Acuse de recibo
La carta del joven Ángel Guerra, vecino de Agua Dulce 264, apto. 3, entre Carvajal y Calzada de Buenos Aires, en el Cerro capitalino, me reafirma el habitual respeto que siento por esos humildes que barren las calles y recogen los desechos de la ciudad.
Como muchos habaneros sensibles, Ángel está preocupado por la falta de higiene de esta urbe presta a cumplir sus 500 años. Y concuerda con muchos que focalizan el asunto en la falta de equipos recolectores y de contenedores de basura, la indisciplina social, y deficiencias en la gestión al respecto.
Pero considera que el otro punto flaco, el cual sí debe tener una solución, es la aún insuficiente atención y dignificación del barrendero, el recolector de camiones y otros trabajadores de Servicios Comunales.
«Diariamente los observo en las calles trabajando, afirma. Da pena la falta de un uniforme que los identifique y los reconozca, algo tan importante para una persona que trabaja en la vía pública por donde circulan bicicletas, motos, autos y vehículos de gran tamaño, en muchas ocasiones por avenidas de rápida circulación».
También señala la falta de aditamentos para proteger la respiración y visión de personas que trabajan expuestas a potenciales peligros a su salud; y el que no siempre tengan las herramientas adecuadas para la barrida y recogida de desechos en la calle (escobillón y recogedor).
En ciertos casos, refiere, los barrenderos no cuentan con carro recolector apto, y se las agencian con tanques reciclados por ellos mismos. Y en cuanto a los recolectores en camiones, no cuentan con palas ni recogedores para la basura que cae en la calle al vaciar el tanque.
«Pocas veces, dice, se reconoce la labor tan importante que realizan estos hombres y mujeres. Solamente al concluir el 1ro. de mayo o en otros eventos de gran magnitud (ciclones, inundaciones o desastres), pero no en el día a día, cuando luchan silenciosamente por mantener la ciudad limpia».
Ángel hace un llamado a los directores, funcionarios y a quienes nacionalmente atienden esa tarea: Para lograr que nuestra ciudad luzca limpia, necesitamos cuantiosos recursos financieros que el país no posee; pero más que todo debemos darle atención al principal eslabón en la cadena: al hombre que trabaja en Comunales.
Aida Díaz Cruz (Rubalcaba 12, reparto Hermanos Cruz, Pinar del Río) cuenta alarmada la situación deficitaria con el suministro de agua que presenta la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) Osmani Arenado, de esa ciudad.
Refiere que tiene un familiar estudiando allí, y en visita hecha al centro, constató que los alumnos no tenían agua ni para beber. Ese día pusieron ese servicio y no llegó ni a media hora. Y los estudiantes se apuraron para llenar pomos y cubos para guardarlos.
Aida cuestiona por qué una escuela de deportes, donde se hace tanto esfuerzo físico, no cuenta en el comedor ni con agua fría para beber. Y atestigua que para bañarse los internos después de sus entrenamientos, han tenido que acarrear el agua desde la piscina, o caminar medio kilómetro con un cubo para de retorno subir con él tres y cuatro plantas.
Manifiesta la remitente que, por lo que pudo averiguar, ese centro lleva años en tal situación. Ella conoce que hay problemas en esa ciudad con el abastecimiento de agua, pero hay que buscarles alternativas a esos muchachos, pues la práctica del deporte es desgastante e implica muchos sacrificios.