Acuse de recibo
EL pasado 30 de agosto, Lissette Cosculluela Cánovas (avenida 49 No. 5407, entre 54 y 56, Playa, La Habana) lanzó aquí un SOS ante un salidero de gas manufacturado en la acometida frente a su casa desde el 24 de julio.
Contaba ella que la avería fue reportada por ella y varios vecinos. El carro de guardia de la Empresa de Gas Manufacturado fue, cambiaron el tubo y dejaron un mayor salidero al que había. Y dejaron abierto el hueco hecho.
Volvieron a llamar los vecinos, y acudieron a Atención al Cliente de la empresa. Cuando llegó el carro del gas, les dijeron a los reclamantes que la solución no estaba en ellos, «que había que quejarse con entidades como Canal Habana y Juventud Rebelde para que se diera el autorizo de quitar por unas horas el servicio de gas manufacturado en toda Playa, y poder soldar la acometida», afirmaba.
Y denunció que, mientras tanto, lo que hicieron fue poner una liga en la tubería para que aguantara el salidero, además de dejar el hueco abierto sin solución definitiva.
Al respecto responde la ingeniera Argelia Mirella Reytor Suñer, directora general de la Empresa de Gas Manufacturado de La Habana, que de acuerdo con la investigación realizada se comprobó que en varias ocasiones los vecinos contactaron con dicha entidad reportando el escape.
Precisa que el salidero fue atendido por la guardia de urgencias y la UEB de Redes. Esta última colocó un collarín en la tubería provisionalmente para mantener el servicio, y quedó pendiente la sustitución de la afectada por el deterioro de años de explotación.
Añade que las acciones se atrasaron, al haber en La Habana 43 solicitudes de clientes, a quienes hubo que cerrarles el servicio por problemas de seguridad y tupición, en Marianao y en el poblado de Boca de Jaruco.
La reparación total del servicio afectado, refiere, se realizó el 1ro. de septiembre, y quedó pendiente el sellaje de las excavaciones realizadas, que se hizo el 27 de ese mes. Y ese atraso fue provocado por la inestabilidad de suministro de áridos que hoy enfrenta la Empresa.
«El consejo de dirección —afirma— acordó declarar con razón la queja, considerando los atrasos en la terminación de los trabajos, lo cual provocó las insatisfacciones y molestias reportadas.
«Por lo antes expuesto se propuso establecer un centro de llamadas las 24 horas con el objetivo de tramitar cualquier insatisfacción, queja o solicitud de los clientes, recorrer todas las casas comerciales para corroborar a los funcionarios el cumplimiento de los procedimientos, y garantizar los mecanismos oportunos de atención y orientación al cliente, acorde con el tipo de servicio que se brinde.
«Ratificamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la mejora continua del servicio, conociendo que aún tenemos debilidades que debemos perfeccionar para lograr la satisfacción de nuestros clientes», concluye Argelia.
Humberto Barrabí Díaz (calle 2 esquina a 23, Edificio 15, Apto. 9, reparto Vista Alegre, Santiago de Cuba) rechaza «el excesivo nivel de volumen de la música, y más aún del animador, que se convierte en ruido en los espectáculos que ofrece la parrillada El Piano en el horario de la noche, y que afecta a los vecinos».
El remitente se pregunta: «¿Cómo es posible que en este lugar, rodeado de edificios, viviendas e incluso un hospital, autoricen a realizar ese tipo de espectáculos, donde se violan los niveles permisibles de sonido y se hace un uso abusivo de los equipos de música?».
Destaca que entre 2011 y 2013 se enviaron cartas a la administración de esa parrillada, la delegación territorial del Citma en Santiago, el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología, la Empresa Provincial de Gastronomía y de Servicios Especiales y el Grupo Empresarial de Comercio, entre otras entidades.
Y sin solución alguna, hubo que demandar ante la Fiscalía. Se resolvió el problema: La parrillada adecuó sus niveles de audio, de manera que no molestaran a los vecinos. Pero hace unas semanas han vuelto atrás, afirma, con una nueva opción que ofrecen, una especie de discoteca que vuelve a perturbar la tranquilidad nocturna de ese vecindario, concluye Humberto.