Acuse de recibo
«¿Adónde llegaremos si seguimos convirtiendo a nuestros niños en adultos vulgares y gritones?», pregunta Josefina Martínez Calvo, residente en calle 21 No. 3424, entre 34 y 36, municipio habanero de Playa.
Josefina visitó el parque de diversiones Todo en uno, en Varadero, y le llamó la atención que, siendo un sitio de concentración de familias con niños, la música que amenizaba esa instalación era reguetón sucio, con expresiones obscenas.
«¿Cómo es posible que eso ocurra en un lugar muy moderno, visitado tanto por turistas nacionales como extranjeros? ¿Hasta cuándo la desidia de las autoridades competentes y, sobre todo, de las autoridades en empresas a cargo de estos centros, que dicen ser de recreación y esparcimiento familiar?», concluye la remitente.
Suscribo la inquietud de Silvia. Hace un tiempo, en familia llevamos a mi nieta al hermoso parque de diversiones Todo en uno, de Varadero, y el reguetón acompañaba la expedición de los niños por los diferentes aparatos. Aunque no escuché entonces palabrotas ni suciedades, me preguntaba: ¿Adónde fue a parar la canción infantil? ¿Habrá que regular la música en instalaciones para niños y preservar sus oídos de tanta precocidad?
Jorge Ramos Aparicio (calle D, esquina a 3ra., reparto La Playa, Boca de Camarioca, Varadero) cuenta que hace varios años se construyeron en ese barrio casas para familias reubicadas desde Las Morlas. Y la fosa que se hizo para dichas viviendas, agrega, resulta insuficiente para las mismas. En consecuencia, es reiterado el vertimiento de aguas albañales allí.
Al inicio de tales complicaciones, se agregó un pozo auxiliar, pero también es insuficiente. Hace siete años que viven allí rodeados de aguas sucias. En varias ocasiones, y tras pasar meses en agónicas gestiones, se atiende el vertimiento, se limpian la fosa y el pozo y a los pocos días se repite la situación.
Ahora, según consta en la misiva, desde julio de 2017 volvió el vertimiento. De ello tienen conocimiento el consejo popular de Boca de Camarioca, las máximas autoridades de Cárdenas, y además la dirección de Higiene y Epidemiología en Varadero, Aguas Varadero y Servicios Comunales, entre otros organismos.
«Es necesario que quienes deben atender lo antes señalado se pronuncien por una solución definitiva, pues los residentes de este lugar no podemos vivir toda la vida con la fosa en la cara, y pagar así por un mal trabajo de los que construyeron dichas casas. Estamos cansados de plantear este problema por todas las vías establecidas», concluye Jorge.
Raúl Díaz Borges (edificio 16-B, apto. 6, Alberro, Cotorro, La Habana) supo después de qué manera llegó, sin conocimiento, luego de una arritmia prolongada y bradicardia, al policlínico Rafael Valdés Menéndez, de su municipio, el 19 de febrero pasado, a las ocho de la mañana, cuando se producía el cambio de guardia.
Se enteró entonces de que llegó a tiempo gracias a la agilidad y prontitud del chofer del ómnibus P-2. Con la solidaridad y el apoyo de todos los pasajeros, el conductor se desvió de su ruta y atravesó estrechas calles con el largo y articulado vehículo.
Supo más tarde que allí lo esperaban, para un combate por su vida, los médicos y el personal paramédico del policlínico, que salían de una complicada guardia, y los que entraban.
A todos los solidarios pasajeros del P-2, a su audaz conductor, a todos los que le prodigaron una sonrisa de aliento, y en especial a la doctora Yanilsy Matos, al doctor Alberto Armas, las enfermeras Anet y Mayra, la directora del centro, Yurima Fonseca, y su vicedirectora de Asistencia Médica, Rosa Linda María, Raúl les debe la vida.
«A todos el agradecimiento por haberme dado la oportunidad de expresarles mis gracias y haber demostrado los valores que hay en ellos», afirma.