Inter-nos
Se le conoce ahora como el Día de los Veteranos, y hasta 1954 fue el Día del Armisticio, porque a la hora 11, del día 11, del mes 11, hace 90 años, se silenciaron los cañones de la Primera Guerra Mundial.
El marine Benjamin Lewis prefirió seguir en su empleo como barman e iniciar los estudios en el college antes de regresar como guerrero a un tercer viaje a Iraq. Foto: Gazette Times Es el 11 de noviembre en Estados Unidos y bandas de música uniformadas tocan en cada poblado en honor a los norteamericanos que cayeron en cada una de sus guerras y a quienes sobrevivieron a ellas. Pero no todos los que merecen ese reconocimiento celebran...
La crisis económica tiene a los estadounidenses preocupados, pensando en sus problemas personales, ocupados en no perder sus trabajos, mantener sus casas y contando cada centavo para ver si logran pagar sus cuentas y no ver canceladas las tarjetas de crédito.
Son tiempos duros y de los diarios han desaparecido aquellos titulares dedicados a Iraq y Afganistán. Según el Pew Research Center (Centro de Investigaciones Pew), la cobertura de las acciones bélicas alcanzaba el 15 por ciento de las historias en julio de 2007, pero en la última semana de octubre apenas eran el dos por ciento de los materiales noticiosos.
Ni siquiera fue tema de campaña electoral entre el hoy presidente electo Barack Obama y el derrotado contendiente republicano John McCain. Sin embargo, se sabe que en los objetivos del «cambio» anhelado también está el fin de esas guerras que ya les tiene en el agotamiento, y este término involucra el presupuesto multimillonario que se malgasta en ellas, la pérdida de vidas, la inutilidad de una presencia ocupante indeseada, la incapacidad de lograr la victoria...
Pero la fanfarria acompañó a George W. Bush en su ultimo discurso para la conmemoración, sin que lograra el eco de la euforia belicista de otros momentos.
Por el contrario, este martes, por ejemplo, el diario The San Francisco Chronicle, publicaba un reportaje amargo bajo el título de Los veteranos de las guerras de Iraq y Afganistán entran en los homeless (los sin-casa). Un fin más triste que el de los muertos...
Con estos casos comienza el escrito: Ethan Kreutzer se unió al ejército a los 17 años y combatió con el 19 Airborne en Jalalabad, Afganistán. Cuando regresó al hogar, no tenía dinero, ni edudación, ni experiencia en un trabajo civil. Pronto se convirtió en un homeless. Él duerme en un callejón de la calle Haight, detrás de dos bidones de basura. June Moss viajó de Kuwait a Iraq como ingeniero del ejército en un convoy de camiones; cuando ella retornó a los Estados Unidos perdió su casa, y condujo a sus dos pequeños hijos de un hotel a otro a través del norte de California. Sean McKeen que a los 21 años fue a Iraq a limpiar las minas terrestres y ganar dinero para pagarse la Universidad, a su retorno se vio, apenas una semana después en el ejército de los sin-casa y durmiendo hacinado en un albergue de San Francisco.
Dice la investigación periodística de The San Francisco Chronicle que mensualmente regresan 2 000 militares a California sin experiencia laboral especializada, educación o familiaridad con la vida civil, y muchos de ellos padecen de PTSD (estrés postraumático).
Afirman que a los veteranos de Vietnam les tomó entre cinco y diez años terminar en las calles como si fueran detritus humanos, y ahora, para algunos ni siquiera han pasado tres meses del regreso. El Departamento de Asuntos de los Veteranos estima que unos 2 000 hombres y mujeres que han participado en la «guerra contra el terrorismo» ya forman parte de los homeless, un número pequeño todavía, pero que debiera servirles de campana de alarma, porque puede convertirse en otra de las «burbujas» que algún día les estallará en la cara, pues unos dos millones en servicio activo tendrán que lidiar, cada uno en su momento, con el trauma de la guerra. No deben olvidar que 200 000 veteranos de todas sus guerras duermen en las calles cada noche y suman 18 los veteranos que cometen suicidio cada día.
Estos son los veteranos olvidados, ignorados, no escuchados y traicionados por Bush, el hijo, que ya termina su mandato sin ser juzgado por sus crímenes de guerra, y los deja como nefasta herencia.
Así, este especial día del 11 de noviembre, otro diario estadounidense, The Corvallis Gazette-Times de Oregon, traía la historia del raciocinio:
Benjamin Lewis, quien tenía 17 años cuando se unió al Cuerpo de Marines intentando darle una dirección adecuada a su vida, ahora, tras dos despliegues en los escenarios de guerra iraquíes —que incluyó el primer asalto a Fallujah, la llamada Guernica de Iraq—, ha dicho que no regresará cuando ha sido convocado nuevamente. Aunque tenga que enfrentar la cárcel. Lewis ha contactado con Courage to Resist (Coraje para resistir) y Veteranos de Iraq contra la Guerra. Ya él es un activista consciente contra la guerra.