Acuse de recibo
El pasado 13 de agosto reseñé la denuncia de los capitalinos Gorguis Rivero y Daniela Pujol Martín, acerca de los contratiempos sufridos en su estancia del 4 al 11 de agosto en la base de campismo Puerto Escondido.
Referían que la instalación no tenía agua y las cabañas estaban en malas condiciones constructivas y sin baño. Los baños colectivos sin agua, con una fetidez insoportable. Y todo ello provocaba que los campistas se asearan con agua de mar, o bajo un tanque de agua potable destinada para el consumo, el cual era llenado una vez por día.
Los colchones, en mal estado y sucios. La sala de TV, video y juegos siempre cerrada. La piscina no funciona hace años, y está llena de escombros y yerba. El local de la cafetería, sucio, despintado por fuera y por dentro. Pésima la conservación de los alimentos elaborados en la cafetería. Las áreas exteriores, enyerbadas. Los árboles de la orilla del mar con ramas caídas, lo que contribuye a la suciedad de la playa.
Y en medio de tan malas condiciones, los remitentes elogiaban aún así la atención y el excelente trato de los trabajadores de la base. Contrastaban lo vivido con lo que publicita la página web www.campismopopular.cu; además de que en la agencia de reservación no alertaban sobre el estado de insalubridad y deterioro del sitio.
Al respecto responde Hernán Cancio Lorenzo, presidente del Grupo Empresarial Campismo Popular, que el mismo día de la publicación de la queja visitaron Puerto Escondido, y al siguiente día se constituyó una comisión, la cual visitó la base, además de entrevistarse con otra vacacionista que compartió habitación con Abel y Daniela, pues estos estaban fuera de su domicilio, en otra provincia.
Refiere que «se pudo comprobar que esa instalación de campismo ha sufrido afectaciones en la calidad de sus servicios por los serios problemas presentados con el abasto de agua, suministro que se comportó de manera casi nula por la conductora rectora, por lo que el servicio fue a través de carros-cisterna, problemática que deriva en una serie de irregularidades recogidas en la queja en cuestión».
Añade que «la inadecuada comunicación provocó falsas expectativas de nuestros clientes, que sufren decepciones al no contar con supuestos servicios adquiridos en nuestras agencias de venta, como es el caso de la piscina, la cual está inactiva hace más de una década: primero por las contaminaciones de las aguas que la proveían, en zona de extracción de petróleo, y luego por una cavidad riesgosa provocada por un temporal, y más tarde por ser un elemento a eliminar por no cumplir con los principios del Decreto Ley 212».
La comisión, apunta, declaró con lugar la queja, y se decidió realizar una compensación a los afectados, «según lo establecido en estos casos por el Procedimiento de Protección al Consumidor vigente en nuestra organización».
Más adelante señala: «El Grupo Empresarial continuará adoptando las medidas pertinentes con el firme propósito de evitar que estas situaciones se repitan, pues en el caso de las instalaciones, pertenecientes a la Empresa de Campismo Mayabeque, donde está ubicada la instalación objeto de la demanda, se concentrará el grueso de las acciones contempladas en el proceso inversionista para 2018, en aras de rescatar su óptimo funcionamiento».
Y al final manifiesta que «como resultado del análisis administrativo realizado, se aplicaron medidas disciplinarias a los implicados, y se adoptó un conjunto de medidas organizativas».
Considero que la protección al consumidor es mucho más que un manual y un procedimiento. Y debería plasmarse desde mucho antes, por los directivos de Campismo Popular, con el cierre de la base en esas condiciones, de manera que no se lacere a los vacacionistas.
No solo es el invalidante mayor de la falta de agua y la clausura de la piscina. Hay muchos otros problemas materiales y de calidad que los campistas pormenorizaron, y no tienen que ver con el asunto hídrico, los cuales no son esclarecidos en la respuesta.
¿Cómo es posible que se comercialice así Puerto Escondido? ¿De quién es la responsabilidad? ¿Cuáles fueron las «medidas disciplinarias» aplicadas, y hasta qué nivel llegan los «implicados»? ¿Así podrá ser «popular» el campismo?