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La información fue suministrada por el sitio web iraqsolidaridad.org. Casi ninguna otra prensa se hace eco de ella, mucho menos los grandes medios noticiosos. A fin de cuentas dirán que no tiene importancia alguna que tres mujeres iraquíes hayan sido condenadas a morir en la horca por resistir a la ocupación extranjera.
El Tribunal Central de lo Criminal (TCC) dictó sentencia el pasado 31 de agosto de 2006 contra Wassan Talib, de 31 años y Zeynab Fadil, de 25. El veredicto de muerte contra Liqa Qamar, también de 25 años, ocurrió el 6 de febrero de 2006. La ejecución de las tres jóvenes debe realizarse el sábado 3 de marzo.
Wassan niega ser la autora de la muerte de cinco miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes, en un ataque armado ocurrido en el año 2005 contra un centro de seguridad en el barrio bagdadí de Hayat al-Furat. Zeynab insiste en que ni siquiera se encontraba en Iraq cuando ocurrió el hecho que se le imputa también a su marido y su primo: el ataque a una patrulla conjunta de la llamada Guardia Nacional y fuerzas estadounidenses en Bagdad. Liqa Qamar fue sentenciada a la horca por participar, en el 2005, junto a su marido y su hermano en el secuestro y posterior muerte de un alto cargo en la Zona Verde, el área de máxima seguridad de la capital iraquí.
Tanto Zeynab como Liqa tienen junto a ellas, en la prisión de Kadimiya, a sus hijas. La primera, una niña de tres años, y la segunda, su hija de un año, nacida durante su detención.
Ninguna de las tres mujeres han podido tener apoyo de abogados porque el Tribunal alega que cometieron delitos de seguridad, según ha denunciado Salid Hayali, un jurista del Sindicato de Abogados Iraquíes.
Están equivocados quienes piensan que Saddam Hussein y dos de sus más cercanos colaboradores han sido los únicos ahorcados en Iraq, deben saber que desde la reinstauración de la pena de muerte, en agosto de 2004, han sido ejecutadas 65 personas según Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (iraqsolidaridad.org); aunque la revista Time, en un trabajo que publicó el 12 de noviembre de 2006 bajo el título de Los secretos del pabellón de la muerte de Iraq, dio la cifra de 90 ejecuciones, según un funcionario no identificado de la oficina del primer ministro iraquí. Incluso revela que entre diciembre de 2005 y marzo de 2006 hubo tres días continuos de ejecuciones secretas.
Los ahorcamientos se llevan a cabo en una instalación en Bagdad extremadamente fortificada que fue construida por un contratista estadounidense. Los nombres de la mayoría de los ejecutados nunca se han hecho públicos.
El más reciente informe de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos en Iraq asegura la existencia de 31 000 presos en las cárceles de las actuales autoridades iraquíes, y al menos hay 2 000 mujeres confinadas por «motivos de seguridad», tanto en prisiones iraquíes como de las fuerzas ocupantes.
La mayoría de las encarceladas están en la Prisión de Mujeres de Kadamiya, en la parte norte del pueblo cerca del río Tigris. Nadie sabe si también allí se reprodujeron las aberrantes escenas de Abu Ghraib y sus historias de torturas. En definitiva es parte de un sistema de detención global que el Pentágono y la CIA han instaurado a través del mundo para aquellos que ha tildado de «combatientes enemigos», un universo secreto del cual tampoco escapan las valerosas mujeres de Iraq.