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Está en cuclillas, las manos atadas a la espalda, los ojos tapados por una venda negra. Es un prisionero en Iraq, donde los abusos y torturas cometidos contra los detenidos en las cárceles estadounidenses o de los guardias iraquíes, han recibido la reprobación mundial. Pero la violación de los derechos humanos es aún mayor en este caso, que muestra la fotografía: se trata de niños y adolescentes...
Resulta paradójico, pero los investigadores de la transgresión son militares norteamericanos. El teniente coronel Craig J. Simper, juez del cuerpo general de abogados del Ala de Combate 419 en su base del estado de Utah, investigó las alegaciones de tortura en una prisión juvenil de Bagdad y encontró evidencias claras de que niños sunnitas han sido asesinados por sus captores chiitas.
El diario Salt Lake Tribune publicó las declaraciones del oficial: «La explicación fue que esta gente estaban tratando de escapar, pero nuestra investigación concluyó que ellos estaban programados para ser liberados».
Sin embargo, otra fuente de esa fuerza de tarea habló de «alegaciones insustanciales» respecto a las ejecuciones y que «no fueron encontrados records del incidente ni evidencia documentada».
Con pruebas o sin ellas, luego de las barbaridades de Abu Ghraib, nada puede sorprendernos de la descripción que hace Simper del Centro de detención juvenil Tobchi, donde supuestamente ofrecen entrenamiento vocacional a los muchachos allí encarcelados: «una prisión en el peor sentido... era peor que en las prisiones para adultos»... «Encontramos muchas evidencias de tortura, de abusos físicos y sexuales, y deplorables condiciones»... «Las ratas eran del tamaño de los perros Chihuahuas y los juveniles estaban enjaulados 50 en una misma celda», entre ellos niños de hasta seis años de edad.
Niños iraquíes detenidos. Foto: Tomada de la página web antiwar.com ¡Pequeñines de seis años! La guerra criminal e ilegal, iniciada por George W. Bush a la sombra de mentiras, tiene también en estos casos sus «daños colaterales», con la amputación de la inocencia, y ahora quieren erigirse en jueces de quienes han aprendido de sus destrezas.
No hay diferencia con lo que los propios militares estadounidenses han hecho en el campo de concentración que instalaron desde enero de 2002 en la Base Naval de Guantánamo, el territorio cubano ilegalmente ocupado desde hace más de un siglo.
Tomemos una información de este martes, de la agencia AP, fechada en Canadá: los abogados del ciudadano canadiense Omar Khadr, encerrado en ese «hueco negro» desde casi los primeros momentos de apertura de esa cárcel del horror, han difundido un video —el primero que se conoce— de siete horas de duración y que contiene los interrogatorios que le realizó durante cuatro días un agente de los Servicios de la Inteligencia de Seguridad de Canadá, para conocer los hechos que motivaron su captura en Afganistán.
«El video, dice AP, permite vislumbrar los efectos de largos interrogatorios y del prolongado cautiverio sobre un prisionero de Guantánamo que fue capturado cuando tenía 15 años».
Sí, Omar Khadr era un adolescente, un juvenil según el término empleado por Estados Unidos, cuando fue detenido y convertido, por la gracia y decisión del señor W. Bush, en «combatiente enemigo», esa especie de categoría limbo-infierno para negarles a los recluidos en la Base Penal y en otras cárceles secretas de la CIA y del Pentágono, el menor atisbo de justicia y trato justo.
Reciente, muy recientemente, se le comenzó causa y se conoció que el joven está acusado de arrojar una granada que mató a un soldado estadounidense durante un combate en Afganistán en el año 2002.
Una puede preguntarse ¿cuál es el delito de Omar Khadr? ¿Acaso, y a pesar de su corta edad, enfrentarse a una tropa que invadió su país —y aún lo mantiene ocupado? ¿No es ese un derecho que asumirían, si fuera el caso, los muchachos de cualquier país del mundo, incluido Estados Unidos, si su territorio fuese agredido por un ejército extranjero o una coalición de fuerzas con la prerrogativa autoadjudicada de esparcir «democracia y libertad»?
Los niños de Tobchi, el adolescente de Afganistán, una multiplicación de la infamia de una administración que viola por igual la Convención de Ginebra respecto a los prisioneros de guerra, como la Convención Internacional de los Niños y Adolescentes. ¿Habrá algún día otro tribunal de Nuremberg que juzgue como es debido a estos criminales de guerra?