El villaclareño Yuniesky Betancourt, con nueve años de experiencia en Grandes Ligas, ha participado en varios campeonatos de esta modalidad del softbol en nuestro país. Autor: Getty Images Publicado: 24/05/2025 | 08:53 pm
«TENGO un fanatismo enfermizo por el softbol», me dice, tan pronto comienza el diálogo, Jeordany Gutiérrez, cuentapropista de 43 años, con licencia de rotulista y grabador. A veces debo cuidar a las niñas en la casa y las traigo para el terreno, cuenta, mientras insiste en que su fanatismo por practicar este deporte alcanza niveles insospechables. Este habanero no miente. Lo mismo está jugando en La Habana, Ciego de Ávila, Camagüey, Matanzas o cualquier otra provincia de Cuba, que publica contenidos frecuentemente en Locos del Softbol, grupo en Facebook que administra.
Cuando se habla en nuestro país de softbol recreativo su nombre es casi sacro. Él es uno de los principales organizadores a nivel nacional de esta modalidad que cada vez suma más participantes y que promueve el respeto, la camaradería, la integración entre atletas de diferentes edades y estratos sociales y los espíritus participativo y competitivo, además de que beneficia la salud física y mental y ofrece experiencias únicas, sumamente disfrutables en un ambiente sano.
Jeordany considera que el softbol recreativo es uno de los deportes con mayor participación masiva en toda la Isla y a la vez lo ve como un espacio idóneo para que las familias compartan con tranquilidad y diversión un día agradable fuera de casa. «Me atrevo a decir que es una opción más en la vida de los cubanos», afirma.
«Las reglas son muy similares al softbol que vemos de vez en cuando por televisión, o sea, con el que nuestro país compite en eventos internacionales. Cambian algunos elementos tácticos, por ejemplo, en algunos lugares no se puede adelantar cuando se suelta la pelota. Los lanzadores no pueden darle la vuelta al brazo, deben llevarlo hasta la mitad, es decir, hacer un péndulo y salir adelante. Esa es otra diferencia. No es tan fácil batear la bola, aunque varios pudieran pensar que sí.
«En un momento estuve trabajando con la Comisión Nacional de esta disciplina, en la parte de softbol recreativo, pero no pude continuar por cuestión de tiempo. No obstante, tengo las mejores relaciones con Maikel Ibargüen, comisionado nacional del deporte, y con Juan Reinaldo Pérez, presidente de la Federación Cubana de Béisbol y Softbol. Con ellos y otras personas del organismo aprendí aspectos muy necesarios para alcanzar un buen nivel organizativo y también ser una voz que la gente escuche y confíe», dijo Gutiérrez a Juventud Rebelde en un terreno cercano a la capitalina Ciudad Deportiva.
—Hoy podemos asegurar, categóricamente, que el softbol recreativo es un movimiento que se extiende por toda Cuba, con campeonatos nacionales, certámenes internacionales y otros torneos un poco más locales.
—No pocas personas se me han acercado y me han dicho que el softbol recreativo cuenta con un gran nivel gracias a mí, pero yo lo que hice fue organizar y estructurar lo que existía. Una de las claves del éxito ha estado en no ser ambicioso, yo no le gano nada a esto, no he cogido un peso del softbol y no tengo pensado hacerlo. Es justo decir que la modalidad recreativa mantiene activos a la gran mayoría de los integrantes de la preselección antillana, cuyo torneo nacional dura alrededor de dos semanas y no intervienen todas las provincias.
«Después de esa lid, ¿dónde juegan ellos? En nuestras ligas encuentran la oportunidad de seguir trabajando. Los pitchers enfrentan a bateadores y viceversa, es decir, mantienen, al menos, su forma deportiva y física. Ese es uno de los mayores méritos. Fuera del ámbito deportivo, te pongo el ejemplo de mi equipo, Sun’s Rays, y tengo constancia de que sucede lo mismo en muchos elencos. Mi selección es una familia en todos los sentidos, lo fue durante la pandemia y lo ha sido ante dificultades de varios de los miembros. Ese espíritu de camaradería siempre ha existido.
«Celebrar un torneo de softbol recreativo no es tan sencillo. Exige gastos, pero cuando todas las partes se involucran, se ve el resultado. Unos ponen los regalos, otros el dinero para los trofeos, y así, porque lo esencial es que los bonitos momentos no pasen por alto. Son recuerdos que quedan para mostrárselos luego a los hijos y a los nietos.
«Según mi memoria, hemos efectuado cuatro campeonatos nacionales, dos en Cárdenas, uno en Cienfuegos y otro en Santa Clara. La primera edición fue la de mayor participación, con 12 planteles, incluyendo el de la Isla de la Juventud. Nosotros pagamos prácticamente todo de nuestros bolsillos, hasta el hospedaje, es una actividad que hacemos por amor y pasión. Independientemente de que en cada partido hay que “soltar la piel”, no podemos dejar de celebrar estos torneos en los que reina la amistad incondicional. Hemos vivido gestos tan humanos como donar sangre para familiares enfermos de jugadores».
—En algunos torneos han estado equipos de México, peloteros cubanos que llegaron a Grandes Ligas, como Yuniesky Betancourt, Dariel Álvarez y Rusney Castillo, y el lanzador santiaguero Javier Caballero, miembro de la selección nacional de softbol de Estados Unidos.
—Todos ellos son personas muy humildes, al punto de que aceptan jugar aquí, porque lo más importante es que son cubanos. Vienen a compartir con su pueblo, se tiran fotos con sus seguidores, regalan guantes, bates y spikes a cualquiera que lo necesite. Todo el mérito es de ellos. Hace poco participé en un campeonato en Ciego de Ávila y allí estaba Caballero, con todos sus compañeros del conjunto de Santiago de Cuba. El sentimiento por la Patria, por tu gente, nunca desaparece.
—El auge y el nivel que ha alcanzado en nuestro país el softbol recreativo ha sido valorado por la federación peruana del deporte, que ha invitado varias veces a elencos antillanos a realizar topes amistosos.
—A raíz del 1er. Campeonato Nacional, con Holguín, La Habana y Santa Clara, se decidió hacer una selección para desarrollar un poco el softbol en Perú, pues varios de nuestros jugadores pasaron por la Serie Nacional de Béisbol o por preselecciones cubanas de softbol. Han sido experiencias muy bonitas y reconfortantes, pues hemos ayudado, con nuestros conocimientos, a jóvenes atletas de ese país. Hace dos años les ganábamos con relativa facilidad a esos conjuntos juveniles y ahora nos es más complejo. Eso evidencia que han logrado más madurez deportiva, gracias también al trabajo fuerte de los profesores de allí.
—¿Van quedando muchos propósitos por cumplir en este emocionante mundillo del softbol recreativo?
—Ahora mismo estamos casi donde queremos. Tenemos una Gala del Año, numerosos torneos, una página web con diversas estadísticas… Contamos con los apoyos de la Dirección Provincial de Deportes de la capital, del Comisionado Nacional de la disciplina y del Presidente de la Federación Cubana de Béisbol y Softbol. Quisiéramos que cuando vengan equipos extranjeros nos permitan jugar en terrenos de mayor calidad, algo que no nos ha sido posible en más de una ocasión. También tenemos planificado la creación de un podcast en YouTube para darles mayor difusión a nuestras actividades y torneos. Estamos bastante conformes, pero siempre vamos por más. Necesitamos perfeccionar lo conseguido hasta hoy.