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¿Qué hará el señor Barack Obama? Sobre la mesa tiene dos propuestas: una le insta a enviar a Afganistán 45 000 efectivos militares por encima de la escalada de 21 000 que ya aprobó; la otra le dice que apresure la retirada de Iraq, de forma que en agosto de 2010 ya estén todos en casa. Si se junta el par de memorandos dará algo así como gato por liebre, o viceversa.
Anthony Cordesman, consejero del general Stanley McChrystal, comandante de las fuerzas en Afganistán, quien criticó a la administración Bush por no escalar en ambas guerras, es el autor del primer consejo, al que agrega: EE.UU. debe crear un Ejército Nacional Afgano de 240 000 efectivos, casi el uno por ciento de la población uniformada y armada.
De ser así, el Pentágono emplazaría allí 100 000 efectivos —cifra similar a la de la campaña contrainsurgente en Iraq—, que se unirían a los de la OTAN, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF).
La sugerencia más sabia la hizo hace un par de semanas el coronel Timothy Reese, y dice Antiwar.com que no fue muy bien recibida por la administración obamiana ni por sus militares, que aseguran tener «exitosa» actividad en Iraq. También en el caso afgano, el Ejecutivo niega que la guerra esté en «crisis», a pesar de que aceleradamente se vuelve una guerra Af-Pak (Afganistán-Paquistán), involucrando a las zonas fronterizas de un lado y otro de las montañas.
Mientras tanto, la ciudadanía estadounidense rechaza en proporción de 63 por ciento la guerra de Iraq y de 53 por ciento la afgana, opiniones que no cuentan para nada, aunque en la semana que recién concluyó murieron 15 ocupantes, 11 de ellos norteamericanos. Por otra parte, esa expansión en el teatro afgano se tomaría como empujoncito a los «aliados» para que «envíen gente que estamos ganando».
Aún sin poner en práctica el consejo de Cordesman, ya hay un adlátere dispuesto, cuya presencia cambiaría el espectro de los componentes, miembros de la OTAN y otros europeos dispuestos a presentar ese aval para entrar en la Unión Europea. Se trata de Colombia, que según el vicepresidente de ese país, Francisco Santos, enviará 84 soldados a esas tierras tan lejanas y ajenas. Imagino que para pagar reciprocidad por las tropas de Estados Unidos para las siete bases de la traición y la discordia que América Latina aprecia como lo que es: una agresiva y peligrosísima punta de lanza contra la región.
Pero en el caso afgano el pretexto de Bogotá es más insólito: los 84 colombianos proveerán seguridad a las bases de los 780 militares españoles (¡¿soldados cuidando a soldados?!), y podrían mandar más, agregó el Santos.
Están contra la corriente. Cuando todo el mundo habla de «go home» (irse a casa), estos señores marchan al redoble de los tambores bélicos.