solo encontramos virtuosismo a raudales sino un trabajo tímbrico singular y que hacen de Jens Johansson un teclista al que hay que acudir.
Finalmente, quiero hablar de lo que en términos publicitarios se define como una clásica guitar band. Me refiero a Plankton, otros suecos que se las traen. Como he intentado hacer ver desde estas páginas, la guitarra eléctrica contemporánea no queda únicamente en el ámbito anglosajón. Es por ello que junto a figuras como Hendrix, Robin Trower, Tommy Bolin, Steve Morse, Jeff Beck y otros muchos, hoy se precisa aludir a ejecutantes procedentes de todo el orbe, para tener idea de lo que va sucediendo con el popular instrumento de las seis cuerdas.
Aunque resulten casi impronunciables, sugiero no olvidar los nombres de Emil Fredholm y Christian Neppenstrom, extraordinarios guitarristas y líderes del grupo Plankton. A quien piense que el rock tradicional está en crisis y que ya no se generan productos de auténtica valía, le recomiendo salga a buscar los discos Plankton y Humble colossus. Piezas como Varlevitation, Pickadoll, Monzón, Jorm, Bulleribock, Fleetwood, Kebnekaise o Yestermorrow hacen de la agrupación un referente para todo el interesado en el mejor rock de ayer, hoy y siempre. Así pues, los suecos Beardfish, Jens Johansson y Plankton corroboran que, aunque el suyo sea un frío país, allí también se hace música bien caliente.